"La Virgen no sabía latín y no entiende el 'turris eburnea' o el 'sedes sapientae'" "Letanías ecológicas marianas: La Virgen es panadera”
"A la Virgen le convencen, le agradan, y hasta le emocionan y le hacen reír, o llorar, con emoción y ternura, comprensión y misericordia, las letanías intensa y extensamente populares"
"La Virgen disfruta en el recuento del 'rosa'-rio de advocaciones que el pueblo-pueblo le consagra, ofreciéndole piropos arrancados de la naturaleza"
"El pan y el vino –“cuerpo y sangre de Cristo”- forman parte esencial de las letanías ecológicas de la Virgen. Sin pan y sin vino, no es posible la Iglesia"
"La Virgen es y se llama María –mar- en el que confluyen todos los ríos y riachuelos de misericordia y compasión que, por definición, precisen los seres humanos"
"El pan y el vino –“cuerpo y sangre de Cristo”- forman parte esencial de las letanías ecológicas de la Virgen. Sin pan y sin vino, no es posible la Iglesia"
"La Virgen es y se llama María –mar- en el que confluyen todos los ríos y riachuelos de misericordia y compasión que, por definición, precisen los seres humanos"
María, avecindada en Nazaret, no sabía latín. Ni probablemente lo sabe. Por eso, no pocas de las advocaciones de las letanías-plegarias lauretanas que ha escuchado con tan devota y fervorosa frecuencia, ni las entiende o las entiende al revés. Los de “turris davídica”, “domus áurea”, “sedes sapientae” y, sobre todo, “turris ebúrnea”, ni fueron ni irán con Ella jamás. Pasarán de largo. No es lenguaje propio del pueblo, de laicos y laicas, por lo que no es de extrañar que solamente lo sea litúrgico y docto, es decir, de curas, obispos y sus allegados.
A la Virgen le convencen, le agradan, y hasta le emocionan y le hacen reír, o llorar, con emoción y ternura, comprensión y misericordia, las letanías intensa y extensamente populares, sobre todo, las aureoladas de milagros o milagrerías atribuidas a su mediación maternal. De modo particular se rinde cuando sus causas y sus apellidos coinciden en mayor proporción y sacramentalidad con las que tiene relación directa con la naturaleza, -tiempos, lugares y acontecimientos-, de la obra creada por Dios y a la que llamamos “mundo”.
Le apena tener que reconocer que a los usuarios y beneficiados del mismo y sin el que los humanos dejaríamos de serlo para ser minerales, la enseñanza, con inclusión de la religiosa, no se haya planteado su adoctrinamiento así mínimamente siquiera con criterios de fe, de teología y con profesionalidad sacrosanta…El mismo concepto de “mundo, demonio y carne” se nos ha predicado, y predica, como “enemigos del alma” en el “negocio de la salvación”
La Virgen disfruta en el recuento del “rosa”-rio de advocaciones que el pueblo-pueblo le consagra, ofreciéndole piropos arrancados de la naturaleza, con carácter de “patrona” de pueblos, ciudades, aldeas y otros lugares vecinales…
La cita de algunos ejemplos, difíciles de seleccionar, por muchos, adecuados y guapos, le enciende de emoción los ojos de sus sentimientos de madre activando los resortes de su misericordia hacia “justos e injustos”.
De tan largo y devoto “rosa”-rio, en esta ocasión, destaco y subrayo advocaciones pletóricas de naturaleza como estas: Almudena, Begoña, Atocha, Monserrat, Guadalupe (río del lobo o río escondido), Covadonga, Ojos Grandes, Estrella del Mar, Rosa Mística, Candelaria, de la Luz, Fuensanta, Fuensalida, de las Fuentes, de la Cueva (¡que llueva, que llueva…¡), Fuentes-Claras, del Rocío, del Espino, Aránzazu, de la Encina, del Castaño, del Castañar, del Monte, de la Montaña, del Buen Aire, de la Vid, de las Viñas, del Valle, del Cobre, de las Nieves, del Azahar, de las Flores, de Tentudía, del Buen Suceso, del Soto, del Tremedal, de las Lágrimas, del Pino, de Lourdes, de Fátima, de la Casita, del Olivar, del Camino, de las Huertas, del Huerto, del Camino, del Romeral, de la Jara, de los Desamparados, del Campo, del Cabezo o de la Cabeza, del Pozo, de la Hoz, la Paloma, del Prado, de la Calle, Soterraña, Peregrina, del Val o del Valle, de la Concha, la Blanca, de los Llanos, del Puerto, de Monte Toro, del Amor Hermoso, de los Remedios, de la Cinta, Sonsoles, de las Cuevas Santas... Y, por fin, y por ahora, del Cambio Climático.
Repasar devota y verazmente el listado –letanía de estas, y tantas otras advocaciones marianas, con respeto, admiración y agradecimiento a la Madre del Creador, exige índices mayores de atención y cuidado, que los que hasta el presente le hemos prestado a la religión en la expresión de su compromiso y liturgia. Sin el culto a la obra creada, con programas y cursos intensivos, de ecología y buena administración de los bienes “terrenales”, no es posible ser, ejercer ni intitularse “cristiano”.
El “mundo” es Biblia y es Evangelio, leerlo, estudiarlo, asimilarlo y distribuirlo -“comulgarlo- entre todos, al margen del color de la piel, de la cultura, de las cuentas corrientes y de ciertas tradiciones, equivale a ser y a sentirse “con-creadores”. El “ora pro nobis” que acompañará inequívocamente a todas y a cada una de las citadas –y por citar- advocaciones de la Virgen, abrirá de par en par las puertas del cielo, del que Ella- la Virgen- es su “Puerta”, por antonomasia.
El pan y el vino –“cuerpo y sangre de Cristo”- forman parte esencial de las letanías ecológicas de la Virgen. Sin pan y sin vino, no es posible la Iglesia. La Virgen es y se llama María –mar- en el que confluyen todos los ríos y riachuelos de misericordia y compasión que, por definición, precisen los seres humanos…
“Pan y vino, “nuestros” y de “cada día”. Dios es pan. Sin pan, no hay Dios, al igual que sin Dios, tampoco hay pan. La Virgen es “panadera”. “Llamar pan al pan y vino al vino” es síntesis doctrinal, teológica, ascética y mística de la condición cristiana, que nos exige ser “buenos como el pan “ y estar siempre dispuestos a ser comidos –y bebidos- por muchos”, es decir, por todos