"¿No sería académicamente más correcto y apropiado referirse al 'manso'?" Faltan 'Pegasus' y sobran '¡Bravos!' (En la Iglesia)

Premios Bravo
Premios Bravo

"Sea por lo que sea, la Iglesia está también necesitada de que 'Pegasus' se haga presente con frecuencia y con todas las garantías teológicas"

"¿Manipuladores de los 'Pegasus' que optaron por 'trabajar' al servicio del Evangelio, con o sin 'Nihil Obstat', y las bendiciones de la Iglesia oficial? Son no pocos"

"Por poner un ejemplo, ya en vísperas de la solemne proclamación de los premios '¡Bravo!': ¿para cuándo premiar a los periodistas de 'El País' que han denunciado y denuncian con tanta profesionalidad, documentación y riesgos, los casos de pederastia clerical?"

"¿Qué teólogo que muestre algún leve afecto por la Teología de la Liberación, puede aspirar al reconocimiento episcopal de “¡bravo!”?"

"¿Qué le impide aspirar jerárquicamente a tal premio el historiador y periodista Vicens Lozano, por su 'Crónica de los secretos y escándalos mejor guardados en el Vaticano'?"

"La Iglesia está falta de otros '¡bravos¡', y a estos, y a los medios de comunicación de los que son sus titulares y poseedores los obispos – COPE y LA TRECE-, no les vendrían mal algunos servicios especiales a lomos de los equinos 'Pegasus'"

Siempre al borde de que “Pegasus” organice nuevas cabalgadas por los ámbitos electorales hispanos, con todas sus consecuencias en la diversidad de sus ramificaciones políticas, económicas y de convivencia en general, no estarán de más estas y otras reflexiones. Por supuesto, y dados el carácter y la condición de la RD. “de nuestros amores”, ellas -las reflexiones- encajarán primordialmente dentro del marco relacionado con la Iglesia.

“Pegasus” –“espía perfecto e indetectable”- está, y estará, sigilosamente dispuesto a servir a quien, o a quienes -personas, instituciones y organismos- les sirvan a él las pingües cantidades de dinero apalabradas, que seguramente el paso del tiempo y la técnica democratizarán y abaratarán en beneficio de muchos.

El nombre de “Pegasus”, de la reciente y apisonadora actividad de la política patroneada por todos los medios de comunicación social, responde al personaje de la mitología griega, que configura el caballo con alas, que se relaciona con Zeus, dios de quien fue su equino predilecto, nacido de la sangre de Medusa, a quien mandó decapitar Perseo. El mismísimo Zeus le premió cediéndole un lugar privilegiado en el Olimpo, al que accediera nuestro protagonista con mítica facilidad, al que, por lo visto y estudiado, jamás tuvo a bien acceder a pisar el suelo y, por tanto, preocuparse y ocuparse de las cosas terrenales. Que no se nos olvide que hoy “Pegasus” es también una constelación, y que su relación con lo religioso, lo mítico y lo mágico sigue vigente, lo que explica el recuerdo que le dedicamos.

Y es que además, sea por lo que sea, la Iglesia está también necesitada de que “Pegasus” se haga presente con frecuencia y con todas las garantías teológicas, aunque estas no siempre, y por ahora no resulten ser ni canónicas ni litúrgicas. Con haber sido y ser inspiradas por el Evangelio es suficiente, y es lo que de verdad justificaría la existencia de cuantos “Pegasus” aparezcan por las Curias, las catedrales, las Nunciaturas, las Conferencias Episcopales y los concilios, sin dejar de lado los conciliábulos y aún los mimos cónclaves.

Grave-gravísimo- pecado sería obligar a “Pegasus” a que le fuera infiel al Evangelio, así como a que se dejara comprar o manipular y menos “en el nombre de Dios, lo que es una de las tentaciones que con frecuencia han de asaltarles por los caminos de peregrinaje de quienes definen la vida y actividad de los “Pegasus” cristianos y más de los de su jerarquía.

¿Manipuladores de los “Pegasus” que optaron por “trabajar” al servicio del Evangelio, con o sin “Nihil Obstat”, y las bendiciones de la Iglesia oficial? Son no pocos, y de gran importancia y relieve clerical, con cuantos aditamentos y dicasterios son citados expresamente en la reforma que el papa Francisco ha asumido, quiera Dios que con todas sus consecuencias y sin limitaciones que algunos malévolamente calificaran de “inmisericordes”.

Por poner un ejemplo, ya en vísperas de la solemne proclamación de los premios “¡Bravo¡”, para quienes “trabajaron al servicio y a favor de la dignidad de¡ hombre, de los derechos humanos y valores evangélicos” en el pueblo de Dios, son muchos los que se formulan estas preguntas, pensando en los beneficiados en la edición de este año, y al margen del concedido a “Las Edades del Hombre” y algún que otro caso más:

Qué es eso de “¡Bravo¡” cuando el diccionario define el término “bravura” como “valentía para emprender acciones difíciles y peligrosas”? ¿A qué “bravo” canoniza, o premia, la Iglesia “oficial” al dictado de la CEE? ¿No sería académicamente más correcto y apropiado referirse al “manso”, con expresa mención a “una persona que es suave o dócil, y que obedece o cumple lo que se le manda”?

¿Para cuándo, por achuchar más el ejemplo, premiar con “¡bravos¡” -¡”bravísimos¡”- a los periodistas de” El País” que han denunciado y denuncian con tanta profesionalidad, documentación y riesgos que, los casos de pederastia clerical que han asolado y arrasado grandes parcelas de la institución eclesiástica, mientras que los oficialmente “bravos” se limitaban a ocultar tanta podredumbre y por cuya docilidad eran y son premiados y agasajados? ¿Qué teólogo que muestre algún leve afecto por la Teología de la Liberación, puede aspirar al reconocimiento episcopal de “¡bravo¡”? ¿Qué le impide aspirar jerárquicamente a tal premio el historiador y periodista Vicens Lozano, por su “Crónica de los secretos y escándalos mejor guardados en el Vaticano”? ¿No es definitivamente la “bravura” labor y vocación de los informadores religiosos, sin necesidad de que los especialistas en otras secciones de la prensa “les saquen a estos las castañas del fuego”?

La Iglesia está falta de otros “¡bravos¡”, y a estos, y a los medios de comunicación de los que son sus titulares y poseedores los obispos – COPE y LA TRECE-, no les vendrían mal algunos servicios especiales a lomos de los equinos “Pegasus”, pero no los que solo se desplazan de acá para allá con alas, sino poniendo sus patas en el santo suelo.. La “Comisión Interdicasterial” creada recientemente por el papa Francisco, vigilará los pasos “alados” de estos “Pegasus”, a no ser que algunos lleguen a indulgenciar “cortarles las alas”.

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