Antonio Aradillas El Papa Francisco en Madrid

(Antonio Aradillas).- Imagen fiel y veraz de la Iglesia oficial en la capital de España, con la correspondiente connotación en la Conferencia Episcopal en calidad de Vicepresidente, es en la actualidad el Cardenal Arzobispo Mons. Carlos Osoro.

En tiempos anteriores lo fue Mons. Rouco Varela, presidente además de la referida Conferencia. Por cierto que, como dato curioso, entre tantos, es de reseñar que, significando la boda de la hija del entonces presidente del Gobierno, uno de los episodios político-sociales de mayor relevancia en la historia y administración de los últimos tiempos, los medios de comunicación, expertos en bodas y en politiquerías corruptas e incorruptas, no le prestaran atención alguna al concelebrante principal y adjuntos, en la solemne celebración sacramental del nuevo matrimonio.

Considerado ya desde el principio, y unánimemente, el nombramiento del arzobispo de Madrid el nuevo Cardenal, como genuino, sosia, "doble" y encarnación del estilo que distingue y hace ser Francisco al Papa actual, creo que interés para la comunidad eclesial, estas sugerencias:

En no pocos sectores de la Iglesia "franciscana" de Madrid, cunde el desaliento al comprobar "no ser verdad tanta belleza", dado que las cosas, en general, siguen como antes, y que el ritmo impreso a cambios tan deseados y tan necesarios apenas si son perceptibles, aún desde la infinita y misericordiosa comprensión de que las tradiciones, los intereses y las rutinas, canónicas o no, imprimieron "carácter religioso" -dogmático- a tan largos y desoladores periodos clericales de tiempos pasados.

Los curas, su pastoral y sus procedimientos evangelizadores han experimentado transformación muy escasa. Los sermones, las misas y la liturgia son igualmente aburridos y asépticos, lo que explica y acrecienta el éxodo de las mismas de jóvenes, y aún de mayores. Recientes encuestas avalan, por ejemplo, el dato de que los matrimonios "por lo civil" superen ya al de los matrimonios "por lo canónico".

Precisamente en este ámbito sacramental son pocos los pasos, tímidos y tan proclives a la anatematización, que dan algunos "atrevidos" pastores de almas, siendo comprensivos al dar la Comunión a los ex casados por la Iglesia, y que ahora viven otro -tal vez el auténtico-, matrimonio.

La desolación es generalizada, absurda y opuesta a la razón, en la relaciones Iglesia-mujer, ilegitimada esta para compartir responsabilidades eclesiásticas con los hombres, con inclusión del sacerdocio, y en no pocas parroquias, hasta impedidas para impartir la Comunión. El número de rectores de iglesias, educados, o pertenecientes a movimientos "conservadores", crece, se impone y es bendecido e indulgenciado más cada día, por lo que la cocina, la casa y la hilaza de los tiempos clásicos en los ámbitos pastorales, vuelven a enraizarse, mientras que sus compañeras y amigas irrumpen con largueza, donosura y efectividad, en legítima competencia con los varones, en todas las profesiones y oficios.

Los medios de comunicación social de los que se sirven los organismos curiales, como los Boletines Oficiales, hojas parroquiales, emisoras de radio y televisión y otros modernos, carecen de profesionales, o estos, con votos canónicos o sin ellos, se sienten constreñidos por miedos ancestrales y descalificadoras amenazas en esta vida y en la otra. Es difícil que otra organización, y otros organismos, dispongan de medios tan ineficaces como la institución eclesiástica -también la madrileña- para expresarse con sus feligreses, por lo que la comunicación- comunión, en definitiva, sean tan pobres.

Los representantes de la Iglesia de Madrid, y de tantas otras Iglesias locales, "están en sus cosas", por lo que, o llegan tarde, o no llegan jamás, con denuncias y ejemplos de vida, en circunstancias excepcionales de lugar y de tiempo, como en temas de violencia de género, desahucios, desplazamientos, libertad de expresión, pobrezas, discriminaciones, corrupciones ... Y es que, con símbolos tan extravagantes y extraños, como los mitrales, desde sedes-tronos y palacios pontificales, no son inteligibles las palabras, por muchas citas evangélicas con las que se avalen.

Efectuado, con todo respeto y consideración personal y religiosa, el sigiloso sondeo de las votaciones, ¿Cuántos obispos, sin excluir el de Madrid, optaron por "Podemos" y cuantos por el PP? ¿En cuantos votantes influyeron a la hora de la elección de los colores de los respectivos partidos políticos? ¿Qué nota de calificación y comportamiento, en conformidad con el evangelio y a favor de los pobres, contienen los programas de unos y otros?

Ser, y ejercer, de Papa Francisco en cualquier diócesis -también en la de Madrid-, es tarea y ministerio ciertamente difíciles, es decir, "que no se puede entender o conseguir sin mucho esfuerzo". No obstante, para Dios y su gracia "nada es imposible", aunque, siguiendo el ejemplo del Papa, sea imprescindible haber tenido, y tener, que cambiar el nombre de Jorge por el del "pobrecito" de Asís. Al Papa Francisco se le espera, pero todavía no ha llegado a Madrid.

En vísperas, parece que ya inminentes y profundas, de renovaciones televisivas -"TV-13", y de sus tertulias- déjense, por amor de Dios, de "políticas partidistas", aminoren las "familiares" y "de entretenimiento y diversión" y afronten las de temática auténticamente religiosa, con especialistas audaces, serios y comprometidos en la materia, aunque cunda el "escándalo" en algunos sectores de la "comunidad eclesial", -más bien eclesiástica-, pero en conexión real directa y comprometida con el Papa Francisco y con sus signos y sus enseñanzas.

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