La responsabilidad de los medios de la Iglesia a la hora de informar Pederastas e informadores religiosos
Resulta insólito y bochornoso que el pueblo-pueblo haya tenido que saber estas y otras cosas, gracias a la profesionalidad del grupo de periodistas de EL PAÍS, que “pasaban por allí” y les llegaron noticias de cuanto estaba aconteciendo en colegios , noviciados religiosos, seminarios, Casas de Formación, o de Ejercicios Espirituales
¡Por amor de Dios, señores informadores religiosos, jubílense cuanto antes, y abandonen su misión-sacramento y Evangelio- , con el fin de que otros , si todavía quedan, actúen con la libertad que demanda el ejercicio de la “información religiosa”!
Aprovecho la publicación de la lista de denuncias de los abusos sexuales del clero en España, ya en manos del papa, para sugerirles a sus protagonistas y adláteres, que dejen sus cargos nacionales, diocesanos o parroquiales y, con las fórmulas al uso -renuncia o jubilación- se dediquen cuanto antes a otros menesteres, como a la oración y a hacer penitencia.
De entre quienes de alguna manera han intervenido, e intervienen en escándalo tan bochornoso, acentúo el relacionado con el departamento de la prensa y de sus “informadores religiosos” en sus demarcaciones y medios de comunicación respectivos, al menos en 31 diócesis y otras tantas Congregaciones Religiosas.
¿Sabían o no sabían estos profesionales cuanto acontecía con curas, monjas, monjes, niños y niñas en los diversos ambientes y departamentos eclesiásticos o adjuntos? ¿No lo sabían, o a lo que sabían entonces no les prestaron atención e importancia? ¿Acaso no está demostrado que un “informador” es tan conocedor de secretos sociales -también delictivos-, tanto o más que los profesionales “de carrera”, oficiales del ramo? ¿Por qué no denunciaron tamaños “deslices”, es decir, “tropelías”, a sus respectivos obispos y superiores, y además no los publicaron en los medios de comunicación de su competencia diocesana y extras?
Resulta insólito y bochornoso que el pueblo-pueblo haya tenido que saber estas y otras cosas, gracias a la profesionalidad del grupo de periodistas de EL PAÍS, que “pasaban por allí” y les llegaron noticias de cuanto estaba aconteciendo en colegios , noviciados religiosos, seminarios, Casas de Formación, o de Ejercicios Espirituales (¿?).
Comprendo que, “premiados” todos los informadores religiosos de incensarios proporcionados para tratar -informar- de sus cosas, -las de la Iglesia-, sus ámbitos de libertad sean tan parcos y estén tan dirigidos. Comprendo que la obediencia no siempre es voto o promesa, sino que hay que traducirla a sumisión y a sometimiento . La ida es la vida y clericalmente hay que vivirla como se puede y además y sobre todo, “en el nombre de Dios” y “en conformidad con su voluntad santísima,” en la que no habrá jamás lugar para “escandalizar” al personal y robarle” prestigio” -poder- a la clerecía .
¡Por amor de Dios, señores informadores religiosos, jubílense cuanto antes, y abandonen su misión-sacramento y Evangelio- , con el fin de que otros , si todavía quedan, actúen con la libertad que demanda el ejercicio de la “información religiosa”!
Es criterio bastante difundido en el ámbito de la comunicación, que es en la propia Iglesia es donde con más cortapisas, limitaciones y controles de procedencia inquisitorial, con mayor y más estricta proporción han de ejercer y llevar a la práctica los ”Nihil Obstat” los profesionales de la información , sometidos a cánones caducos, en vías de extinción y limítrofes con los sagrados preceptos de la libertad de expresión recogidos en las Constituciones de los Estados modernos. El AMÉN siempre y en todo , parece todavía ser la única y verdadera palabra de Dios.
El estilo que encarnan los informadores religiosos, a la medida de la CEE y de todos y cada uno de los epíscopos que la conforman , no es el de los evangelios. Es frecuentemente hipócrita y farisaico. Es político. Es el “oficial” de los “ornamentos sagrados”, de las catedrales y de los palacios. Es para guardar las formas, dentro de un orden, con Concordatos y añadiduras, siempre a favor delos intereses, también materiales, del gremio clerical y de la institución, y sin levantarle la voz a los que mandan y deciden, y unos y otros no son precisamente los pobres
Por lo visto, oído y comprobado, de la COPE, propiedad de los obispos, no es posible asegurar que sea “palabra de Dios”. Más que de los pobres, lo es de las empresas, que la mantienen con la publicidad y otros medios, por supuesto, todos legales y lícitos.
Y con referencias a la COPE, a otros medios de comunicación e informadores “religiosos”, muchos se conformarían con que estos fueran tan libres y gozaran de idéntica libertad en religión, como , por ejemplo, lo hacen en la sección de deportes o en la de la política y las politiquerías…
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