Antonio Aradillas Vírgenes, alcaldesas perpetuas (pero "honorarias")
(Antonio Aradillas).- La "Virgen" no es otra, sino la Virgen por excelencia que, con advocaciones diversas es, y se refiere, a la Madre de Dios. "Alcaldesa" - la antigua "señora del alcalde" de los tiempos pre-democráticos-, es, o puede ser felizmente, "presidente o presidenta, delegado/a, del Gobierno en orden administrativo, del ayuntamiento de un pueblo o término municipal, encargado/a de ejecutar sus acuerdos, dictar bandos para el buen orden o limpieza de la población o ciudad en todo lo relativo a la Policía urbana". "Honorarias" - de "honorario"- "aplícase a quien tiene los honores -"alabanza, aplauso o celebridad de una cosa, y no la propiedad de una dignidad o empleo". Dícese también de la "honestidad o recato de las mujeres".
En este sagrado y frutal mes de septiembre, las fiestas "religiosas" y civiles dedicadas a la Virgen, son miríadas. En los últimos tiempos, y aunque en unas Comunidades Autónomas más que en otras, en el pugilato de la devoción mariana prevalecen, y se hacen más frecuentes, las noticias referidas a las declaraciones oficiales de "Alcaldesas Perpetuas Honorarias", aplicadas a determinadas imágenes. Incontables circunstancias que enmarcan tales decisiones municipales, parecen requerir, entre otras, reflexiones como estas:
. Tanto respeto para quienes estén convencidos de que la Virgen es merecedora de títulos y honores populares como los descritos, no escatimando medios divinales y humanos para conseguirlo, pueden y deben reclamar y concedérseles a quienes estén en desacuerdo con las concesiones aludidas.
. No se es más o menos religioso de verdad, ni devoto de la Virgen, ni "católico, apostólico y romano", por el solo o fundamental hecho de haber contribuido eficazmente a colocar entre los brazos de la imagen de la Virgen el bastón de mando, o vara representativa, de la "autoridad municipal". De los más de un centenar de los pueblos en los que luce la Virgen tal insignia, no por eso es válido aseverar que son más cristianos que los otros.
En los "desdichados" tiempos en los que nos encontramos, definidos en no pocas de sus áreas municipales por escandalosas corrupciones y comportamientos anti-evangélicos protagonizados por los miembros de las respectivas corporaciones, con la anuencia, cómplices silencios, y aún activa participación en no pocas de ellas de sus alcaldes- presidentes, el dato de que la Virgen es su "Alcaldesa Perpetua", acrecienta en mayor proporción su gravedad y fariseísmo.
En estos mismos tiempos y lugares, y precisamente con la constatación y aporte de pruebas judiciales, apenas, o jamás, se oyó la voz de los miembros de la Iglesia, jubilosamente presenten sus obispos, sacerdotes- capellanes y laicos, cuando se le obsequiara a la Virgen con los aditamentos representativos de sus munícipes democráticamente elegidos.
En este orden de cosas, es de destacar que el noble título de "Alcaldesa a perpetuidad" fue efectuada en rigurosa conformidad con los procedimientos y reglas democráticas, sin preferencial mención para tales o cuales siglas políticas -tanto de "izquierdas" como de "derechas"- y a veces con unanimidad, sentimiento y asentimiento populares.
Es de destacar así mismo que en ocasiones, el Salón de Plenos está permanentemente presidido por la imagen de la Virgen, su alcaldesa perpetua, aunque con demasiada frecuencia, en su rostro se reflejen disconformidades y ascos relativos a segundas intenciones, "letras pequeñas", y a determinaciones ya tomadas antes de que oficialmente fueran aprobadas.. Son argucias que se dicen democráticas, pero que ni lo fueron, ni lo serán de verdad, con o sin el convencimiento de que, al estar presididas por imagen tan sagrada, el hecho, además de anti- cívico y anti- social , es rotundamente blasfemo, con lo que, lo de "honorario" se profana, all carecer de veracidad.
Pensando con la responsabilidad y honestidad que se les presupone a los electores, y a los elegidos, en los municipios, presididos su corporación por la imagen de la Virgen alcaldesa a perpetuidad, es dar por supuesto que su ideología y programa de gobierno con los que Ella está comprometida, no podría ser otro que el formulado y vivido en el evangelio, y más concretamente en el prodigioso "Canto del Magníficat", recogido por San Lucas en su primer capítulo, en el que, por ejemplo, asevera que "Dios despliega el poder de su brazo y desbarata los planes de los soberbios", que los derriba de sus tronos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los llena de bienes, y a los ricos los despide con las manos vacías", aunque sin olvidar jamás que " el Señor ha hecho maravillas," y que "su misericordia vale y perdura para todas las generaciones humanas".
Se esté o no, de acuerdo con nombramientos marianos como el que comento, tanto en el fondo como en la forma, es imprescindible reflexionar sobre ellos, sin descartar su desaparición y más en unos tiempos de corrupciones y de susceptibilidades, que algunos se atreven a tildar de democráticas y hasta de "piadosas".
A la Virgen le sobran coronas, joyas y joyeles, aderezos, alhajas, brazaletes y sortijas. Sobre todo, la Virgen aborrece títulos y consideraciones honorarias, presuntamente políticas, que enternecen a devotos y devotas incautas, y a veces también en directa competencia con las de la Divinidad.