Antonio Aradillas Tribunales eclesiásticos y anticlericalismo
(Antonio Aradillas, sacerdote).- En uno de los foros de comunicación hoy más importantes de España, recientemente el anticlericalismo se hizo presente como uno de los temas-ejes, con el reconocimiento del nuevo arzobispo de Madrid, de que "el anticlericalismo ha sido azuzado y aumentado a veces, por nosotros mismos", con claras referencias jerárquicas.
Y es que, con la autoridad semántica que confiere el diccionario de la RAE, este término expresa la idea de "doctrina o procedimiento contra el clericalismo", o "animosidad contra todo lo que se relaciona con el clero", que consecuentemente tiene en cuenta la definición académica aplicada al vocablo "clericalismo", con estas tres santas y laudables acepciones: "1- "influencia excesiva del clero en los asuntos políticos"; 2- "intervención excesiva del clero en la vida de la Iglesia, que impide el ejercicio de los derechos a los demás miembros del pueblo de Dios" y 3- "marcada afección y sumisión al clero y a sus directrices".
Con este leve extracto catequístico en la mano, de autorizado uso común y oficial entre los hispano-parlantes, se llega con nitidez a la conclusión de que hay un anticlericalismo "bueno", aunque también, y en cuantía menor, hay otro "malo". A la luz del sentido común y del convencimiento popular de que "todo el mundo es bueno" y de que "piensa mal y acertarás", es de obligado cumplimiento tener que aceptar que el verdadero anticlericalismo sea merecedor de indulgencias y jaculatorias, en vísperas ya de que, por fin, se les abran las puertas a la primavera, que anuncian las brisas y céfiros vaticanos auspiciados por el Papa Francisco y por quienes comienzan ya a ser "personas de su confianza".
En días coincidentes con la difusión de la noticia sacral acerca del anticlericalismo, se hizo pública otra relacionada con los Tribunales Eclesiásticos de Madrid, que suministró, y suministra, elementos de juicio sobrados, como para que la opinión pública, cristiana o no tanto, se decida a favor, o en contra, de anticlericales, clericales o a- clericales. La información la sirvió el periódico EL MUNDO, en su sección de "Sociedad", en la página 44, del miércoles día 18 de febrero del 2,015, con estos titulares:" Violencia: La Audiencia de Madrid condenó a su marido, por agredirla. ¿Seguro que usted no le provocaba? Una mujer maltratada denuncia el cuestionario "inquisitorial" del juez del Tribunal Eclesiástico que ve la causa de su nulidad matrimonial".
Educados a la antigua usanza católica, apostólica y romana, María y Alberto, casados canónicamente en 1990, decidieron iniciar los trámites de su nulidad -"anulación", de cuyo proceso forman parte los siguientes episodios protagonizados por el juez instructor eclesiástico, en la sede que el citado tribunal tiene en la plaza de la Almudena, exactamente a las 11 horas del lunes 16 de febrero, con la explícita apreciación de María, en la denuncia de los hechos a la prensa, de que " el juez instructor viste alzacuello y se ríe mientras ella habla".
De la sonrojante y vergonzosa declaración judicial última mantenida con el eclesiástico de turno, María le destaca al periodista estos párrafos:"Aquí están las sentencias de los malos tratos que me proporcionó mi marido... Son fotocopias. No son originales. Además, su marido dice que son mentira... Pero está condenado. Bueno, pero es que igual usted le provocaba. Y si le pegó ¿cómo es que no se defendió usted? Porque me educaron en la no violencia. (El eclesiástico seguía riéndose). En mi vida me he sentido más humillada".
EL MUNDO se puso en contacto con el arzobispado de Madrid y se le informó que "el trato con la mujer agredida fue cordial". El periodista termina la entrevista- información de esta manera:" María sigue yendo a misa. La cruz que lleva colgada al cuello perteneció a su abuela. Duda entre quitársela para la fotografía, o no. Al final, se la deja. El juez instructor se despidió con un fraternal adiós".
Así me despido personalmente yo, encomendándole a Dios, y a toda la corte celestial, comportamientos "pastorales" impropios, aunque frecuentes, de los Tribunales Eclesiásticos y de otros compartimentos que se dicen religiosos, con sonrisas piadosas y alzacuello, en contra del evangelio, de la caridad cristiana y de la justicia, que en tan desbordante e impúdica proporción, - siempre hay excepciones-, azuzan y alimentan, también en cuestiones relativas al matrimonio, como sacramento y como contrato, anticlericalismos merecedores de que sus instigadores sean públicamente anatematizados. De momento, ya el Papa Francisco ha levantado la voz denunciando que en el entorno de esta clase de Tribunales repiquetean indecentemente el dinero y las influencias.