Los puntos fundamentales de la 'pequeña revolución' del Papa argentinode Bergoglio ¿Cómo cambiará la Curia con la reforma de Francisco?
El Papa Francisco es una garantía de revoluciones que serán silenciosas y profundas
El departamento principal ya no será el de la Doctrina de la Fe, sino la nueva oficina de Evangelización
"Los departamentos romanos son mediadores, no intermediarios ni gestores"
"Los departamentos romanos son mediadores, no intermediarios ni gestores"
| Nicola Graziani
(Agenzia Italia).- Cuando lo eligieron, Giannelli dibujó a Francisco diciendo: "Los hermanos cardenales me dieron esta sorpresa. Pero no es nada comparado con la sorpresa que les daré". La sorpresa está llegando, aunque la sorpresa en el fondo ya no lo sea, aunque se concentre en ese asunto difícil y complejo que es el derecho canónico. Pero todo esto, si acaso, es una garantía de revoluciones que serán silenciosas y profundas.
La reforma de la Curia, anunciada prácticamente de inmediato e iniciada hace seis años, está en su fase final. A petición de Bergoglio, el texto que se ha finalizado está siendo examinado actualmente por miles de ojos atentos y mentes alerta. Gran parte del futuro de la Iglesia depende de estas normas, y los obispos del mundo han sido llamados a sugerir sus "mejoras".
Es fácil imaginar cuánto ha llevado esto a una carga de trabajo en términos de organización y síntesis, pero la Iglesia, según Bergoglio, es una obra tan coral como sea posible. Además, cuanto mayor sea la implicación de la base, mayor será el cumplimiento posterior de las disposiciones: la mejor garantía de un trabajo preciso destinado a durar en el tiempo.
En cuanto a los contenidos, una buena parte de ellos ya se conocen. Para hacer circular un documento tan sensible a los cinco continentes era inevitable que algo escapara a la confidencialidad, pero incluso esto al final beneficia el proceso de lenta absorción del nuevo curso.
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Primer punto: adiós a la división entre congregaciones y consejos pontificios. Parece ser una cuestión formal, pero es sustancial ya que también falta una distinción jerárquica. Sin embargo, nace otro, porque el departamento principal ya no será el de la Doctrina de la Fe, sino la nueva oficina de Evangelización. Esta última nació ex novo de una fusión, la de la actual Congregación para la Evangelización de los Pueblos (llamada "Propaganda Fide") y el actual Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización.
Un signo adicional del deseo de dirigirse a las periferias del mundo, tanto geográficas como existenciales, hablando con una sola voz. Además, la constitución apostólica con la que el Papa anunciará la reforma tendrá como título programático "Praedicate Evangelium".
Segunda novedad: los nuevos departamentos se ponen al servicio del Papa, como siempre ha sido el caso, pero también del Colegio de Obispos. Con esta decisión estamos plenamente en la estela de la voluntad expresada desde los años 60 de reconocer a las diócesis y obispos una voz más fuerte en las decisiones del Vaticano. Evitando quizás que aquellos que vienen de un país lejano, si no quizás de los confines del mundo, sean de alguna manera puestos en un papel de minoría en comparación con los del centro.
Una experiencia que el propio Bergoglio pudo haber tenido cuando era Arzobispo de Buenos Aires. Él mismo lo dijo, seis meses después de la elección, en La Civiltà Cattolica: "Los departamentos romanos son mediadores, no intermediarios ni gestores". Más claro que eso.
Tercero: nace un departamento para la Caridad del Papa, que absorberá la Limosnería Apostólica dirigida por el prelado polaco Konrad Krajewski. Esto es porque después de la evangelización la caridad debe venir. Las ofrendas que fluyan a las manos del Santo Padre irán a la Apsa. No, claro, al Ior; y también la Secretaría de Economía, en el pasado comparada con una especie de superministerio de economía, termina degradada.
Último punto (pero no el menos importante): el reconocimiento oficial por rango y centralidad de la actual Comisión Pontificia para la Protección de Menores, creada por el Papa Francisco en 2014. No un departamento, debe ser notado, sino una institución formalmente vinculada a la Santa Sede. Esto es para evitar que se debilite de alguna manera su independencia y autonomía. No es una emanación de la Curia, en resumen, sino parte de ella. Y con ella lista para enfrentar una de las grandes plagas de la Iglesia.
Para resumir, se diría que la Curia, como Francisco quiere, permanece en el centro del poder, pero de una naturaleza diferente a la concepción común. Un poder que no se impone sino que escucha, media y no oye, interviene pero no es sordo. En resumen, está compuesto, más que de curas, de gente del campo, como la de Georges Bernanos.