La cita de los filipinos con las urnas este mayo Duterte, o un paseo en una montaña rusa en el parque

Elecciones al Senado en Filipinas
Elecciones al Senado en Filipinas

Uno se pregunta el porqué de la popularidad de un régimen caracterizado por asesinatos o ejecuciones extrajudiciales e insultos denigrantes

El pueblo ya casi no escucha a la iglesia por los errores institucionales de ésta, por ser una instancia de poder e influencia, bienhechora sí pero, lamentablemente, sin oler a oveja

Católicos y musulmanes tenemos que unirnos por el bien de nuestra patria y de nuestros hijos

Acudirá el pueblo filipino a las urnas el 13 de mayo de 2019.  Ya se encuentra en la mitad de su mandato el presidente Rodrigo Duterte. Le quedan tres años más. Estos comicios son decisivos para este periodo que quedan.

Ha sido y sigue siendo una aventura inusitada con el actual presidente. Como si fuese un paseo en una montaña rusa en el parque. Algunos salen encantados incluso extasiados. Otros mareados hasta el punto de reventarse. Duterte es un dirigente que rompe todos los esquemas, que no quiere ser hombre de estado y esto lo ha demostrado su comportamiento público que solo puede calificarse benignamente de "impresentable".

Pero sigue teniendo garra. Uno se pregunta el porqué de la popularidad de un régimen caracterizado por asesinatos o ejecuciones extrajudiciales, insultos denigrantes (incluyendo amenazas de violencia) a los jerarcas de la iglesia institucional y a sus dogmas, a las mujeres, a los homosexuales, descalificaciones y persecuciones de rivales, noticias falsas, etc.

De momento, la única estrategia palpable de los obispos filipinos es la elección al frente de la conferencia episcopal del Arzobispo de Davao, amigo y pastor del presidente fiipino. Este no ha escatimado las palabras apropiadas para denunciar la situación actual pero queriendo conservar las formas y sin provocar ya que el presidente filipino no tiene inhibiciones de perder el estribos en un acto público, amenazando con la muerte o incluso la guerra a naciones con más recursos que Filipinas a la vez que se declara esclavo de otra.

Los filipinos elegiremos a 12 senadores, nuestros diputados de la cámara baja, gobernadores, alcaldes, concejales y otros oficiales. Se espera que se elijan los senadores que no sean aliados del presidente quien, por lo visto, ya controla la cámara baja y el tribunal supremo. Los candidatos a senador de su partido cuentan entre ellos tres hombres acusados de corrupción masiva. Uno de ellos no quiere devolver el dinero ingresado en su cuenta bancaria por la actividad corrupta en que fueron declarados su jefe de estado mayor, su gran amiga y otros.

Rodrigo Duterte, presidente de Filipinas

La iglesia filipina sigue siendo identificada con los poderosos, con la elite, con los ricos. No ha habido escándalos mayores referente al abuso sexual de menores. Pero se ve que el pueblo ya casi no escucha a la iglesia por los errores institucionales de esta, por ser una instancia de poder e influencia, bienhechora sí pero, lamentablemente, sin oler a las ovejas y las luchas cotidianas de estas.

Pero hay esperanza. La vemos en los sacerdotes recientemente asesinados y que eran críticos con el status quo. La vemos en un obispo amenazado con la muerte por el mismo presidente. La vemos en los laicos ofendidos por las diatribas del dirigente filipino contra el Dios Cristiano, el pecado original, el papa Francisco, etc.

Sin embargo, no basta todo ello porque estamos cansados ya de cambios, de revoluciones, de atentados contra la estabilidad y que quieran convertir nuestra patria en una república bananera. No basta todo ello porque no hemos vivido el Evangelio radicalmente, pues nos dejamos llevar por la popularidad, el dinero, del brillo fugaz y falso por lo que no sabemos discernir lo que verdaderamente nos sirva como patria y no como individuos.

Se habla de la candidatura católica. De 8 candidatos que aspiran a ser senadores de la república, no identificados para nada con el presidente. Sin quitar los méritos de estas personas, yo personalmente soy sospechoso de un bloque católico. Somos una comunión y no un monolito.

A mi juicio, la solución puede consistir en el abandono del paradigma de las personalidades individuales por el de los principios que no son teorías fijas sino fidelidad dinámica pero constante en lo que se entiende por el bien común, superando fronteras culturales, religiosas, regionales y todo tipo de partidismo.

El buen pastor, de Murillo

El Evangelio, y no solo los cuatro evangelios, sino el Evangelio que puede resumirse en estas palabras: Dios se hace solidario de los hombres por lo que se hizo hombre quiere que seamos como Dios haciendo el bien por el hombre, en solidaridad con los hombres sobre todo con los pobres y lo que carecen de voz. Este Evangelio resumido, superando las fronteras de libros, credos, ideas es para todos y es de todos.

No se trata de un bloque católico sino de un bloque de sentido común con el bien común por criterio. He aquí el sentido del Evangelio que para Jesús era el Reino de Dios o de los cielos u orden de la bondad compartida y vivida para todos, y que para Mahoma el jihad o la lucha para ser hombres buenos para todos.

Jesús y Mahoma

Los filipinos compartimos a los dos. Algunos en sentido eclesial o confesional. Pero son los dos nuestro patrimonio para convivir en paz y prosperidad, eligiendo a los líderes que necesitemos y que no merezcamos por todos nuestros tropiezos torpes y pecaminosos a lo largo de la historia.

Y basta ya de guerras entre los seguidores de los dos y de discursos de ambas partes que formenten la violencia. Tenemos que unirnos por el bien de nuestra patria y de nuestros hijos.

Ecumenismo

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