"Maldito el sistema corrupto y violento que perpetua el abuso" Víctima: "Maldito sea el abuso por sus causas, pero sobre todo por sus consecuencias"

Maldito sea, si.
Maldito sea el abuso
Que se impone ante la vulnerabilidad y la indefensión de algunos/as,
En cualquier situación o condición.

Maldito sea el abuso 
Que llega de dónde menos se piensa, 
De tus espacios "seguros" y en ambientes de "confianza".
Qué acontece sigilosamente en silencio, a escondidas y con cautela.
Maldito sea el descuido y negligencia a niños/as, por la fantasía de creerles protegidos y seguros por si mismos.

Maldito sea 
Por las marcas imborrables que deja,
Porque el camino de sanación y reparación queda como tarea de quién ha sido dañado,
Muchas veces cuesta arriba al sentirse cansado y solitario.

Maldito sea el abuso 
Cuyas memorias se imprimen en el cuerpo,
Haciendo estragos momento a momento.
Maldito sea por su aparición constante, ante cada malestar, conflicto, sufrimiento o dolor.

Maldito sea 
Porque aunque no se reviva la escena los significados quedan
Y de ellos el cuerpo lleva la cuenta

Maldita sea 
La necesidad del otro, que desdibuja muchas veces el amor propio;
La demanda de cuidado como si por sí mismo no pudiese uno mantenerse a salvo.
Los deseos irrealizados por causas externas ante las cuales cuesta hacerse cargo.

Maldita sea la sobreadaptación a la realidad,
Qué anula y manda a callar, 
Cómo si la injusticia mereciera estar en primer lugar. 

Maldita sea 
La indiferencia de los responsables,
De quienes no asumen lo que les corresponde y siguen generando males.
Si, maldita es, la culpabilizacion a las víctimas y la justificación a los victimarios.

Maldito el sistema corrupto y violento que perpetua el abuso,
En todos los espacios, relaciones y vínculos.

¡Qué tanta cosa maldita no se imponga ante la vida que tiene también muchas cosas bonitas!

* Nombre ficticio de un venezolano, abusado en la Iglesia católica en un momento de enfermedad y contacto con las memorias/ causas del malestar, que escribe desde el sentir.

Hoy, su caso sigue impune como muchos otros en el país, en las familias y en la Iglesia; porque la burocracia puede más que la justicia.