Más allá del no-dualismo y del antiteísmo Una Nueva Espiritualidad pluralista

(José Antonio Vázquez, en Cristianía).- Hoy en los grupos interesados en la espiritualidad, cercanos a las corrientes progresistas cristianas y postcristianas se habla mucho (se lleva mucho tiempo hablando en realidad) de la necesidad de una renovación, un cambio de paradigma en nuestra manera de vivir la dimensión espiritual.

Hay un gran malestar con la rigidez de la religión, malestar muy legítimo y que refleja el estado de enfermedad en que las instituciones religiosas se encuentran. La mística hoy está cada vez más velada en la institución religiosa, demasido ocupada en sostener su poder e influencia.

Hay también una disconformidad con las nuevas espiritualidades que la Nueva Era ha ido difundiendo, espiritualidades superficiales, descomprometidas y narcisistas en muchos casos, si bien, tengan también elementos aprovechables y valiosos si se asumen críticamente.

Entre las propuestas que están teniendo más éxito encuentro dos corrientes que podríamos sintetizar en la llamada corriente no-dualista y la corriente post-teísta. Como representantes de una y de otra podríamos citar a Enrique Martínez Lozano (últimamente acompañado de Xavier Melloni y Pablo D'ors en menor medida) como representante de la primera y a Roger Lenaers y John Shelby Spong como representantes de la segunda.

La corriente nodualista nos viene a decir que estamos atravesando algo más que un cambio de paradigma, estaríamos viviendo una evolución de la conciencia que Martínez Lozano resume diciendo que estamos pasando del modelo mental y dual de cognición al modelo no dual.

En lo concreto esto se expresa en pasar de una vivencia religiosa, que se considera siempre dualista, a una vivencia transreligiosa y transteísta que se considera nodualista. La nodualidad sería una experiencia que transcendería la mente y la visión relacional y se alcanzaría por la práctica del Silencio y la Meditación, hasta dejar de identificarse con el ego y sentirse uno con la Consciencia y con Todo.

El peso se pone en meditar, y desde la meditación nacería una praxis comprometida con los otros y con la liberación, si bien, no de modo voluntarista y egocéntrico sino de modo espontáneo y natural.

Es indudable que hay grandes verdades en esta visión y que era muy necesaria frente a una mentalidad occidental hiperracionalista, prometeica, pelagiana y voluntarista, que ha desgastado y quemado a tantos.

A la vez creo que es una visión que confunde la nodualidad con un modo de expresarla (el paradigma transreligioso) y que es reduccionista en su visión, además de ir acompañada de un peligro de narcisismo espiritual indudable.

La nodualidad es lo que los cristianos llamamos mística y estaría en la base de toda religión y cultura, se exprese en el paradigma que se exprese. Creer que la religión es siempre dual y que los místicos (la mayoría de los más conocidos religiosos) lo son superando su religión es, creo, un error. Los místicos religiosos lo han sido gracias a la religión, superando modos enfermos o infantiles de vivirla, pero su experiencia siempre ha terminado haciéndoles confirmar la verdad de la religión y su valor como opción espiritual legítima y tan nodual como otras vivencias espirituales no religiosas.

En la base de esta visión reduccionista que Martínez Lozano tiene de la religión está creo una errónea comprensión de la nodualidad y una confusión de la misma con el modo en que él propone expresarla hoy. No es lo mismo la experiencia con la expresión de la misma.

En ciertas expresiones parece que Enrique Martínez viene a negar que en la religión se pueda dar la no dualidad, parece que cree que la nodualidad supone siempre un transcender la religión, lo cual es una visión que no se corresponde con la historia, pues los místicos en su mayoría han sido religiosos. La religión es un modo de expresar la experiencia nodual, tan legítimo como una visión no religiosa. En muchas ocasiones mucho más profunda que ciertas espiritualidades transreligiosas.

En esta idea de la evolución de la conciencia (expresión muy problemática) hay un peligro de caer en un evolucionismo radical, pues parece que la nodualidad es producto de una evolución que se daría después de vivir la conciencia religiosa, cuando en realidad la nodualidad transciende toda evolución y está presente siempre en la historia, no es una fase de la evolución.

La nodualidad podría entenderse, más que como una evolución, como un regreso a lo que somos de verdad (asi lo suelen expresar muchas tradiciones espirituales). El evolucionismo puede manifestar una verdad pero no todo está sometido a la evolución. El mismo Teilhard de Chardin, el teólogo que reconcilió la evolución y la espiritualidad cristiana, afirmaba que al llegar al nivel de la conciencia y de la persona la evolución era transcendida. Lo que sin duda cambia (evoluciona) son las expresiones mentales de la experiencia mística o humana más plena, pero la expresión de la experiencia no se puede identificar (tampoco separar claro) con la experiencia nodual en sí.

Hay en el discurso de Martínez Lozano expresiones que parecen confundir lo uno y lo otro, e identificar la nodualidad con la espiritualidad no religiosa que sucedería al paradigma religioso actual. Pero una espiritualidad no religiosa no tiene necesariamente que ser nodual puede ser un mero humanismo que en realidad niegue la experiencia nodual.

También es ambigua la descripción que Martínez Lozano hace de la propia experiencia no dual. Si por un lado se dice que es "unidad en la diferencia" y que lo abraza todo, por otro se dice que donde hay una experiencia relacional hay dualidad y por tanto no puede haber nodualidad. Es sorprendente esta visión, que le lleva a criticar el lenguaje religioso y le hace creer que donde se expresa alteridad no puede haber no dualidad.

Raimon Panikkar ya advirtió que el término advaita era mejor traducirlo por "adualismo" que por nodualidad, dado que es una experiencia que necesita de la dualidad, no para transcenderla, sino para vivir la propia experiencia en sí. La dualidad y alteridad es un elemento intrínseco de la experiencia nodual. Una experiencia que no se viva en relación del algún modo, no es nodual. En el cristianismo la corriente nodual se expresa precisamente a través de la Trinidad, que es pura relación. La experiencia nodual es relacional por definición.

Raimon Panikkar

De esta miopía se induce que de lo que habla Martínez Lozano se parece más a la enfermedad zen o quietismo, que ve en la relación, la historia, la persona, el lenguaje, la mente, etc... realidades duales y no dimensiones intrínsecamente presentes en la experiencia de la nodualidad.

Como decía también Panikkar para llegar a la cumbre (nodualidad) se necesitan los caminos (la mente) pero además si los caminos desaparecen también la cumbre lo hace. La experiencia nodual es una experiencia mental y transmental, histórica y metahistórica, individual y transindividual, etc... No tiene sentido oponer un modo dual a un modo nodual en realidad, pues sin ser lo mismo, el modo nodual solo se puede vivir a través del modo mental y no dejándolo atrás.

De esta forma, es comprensible que se crea que para vivir en la nodualidad hay sobre todo que estar en silencio y en meditación, y que cuando se está hablando, relacionándose o comprometiéndose no se está en modo nodual, salvo que previamente se haya meditado y se viva en una especie de estado de iluminación permanente. Pero lo que nos dicen las sabidurías no duales tradicionales es que hay que "perder" esos estados alterados de iluminación permanente. Un rasgo del neoadvaita es creer que la experiencia nodual consiste en vivir en un estado permanente de iluminación. El nodualismo tradicional es muy crítico con estas formas de espiritualidad neoadvaita, que tildan de narcisistas.

Lo cierto es que una espiritualidad centrada fundamentalmente en el silencio y la meditación no es una espiritualidad no dual, es un espiritualismo narcisista. Las místicas siempre invitan a superar ese silencio y esa meditación y volver a la vida cotidiana, al mercado, pues solo ahí se da la nodualidad.

En cierto sentido, la propia nodualidad ha de ser superada, perder la "iluminación" dirían en el zen o vivir en una pobreza (sencillez) fecunda, diría la mística cisterciense católica. Como decía Abhishiktananda (Henri LeSaux) hay que ir más allá de este tipo de "nodualidad" (haciendo una crítica al vedanta advaita de tendencia monista, que defienden los seguidores de Shankara y que Enrique Martínez parece tener por referencia principal, a través de uno de sus maestros, el neoadvaita Shesha).

Henri LeSaux

Decir que el silencio y la meditación ya son compromiso en sí mismos o que llevan al mismo de forma natural sería un error, la meditación y el silencio no llevan necesariamente a la nodualidad ni al compromiso ético, por eso es totalmente legítimo hablar de la necesidad de unir mística y compromiso, para evitar estos espiritualismos que se han dado y se dan en la historia de la espiritualidad.

Esta crítica que hago nace desde la propia perspectiva de la nodualidad y no desde posturas que desconocen lo que es la nodualidad como en ocasiones estas corrientes argumentan contra quienes les señalan sus peligros y errores.

Otra sensibilidad aparentemente alejada de la nodualidad nos encontramos en las propuestas de Lenaers y Spong, preocupadas más por hacer una relectura de las expresiones de la teología y los dogmas cristianos para hacerlos comprensibles y significativos en la época moderna.

Curiosamente coinciden con la propuesta anterior en su crítica a la religión y al teísmo entendido como una visión heterónoma, que resulta alienante e inaceptable para la cosmovisión científica de la humanidad occidental contemporánea.

Creo que sus reflexiones son muy valiosas para traducir expresiones que hoy ya no se entienden y necesitan una adecuada hermenéutica, y cuestionables cuando reducen la religión o el teísmo a una caricatura, que sin duda se ha dado y muchos han sufrido, pero no es la esencia de la religión. Insistir en que pasemos necesariamente a un paradigma post-teísta y postreligioso sigue siendo un reduccionismo y, si caen en el autoritarismo de negar validez a lo religioso, sigue siendo una propuesta poco pluralista.

Por supuesto, me parece una forma legítima de vivir el cristianismo pero creo que no tiene porqué ser la única; es una perspectiva que tal y como la están difundiendo estos autores termina siendo una postura incapaz de dialogar con otras perspectivas, como las teístas. Por eso no creo que sirva para construir un nuevo paradigma que entiendo debería ser lo más inclusivo posible.

Por otro lado, desconocen la importancia de la experiencia nodual como fundante de cualquier cambio real en la espiritualidad o en la historia. Por eso, es impotente para producir ese cambio, si bien, puede aportar sin duda a él.

Creo que efectivamente caminamos hacia una nueva forma de vivir en general, estamos en un momento kairológico, más que en una fase nueva de la evolución de las mentalidades, un momento fundante desde lo más profundo. Algunos hablan de un tiempo axial por ello, cualitativamente diferente a todo lo vivido.

Para descubrir y construir el nuevo paradigma necesitamos una experiencia mística desde la cual poder abrirnos a una nueva cultura y cosmovisión que construya armonía y diálogo entre las múltiples perspectivas legítimas, a la vez que se oponga a aquellas formas o instituciones enfermos o injustas. No basta pues con meditar para alcanzar esa experiencia mística, hay que comprometerse en el cambio, hay que vivir una compasión efectiva, personal, social y política. Tampoco basta solo con comprometernos socialmente a vivir desde la compasión, pues sin una experiencia profunda de transformación difícilmente puede vivirse esa compasión de modo auténtico.

La experiencia fundante será pues nodual (pero una no dualidad no monista ni quietista), una experiencia de conexión con todo y todos sin dejar de ser lo que cada uno es, una experiencia relacional que se expresará luego en formas que promuevan el diálogo, el pluralismo, pero también la unidad en la diversidad.

Frente al pluralismo radical, el nuevo paradigma también aceptará elementos comunes a todos, descubiertos a través del diálogo colectivo; no es cierto que los diversos paradigmas sean incomparables e incomensurables, existe una dimensión común que hace que se puedan comunicar estos paradigmas, que encontremos equivalencias entre sus elementos y que se puedan criticar. No todos los paradigmas y culturas son igualmente válidos en todas sus expresiones, existiendo así expresiones más inclusivas y adecuadas con la naturaleza común del ser humano y otras más alejadas, que deben ser también objeto de crítica, incluso de oposición si se demuestran como insanas o injustas. La justicia y la compasión no son valores "relativizables".

En cualquier caso, el pluralismo, la escucha y el dialogo serán valores esenciales que impedirán caer en imperialismos o etnocentrismos y abrirán a una actitud de aprendizaje mutuo intercultural e interpersonal. La noviolencia activa debería ser la forma esencial de combatir la injusticia.

Lo premoderno sano, lo moderno y lo postmoderno sanos, podrán contribuir a la creación de esta nueva cosmovisión, que no se concebirá como un simple superar lo anterior sino como una integración de todas las perspectivas sanas nacidas en el momento histórico que sea.

La visión evolucionista moderna debería ser integrada y transcendida con una visión que es consciente de realidades que están más allá de la evolución, la epistemología científica debería superar su estrechez para abrirse a un pluralismo epistemológico que aceptara la realidad espiritual como dimensión humana esencial.

Lo espiritual y lo político cobran así una importancia esencial para dar a luz a ese nuevo tiempo, ese nuevo paradigma o paradigmas que nos hagan superar los reduccionismos, autoritarismos e injusticias escandalosas del mundo que declina.

Como decía Thomas Merton: "Lo único capaz de salvar al mundo de un completo colapso moral es una revolución espiritual".

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