ANTONIO ARADILLAS Misterios insondables
(Antonio Aradillas).- Además de la estrictamente teológica -"en la religión cristiana, cosa inaccesible a la razón, y que es objeto de fe"-, la palabra "misterio" tiene las acepciones de "cosa secreta", "cosa incomprensible" o "negocio secreto o muy reservado". Añadido a la misma el adjetivo "insondable", campea su dimensión religiosa en proporción similar a como lo hace la ético- social expresada en los términos "incomprensible", obscuro", "recóndito" o "impenetrable"
En la religión, al igual que en la vida, sobran misterios. Los misterios alejan, distancian y aíslan. Impiden acercarse de verdad a lo que ocultan, encubren o tapan. No dan confianza. A veces, estafan. Aportan fatuidad, reverencias y acatamientos forzados e imposibles. Roban libertad, naturalidad y sobrenaturalidad.
En la Iglesia española, y más concretamente en la archidiócesis de Madrid, uno de los misterios, no teológicos, sino canónicos o disciplinares, en cuya revelación o descubrimiento son muchos, cristianos o no, los empeñados, y no por simples o inocentes razones de curiosidad, es exactamente el de la continuidad de su cardenal arzobispo al frente de una de las diócesis más importantes de la Iglesia universal, "Arcanidad" tan sorprendente y extraña, se acrecentó aún más en los tiempos recientes en los que, por elección, los obispos produjeron el relevo de la presidencia de la Conferencia Episcopal Española, de Mons. Rouco Varela, por Mons. Blázquez, también arzobispo, y no cardenal, pero de Valladolid.
La permanencia eviterna de Mons. Rouco, en la cúspide eclesiástica de Madrid, capital del Reino, con su explicable proyección en tantos actos civiles y determinaciones políticas y sociales de dimensión nacional, es todo un misterio. Además, insondable. Lo mismo, y de transcendencia mayor, a como puedan ser, y sean, los de carácter dogmático. Es por ello, santo, legítimo cristiano, conciliar y evangélico, que se formulen y contesten interrogantes como estos:
. Rebasados con creces los tiempos de la renuncia al gobierno de la diócesis, ¿a qué responde su continuidad en el mismo? ¿Es que en el episcopologio actual no hay nombres que puedan afrontar la responsabilidad reformadora requerida y en sintonía con las orientaciones del Papa Francisco? ¿Es que en el resto del clero, secular o regular, resulta tan difícil -imposible- la promoción episcopal de alguno de sus miembros?. ¿Es que aquello de "quis episcopatum desiderat, bonum opus desiderat", identificando "bonum" con el servicio y la disponibilidad al bien de la Iglesia, y no con privilegios, rentas y mitras, carece ya de vigencia y de "carrerismo".
. ¿No hay sacerdotes "episcopables", al comprobar por una parte cómo los quiere el Papa Francisco y, por otra, cómo, por qué y con qué criterios fueron elegidos los todavía en activo, atendiendo a comportamientos, declaraciones y "pastorales", que en ocasiones transcienden los linderos de la información religiosa diocesana?
. ¿A qué respondió, y responde, el hecho de que a determinados obispos españoles - también Cardenales, como el emérito de Sevilla-, se les aceptara la renuncia, cumplidos los 75 años "canónicos", y se olvide aplicar tal medida a otros, precisamente a los no distinguidos por su acentuado "franciscanismo" pastoral?. ¿No les podría entreabrir las puertas del "misterio insondable" a quienes, -mal pensados, pero mejor informados-, les parecen factibles y comprensibles explicaciones que tienen en cuenta otros factores?
. Los fieles cristianos, y aún los no cristianos, residentes, o no, en la archidiócesis de Madrid, reclamamos de la autoridad eclesiástica competente en sus más altas esferas, que se nos sea desvelado cuanto antes el "insondable misterio" canónico de la no aceptación de la renuncia del Cardenal de Madrid. Por cristianos tenemos el derecho a solicitarlo. Y lo hacemos con humildad, con piedad y con argumentos. El pueblo de Dios es -será- menos, o nada, "pueblo", y poco o nada "de Dios", si se limitara a "pasar" de obispos, arzobispos, cardenales o Papas, en cuya tarea y ministerio dan la impresión de estar empeñados muchos jerarcas.
. En la concelebración del "Banquete Eucarístico" - (Iglesia- Comunión, por definición teológica), es imprescindible la participación activa de todos los "comensales" -sacerdotes y laicos- , sin limitarse unos y otros a comprobar cómo "se cocinan" los nombres y las tendencias, en las interioridades políticas, eclesiásticas o para- eclesiásticas
. El pasotismo y la indiferencia con que la Iglesia de Madrid tolera y consiente este "misterio" es prueba certera del proceso de desahucio y desvitalización al que fue sometida en los últimos años, pese a que ciertas apariencias de manifestaciones gregarias seudo-juveniles, inspiradas por criterios y dineros, con sus respectivos intereses, pudieran dar a entender lo contrario. La Iglesia- Iglesia es además, bastante más que la inscrita en los listados de unas congregaciones, asociaciones, cofradías y consorcios concretos seleccionados y, a ser posible, también "selectos".