Antonio Aradillas Obispos discentes y docentes

(Antonio Aradillas).- Principio y norma pedagógica son tan obvios y elementales, que no precisan ninguna explicación, se trate de obispos, de clérigos y laicos en cualquier situación o categoría. El ejercicio de la docencia - enseñanza requiere, por definición, haber superado antes los correspondientes grados -universitarios o no- , que atestigüen la capacitación-preparación en la materia -las asignaturas- de la que se ostenta la titulación académica de "docentes".

En nuestro caso y reflexión, urge proclamar que los obispos -todos los obispos- , antes que "docentes", son, o al menos debieron haber sido, "discentes", es decir, receptores de esa misma enseñanza. Como el término "decente" se encuentra en páginas "prójimas" académicas, en cualquier caso, y para toda clase de ejercicios, la condición de "honrado, digno o respetuoso con los principios morales", se da libérramamente por supuesta.

Como tareas tan ministeriales han de afrontarse permanentemente en la vida, sin opción alguna para permitirse el lujo de por fin, y ya, se está, o están los demás, formados e informados, es provechoso tomar en consideración, las reuniones del Episcopado para acentuar algunas de las asignaturas "religiosas" pendientes de profundización en su estudio y actualización, siempre, y por encima de todo, al servicio y común-unión con el pueblo.

Las tres tablas, o resúmenes sociológicos, que inserto en el contexto de mi reflexión, son "principio y fundamento", personal y colectivo, para quienes sientan de alguna manera la responsabilidad en la Iglesia, con mención sacrosanta para su jerarquía. Son tan serios y variados los estudios, que me ahorro comentarlos, convencido de que otros lo harán con humildad y mayor acierto.

En toda reunión, y más en la que se invoca con solemnidad y se hace presente el Espíritu Santo, son muchos y plurales los temas que han de tratarse, lo mismo en sesiones públicas, que en tertulias y "corrillos" entre "colegas", amigos o "hermanos en el Episcopado". Tomándole el pulso a la situación en la que vivimos y en su relación con la Iglesia, diocesanos -sacerdotes y laicos- están convencidos de que los puntos de examen, de reflexión y de información que afloren entre los obispos, habrán de coincidir más o menos con estos:

. Promoción de la Iglesia sinodal, en fiel consonancia con los deseos e intenciones del papa Francisco. La Iglesia hoy, o se entrega de verdad al espíritu y exigencias de la "sinodalidad", o pierde irreversiblemente el tren de la historia. De tan manidos como están, y de tantas esperanzas frustradas como se registran día tras día, apenas si ya sería noticia cualquier referencia a la relación Iglesia-mujer, celibato opcional o temporalidad de la acción ministerial. Son temas ya superados por quienes piensan y creen estar al corriente de tan perseverantes orientaciones pontificias "franciscanas".

. Nada de cesaropapismos, de añoranzas constantinianas y "carlomagnianas", de los Reyes Católicos, ni de los cardenales- arzobispos de Toledo "terceros reyes de España". (¡Qué tiempos aquellos, amigo don Braulio¡) . Todas esas historias, estilos y formas de vivir la Iglesia, aún "canonizadamente", están feliz y evangélicamente superadas y su sola añoranza es pecado y afrenta para propios y extraños.

. Nombramientos de obispos -y estos "ad tempus"-, "catalanidad" de los mismos, colonización -sí, colonización,- de las diócesis de unas Comunidades por otros procedentes de distintas "nacionalidades" o "países", aún en la España de las Autonomías, cierre de conventos por falta de vocaciones, envejecimiento de sus moradores o moradoras, hasta poner en peligro la existencia de la vida contemplativa, serían temas sobre los que girarán las reflexiones de los miembros del Episcopado.

. Ejes de estas consideraciones lo serán así mismo las relaciones con la política -patriótica o no- de algunos, y el eco desedificante que produce en el pueblo de Dios y hasta en los mismos "ateos", el comportamiento y las "pastorales" de obispos y arzobispos "independientes" e insolidarios, cortejados por curas y frailes, cuyos "privilegios" religiosos - con inclusión de palacios, inmatriculados o no, y nóminas oficiales-, estarán prestos a "impiadosas" desamortizaciones.

. La pluralidad entre lo sagrado y profano, superación de la era de la cristiandad en la que se vivió, y todavía se vive, la abisal diferencia existente entre cristianizar y evangelizar el mundo , la "koinonía" -servicio, como índice y testimonio de vida, vivir "en", "por" y "para" la comunidad ... como capítulos-clave en la formación religiosa, la deserción y desertización de los templos y actos de piedad y de culto... proporcionarán elementos de juicio para llenar los tiempos y lugares de los que disponen los señores obispos en sus reuniones y posteriores y "autorizados" comunicados de prensa.

. "Docentes", antes y después de "discentes", los obispos se "doctorarán" entre sí, referente a las demandas de renovar las instituciones eclesiales, para que les sirvan de cauces el amor - la Común-Unión-, la escucha, el diálogo, las iniciativas, la acogida, el intercambio recíproco, la cooperación y participación entre unos y otros y la vivencia de la comunidad, con profunda y valiente renovación litúrgica, tanto interna como externa.

. En tan decisiva y determinante reflexión, les orientará el principio, desconcertante para algunos, de la necesidad de "una Iglesia sinodal como pirámide invertida, que integre al pueblo de Dios, al colegio episcopal y al sucesor de Pedro". Hoy por hoy, Tanto o más que "docentes", los obispos habrán de sentirse, ser y ejercer de "discentes".

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