"En la Iglesia las disculpas son más raras todavía" El Rey se confiesa

(Antonio Aradillas)- "Regia", "real", y "señorial" para la mayoría, y "arrogante", "soberana" y todavía "poderosa" para pocos, S.M. el Rey efectuó una disculpa-confesión que, al margen de cualquier tipo de política, y en el marco acogedor de "Religión Digital", como noticia me sirve de eje y justificación para el siguiente comentario. El ritmo argumental y expositivo me lo ofrece, en síntesis, la formulación catequética y sacramentaria de la Iglesia.

. Cualquiera de los gestos que explícitamente descubren y proclaman las once palabras que componen la disculpa-confesión aludida, es justo insertarlos en el contexto del protocolo impuesto en el trato con el rey, que no es otro que el de S.M., o Su Majestad. Al trasluz de todas y cada una de las palabras regias, es fácil, pero obligado, interpretarlas. Para su valoración cabal, es indispensable tener bien presentes los términos de la "regla ceremonial diplomática o palatina, establecida por decreto o costumbre", y que en nuestro caso se suele observar con todo rigor y naturalidad.

. Las palabras de la confesión-disculpa del rey, en tres oraciones gramaticales, escuetas y sin ambages, fueron estas: "Lo siento mucho"; "no volverá a ocurrir", y "ahora vuelvo a mis obligaciones". Da la impresión sólida y garantizadora, de que fueron pronunciadas con espontaneidad y sin fingimiento alguno, tal y como fue y es el común sentir de los españoles, reflejado con exactitud en las encuestas.

. Aunque, dando por seguro que el gesto y las palabras a las que me refiero, no tendrán que expresarse, ni manifestarse otra vez, ni nunca jamás, juzgo obligado, y de interés personal y para la comunidad nacional, el desglose de su contenido desde
perspectivas gramaticales, humanas y también religiosas, sobre todo a la luz de una de las antepenúltimas fotos de los miembros de la Casa Real, y del obispo de Palma de Mallorca a la salida de la santa misa de la catedral, el pasado Domingo de Resurrección.

. El primer paso a dar en el camino de la consistencia de la confesión-disculpa, es el llamado examen, o toma de conciencia, mediante el que se asume su responsabilidad con todas sus consecuencias. En el caso concreto de S.M. el Rey, huelga destacar que ha dispuesto de la impagable ventaja de la colaboración de los medios de comunicación social, en tarea tan vidriosa, resbaladiza y delicada, y de la que sensata y verazmente es justo reseñar que, salvo contadas excepciones, fue correcta, aunque dolorida y dolorosa, como no podía ser de otra manera.

. Capítulo esencial para la efectividad y aceptación de la disculpa- confesión, es el "dolor de corazón", o arrepentimiento,- "lo siento mucho"- de cuya veracidad no sería sensato dudar, destacándose además que su formulación fue, es y será muy difícil en todas las Casas Reales, "borboneando", o sin "borbonear". Es testigo la historia de
las monarquías.

. La manifestación- concreción del "propósito de enmienda" fue así de explícito y patente: "no volverá a ocurrir". La desconfianza, o duda, acerca de la consistencia de la determinación regia, exteriorizada en circunstancias tan especiales de España, ofendería solo con imaginarlo.

. De entre las variadas interpretaciones adscribibles a la frase "vuelvo a mis obligaciones", destaco por mi cuenta la de rubricar aún más el "propósito de enmienda", con la programación e intensificación -"vehemencia de los afectos de estado de ánimo"-, de su entrega al trabajo que le demanda su condición de Jefe de Estado, en unos momentos y circunstancias, hoy poco, o nada, cómodas, sino todo lo contrario.

. En presencia de las iniciales de S.M. -Su Majestad- , me parece útil, y hasta indispensable, extender su reciente y comentado ejemplo, a tantas otras áreas de la vida política, civil, social, empresarial y, por supuesto, también religiosa. A títulos tales como "Excelentísimo", "Reverendísimo", "Ilustrísimo", "Eminentísimo" y tantos otros, inferiores o más altos, en la Iglesia, y hasta con aspiraciones a "infalibles", "impecables" o "perfectos", también podrían y deberían sumárseles las once o más palabras de la confesión- disculpa pronunciadas por S.M. el Rey de España. En los territorios eclesiales son tanto, o más raras, rarísimas, las confesiones, las disculpas y las excusas.

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