"¡Ánimo, papa Francisco y, con el evangelio en la mano, a renovar con prisas el Colegio cardenalicio!" Y después del Papa Francisco, ¿qué?

Cónclave
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"Los Cardenales electores en las listas de los “papables” se parezcan poco o nada a Francisco"

De no ser por un “milagro” divino, el panorama pontifical post-franciscano y post-conciliar no está suficientemente despejado

Gracias sean dadas a Dios porque, ajustándonos a su plan, no somos eternos y nos hemos de morir algún día. Somos nada más y nada menos que criaturas de Dios. Pasamos y pasaremos y, a lo más que aspiramos, es a convertirnos y ser el recuerdo más grato posible. Los papas participan también de esta condición, como los obispos, presbíteros, acólitos, laicos y laicas. La muerte nos iguala a todos por el mismo rasero. Es ley de vida.

Por supuesto que el papa Francisco tiene rigurosamente en cuenta la transitoriedad de la vida y que también él pasará y será substituido por otro, cuando le llegue la hora, que quiera Dios que se alargue el mayor tiempo posible

¿Y después? Lo del “atado y bien atado” parece no tener muy buena prensa entre los mortales, dado que, cuando es el Espíritu Santo el protagonista de alguna manera, las presunciones, estadísticas, especulaciones, previsiones y aún “revelaciones”, no siempre, ni mucho menos, se cumplen y encarnan en las personas concretas que han de aceptar la responsabilidad de ser y ejercer de Obispo de Roma, es decir, de papa, ya sin parte de los aditamentos obsequiosos y hasta irreligiosos, de los que han usado y usan , todos al margen de los evangelios, aún con las bendiciones y ritos litúrgicos más estrictos.

Cónclave

A los papas, también a Francisco, lo eligieron los Cardenales, tal y como está establecido, teóricamente con la única y decisiva intervención del Espíritu Santo, cuya presencia es reclamada persistentemente, con letanías y rezos, pero que en la práctica no significa que otras razones, canónicas o no, pero de signo no católico ni menos evangélico, no sean las auténticas causas motrices para emitir los votos cardenalicios en una u otra dirección.

Y precisamente esto es lo que inquieta y preocupa a no pocos cristianos y a buena parte del mundo, al presentir que, de no cambiar aún más el viento de la “inspiración divina”, los Cardenales electores en las listas de los “papables” se parezcan poco o nada a Francisco. El Colegio Cardenalicio, hoy por hoy, no es mayoritariamente “franciscano”. Algunos lo proclaman con claridad y transparencia y otros -los más- lo hacen con subterfugios y escapatorias, aunque ambos invoquen para ello el sagrado nombre de Dios y el bien de la Iglesia. Con las mayorías y minorías, unas y otras purpúreas y eminentísimas, con que se cuenta para elegir hoy el próximo papa, con seguridad que este no se llamaría FRANCISCO, ni como tal ocuparía la sede romana.

A favor del presentimiento tan poco favorable a la idea de una Iglesia de los pobres -la única y sinodal en la que se puede y debe pensar-, aún siguen teniendo vigencia canónica, estas palabras-programas del Anuario de la Santa Sede en su edición del año 2005 : “Los Cardenales… son considerados príncipes de sangre , con el título de Eminencia”.

Cardenales

Con tal frase, teología, antropología y sociología, rayana en la necedad, de mal gusto y con posibilidades serias de caer en tentaciones mundanas -mundanísimas-, es indispensable contar, al reflexionar acerca de lo que en parte son y seguirán siendo los cónclaves, con sus respectivas y salvadoras excepciones, aun cuando a la mayoría de los elegidos en los últimos años se les tenga reservado el trono-altar de las beatificaciones y canonizaciones.

De no ser por un “milagro” divino, el panorama pontifical post-franciscano y post-conciliar no está suficientemente despejado. El “deísmo ceremonial” del que son tan devotos y al que están consagrados de modo “eminente y purpúreo” los Cardenales, es -sigue siendo aún- obstáculo espectacular en el desarrollo evangélico y evangelizador de la Iglesia.

Chimenea

¡Ánimo, papa Francisco y, con el evangelio en la mano, a renovar con prisas el Colegio del que el día de mañana habrá de surgir su sucesor…¡ Volver otra vez a las misas en latín, de espaldas -siempre de espaldas- , al pueblo, y pendientes de que en pleno siglo XXI prospere la idea de unos parlamentarios conservadores polacos de proponerle a su parlamento el nombramiento de Jesucristo como Rey de Polonia, es y resulta preocupante, y nada favorable a la religión y menos a la Iglesia católica, apostólica y romana.

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