Antonio Aradillas Luigi Dadaglio, ejemplo de Nuncio
(Antonio Aradillas).- Me sumo al recuerdo dedicado recientemente en RD a quien fuera Nuncio de SS. en España, Mons. Luigi Dadaglio, con ocasión de la celebración el día 28 del pasado mes de septiembre del primer centenario de su nacimiento. Desde 1967 al 1980, por voluntad del Papa Pablo VI, ejerció su misión diplomática, siendo posteriormente nombrado cardenal, y muriendo en Roma el 22 de agosto de 1990.
Su estancia al frente de la Nunciatura, sustituyendo a Mons. Riberi, también cardenal, coincidió con los más fervientes años y situaciones del Nacional- Catolicismo, por lo que un resumen de las impresiones personales que conservo de él, es posible que sean ilustradoras y de provecho para contribuir a valorar su figura y actividad al servicio de la Iglesia.
. Los tiempos y las circunstancias fueron extremadamente difíciles, sin ahorrársele a este aserto ansiedades y preocupaciones "límites" tanto por parte de la Curia Romana y de Pablo VI, como del "Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos, Francisco Franco Bahamonde". En la historia de las relaciones Iglesia-Estado de España, y de otros países, probablemente no coincidieron circunstancias tan delicadas, espinosas y determinantes como las que le correspondió arrostrar al Nuncio Dadaglio
. En el desarrollo de la misma tuvieron acomodo preferente la tenaz obsesión por la adecuación del concordato del 17 de agosto de 1953 a las demandas conciliares de la Santa Sede, con necesidad de corregir excesos teocráticos triunfalmente concedidos con aureolas de "cruzada", así como al empecinamiento por parte de los gobernantes políticos de conseguir una re- canonización del régimen, -ideas y sistemas administrativos-, ante el resto del mundo occidental, ya mayoritariamente democrático.
. En este contexto es preciso situar episodios de tanta relevancia como "el caso Añoveros", cárceles "concordatarias", persecuciones a los sacerdotes obreros, homilías multadas, "presentación de obispos", "Asamblea Conjunta"... y el denodado afán de muchos, empeñados en que el Jefe de Estado disfrutara del "palio sagrado" en todas -casi todas-. sus actividades, también las políticas, con las fórmulas formuladas por los devotos servidores del Nacional- Catolicismo imperante, en suyo diseño hasta algunos jerarcas, y fieles parroquianos, alentaron el propósito de su beatificación- canonización como salvador de la patria y defensor de valores eternos...
. En paisaje tan desolador e inclemente, la figura del Nuncio, denostada, entonces y aún ahora, por muchos, aparece y se hace presente con perfiles fiables de aperturismo de la Iglesia en conformidad con las exigencias de su esencia y configuración religiosas, y de su adecuación, a la luz del Vaticano II. En tan denodado empeño, Dadaglio se sirvió sobre todo de la Acción Católica, cuyos Consiliarios Nacionales y diocesanos estuvieron expuestos a descalificaciones por parte de la jerarquía "oficial", hasta tener que aceptar la "masacre" operada en la misma con la decisiva intervención "política" del arzobispo de Madrid- Alcalá don Casimiro Morcillo, Mons. Guerra Campos y otros prelados, ya diputados en las Cortes franquistas, o aspirantes a serlo.
A mí me correspondió vivir personalmente aquellos episodios, como Consiliario Nacional de Mujeres, al igual que Miguel Benzo, Ramón Torrella, Gabino Díaz Merchán, Tomás Malagón, José Manuel Córdoba, Elías Yanes, Victor Manuel Arbeloa, Osés ...
. La atención prestada por el Nuncio a la promoción de los seglares de Acción Católica fue ciertamente ejemplar y decisiva en la difusión de ideas renovadoras de la Iglesia, tarea en la que meritoriamente destacaron Enrique Miret, Pilar Bellosillo, Mary Salas y otros y otras.
. Facetas dignas de ponderación, por la dificultad que diplomáticamente entrañaba, fue la intervención personal de Mons. Dadaglio en el nombramiento de obispos renovadores, pese al férreo control "oficial" y oficialista, al que las "ternas" presentadas estaban sometidas. En tiempos del Nacional- Catolicismo, y gracias al empeño del Nuncio Dadaglio, el episcopologio de España registró nombres y comportamientos mucho más aperturistas y conciliares que el de los tiempos posteriores -también actuales-, derogado felizmente el "derecho de presentación" y otras gabelas, privilegios y limitaciones.
. Tal aseveración está avalada por testimonios y documentada reflexión, adelantando, por ahora, que, así como los "asesores" de aquél Nuncio resultaron ser seglares y sacerdotes comprometidos en la acción pastoral, los de otros Nuncios fueron y son, por vocación y oficio, "voces de sus amos", resueltamente conservadores y burócratas, aunque a este quehacer le llamen "sagrado ministerio".
. Un recuerdo entrañablemente personal y agradecido para el Nuncio Luigi Dadaglio, que no conservó las "exclusivas" de sus declaraciones a los periódicos filo-eclesiásticos de entonces, el "YA" o el "ABC", y la COPE, sino que de las mismas hizo partícipes, como en mi caso, a quienes trabajábamos en los no eclesiásticos y "ateos" como ARRIBA, PUEBLO, la INTER y la cadena SER.