¿Qué pasará con los y las SODÁLITES que de buena fe creyeron que el camino era bueno? "Parece que hay que hundir la barca, para que todos mueran ahogados"
"Quien no es capaz de reconocer al débil y lo castiga con dureza, esconde algo NO SANTO"
"¿Qué pasará con los y las SODÁLITES que de buena fe creyeron que el camino era bueno y los guías también, quizás no tanto como lo que pensaban?"
"Algunos de ellos/as se creyeron muy chéveres, los mejores de la Iglesia, con sotana y hábito limpias, bien planchadas, sin responsabilidad parroquial, queridos y admirados por muchos. Una especie de élite de una nueva cara de la Iglesia. No eran ni el Opus, ni los Legionarios. Eran mejores y más limpios"
"Algunos de ellos/as se creyeron muy chéveres, los mejores de la Iglesia, con sotana y hábito limpias, bien planchadas, sin responsabilidad parroquial, queridos y admirados por muchos. Una especie de élite de una nueva cara de la Iglesia. No eran ni el Opus, ni los Legionarios. Eran mejores y más limpios"
| Anastasio Gallego
Leía algunos artículos sobre el tema del SODALICIO y se me amontonaron un sinfín de recuerdos y de lecturas de la historia de la Iglesia y de las órdenes, congregaciones e institutos de vida religiosa; también me vino a la mente el último viaje a Roma de una comisión del gobierno de Aragón que, entre otras cosas, decía la prensa, llevaban el pedido de rehabilitar al Papa Luna.
También se me amontonaban imágenes de actos de miembros del SODALICIO, en sus distintos niveles desde laicos y laicas, consagrados, religiosas (o como las llamen) que iban desde emisión de los votos o promesas hasta ordenaciones de presbíteros, vigilias de Resurrección y Pentecostés, y Eucaristías llenas de entusiasmo.
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A mí me chocaban, y chocan, las liturgias tan pegadas a las “rúbricas”, como se decía antes, tan “acartonadas”, tanto incienso con inclinaciones de cabeza y presbiterios que se me asemejaban a tronos feudales. Yo echaba de menos la participación de la asamblea en cantos, signos de la vida cotidiana, etc. Me decía “ya son otros tiempos”.
Los que venimos del Concilio Vaticano II hicimos el camino de convertir el TEMPLO DE DIOS en CASA DE LA COMUNIDAD; el SACERDOTE, en quien preside la Asamblea de la Comunidad junto con los otros ministerios; el NO HABLAR EN LA IGLESIA (¡cuántas veces tuve que confesarme de niño por haber “hablado en la iglesia”!) al alboroto de niños y hermanos, hasta de perros en el templo a quienes todos les sacaban de la “misa”, a menos que estuvieran dormidos. Por aquí, hasta no hace mucho, se usaba el dicho “más perdido que perro en misa”.
Si, me chocan los alzacuellos clericales y las sotanas, negras o blancas, o los hábitos. Solo falta que besen la mano, porque la bendición la siguen pidiendo.
Ahora veo lo que va saliendo: una parte de lo que había y habrá (me supongo) debajo de tanta apariencia de pureza y santidad y cumplimiento de la rúbrica. Y van saliendo las sorpresas y los desencantos. Y también los dolores por lo que “yo creí que eran y no han sido”.
Y me vienen los recuerdos de las enseñanzas de Juan de la Cruz: desconfiar de la severidad extrema y externa e incomprensión de la debilidad humana de quien empieza la “subida del monte”. Quien no es capaz de reconocer al débil y lo castiga con dureza, esconde algo NO SANTO.
Pero… de ahí a pedir “hundir la barca para que todos mueran ahogados” hay mucho trecho. Olvida a quienes, de buena fe, creyeron encontrar un camino. Olvida aquello de “¿quieres que arranquemos toda la cizaña?”.
Y, me disculpan, pero me recuerda algo que vivieron hace poquitos años en una iglesia local: “por no estar en la línea de la Iglesia, váyase Sr. Obispo a su tierra”, y en lugar de “descalzos” mandaron a unos con botas hasta la rodilla. Y los seis recibieron la orden de dejar su trabajo de más de 40 años en 48 horas. Menos mal que un hermano-superior tuvo el valor de decir: “mis frailes no son unos delincuentes. Saldrán con la frente en alto y cumpliendo la orden de salida, no nos apegamos a las cosas”. Hoy, están muertos el obispo y el superior. Los otros… han vuelto luego de 10 años pero con 10 años más encima. Todos pasan de los 70 años. Y han vuelto con los mismos anhelos, con el corazón que necesitaron “corazonar” de las manos franciscanas-capuchinas.
NO comparo los dos casos, ni muchísimo menos. Son y fueron dos situaciones totalmente distintas. Pero también hubo quienes tiraron piedras contra TODOS queriendo “hundir la barca con todos sus ocupantes”
Por eso ¿qué pasará con los y las SODÁLITES que de buena fe creyeron que el camino era bueno y los guías también, quizás no tanto como lo que pensaban? Ahora están viendo ya parte de lo que había detrás de tanta severidad. Han visto, o están viendo, el coraje y la valentía de quienes habiendo visto y sufrido destaparon lo que estaba oculto, porque “nada hay oculto que no se llegue a saber”.
Y se preguntarán: “¿es tan mala la barca, o solo el capitán y algunos de sus ayudantes?” ¿Hemos remado tan mal que no nos hemos dado cuenta de que el timón, los remos y las tablas estaban podridas?
Teresa de Jesús las pasó malas con la Inquisición, habrá tenido tanto miedo, que llegó a decir viendo la muerte venir: “al fin, muero hija de la Iglesia”.
Definitivamente, el crisol va sacando el oro libre de impurezas. Y el oro que sale ¿quedará libre de impurezas? ¿Habrá alguien que quiera lanzar todo al estercolero o también el que recogerá el oro limpio luego del fuego del crisol?
En una oportunidad, un obispo-santo, (que conocí) mandó a uno de sus curas que acompañara unas semanas a un ciego para que se distrajera un poco paseando. El cura viendo la orden le dijo al obispo: “tienes tan pocos curas. ¿Por qué me mandas a pasar el tiempo acompañando a un ciego?”. Y el obispo le contestó: “es una cura de humildad. El necesita de tus ojos para caminar”.
Tal vez, para el SODALICIO, y para quienes quieran seguir, es una cura, muy dolorosa, de humildad. Algunos de ellos/as se creyeron muy chéveres, los mejores de la Iglesia, con sotana y hábito limpias, bien planchadas, sin responsabilidad parroquial, queridos y admirados por muchos. Una especie de élite de una nueva cara de la Iglesia. No eran ni el Opus, ni los Legionarios. Eran mejores y más limpios.
Ahora ven que entre los que estaban en la casa no todos eran santos ni puros.
Debe se ser un dolor inmenso ese descubrimiento. Y no es la Inquisición, es FRANCISCO, el Papa de olor a oveja, el samaritano. Es la mezcla de Ignacio de Loyola y Francisco de Asís. Este ha visto lo que vio el otro: una Iglesia con unas piedras podridas y otras sanas que había que restaurar.
Y espero que no les dejará tirados en el camino. Será el “buen samaritano” que ha visto al asaltado por ladrones y, luego de preguntar, les limpiará las heridas mientras se tuercen de dolor, les curará, les montará en su cabalgadura; les llevará a la posada y pagará su curación.
Y para quienes no estamos en ese mundo, nos sigue dejando la misma lección: “el que esté libre de pecado que lance la primera piedra, porque “unos te alabarán de palabra y otros de obra”. Es la noche oscura en pos de los levantes de la aurora.
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