Antonio Aradillas Uñas y dientes
(Antonio Aradillas).- Así, "con uñas y dientes", y en entrañable literalidad y consonancia con alguna gesticulación, discreta, pero contundente, uno de los cardenales de España definió recientemente los modos, la forma y la convicción con las que él mismo, sus diocesanos y adyacentes habrían de prepararse y actuar en defensa de la asignatura de la religión en los centros de enseñanza.
Otro cardenal, con lenguaje, tono y ademanes más "educados", aunque el "ex" castrense de su último ministerio pastoral pudiera haberlo justificado en cierto sentido, subrayó con idénticos argumentos y énfasis los propósitos de corrección y enmienda con los que habrían de comprometerse él, el resto de las autoridades eclesiásticas y todos los fieles cristianos.
. A los señores cardenales, obispos, alto y bajo clero y al resto del pueblo de Dios, no es procedente a estas alturas civilizadamente democráticas y "franciscanas" adoctrinarlos con procedimientos en los que "las uñas y los dientes" hayan de hacer su aparición activa y como supremas y definitivas razones, jamás calcadas de los santos evangelios. "Las uñas y los dientes" no son términos extraídos de léxicos divinales. Tampoco son palabras humanas, por el deslumbrante razonamiento de su ininteligibilidad y algarabía y cuantos riesgos comporta el llegar a tener que hacer uso de tales garras selváticas con tanques y, a su tiempo, hasta con armas nucleares.
. En cristiano es indispensable cuidar con esmero, respeto, consideración y evangelio, el idioma, dada la atroz frecuencia que se registra en las religiones de exigir la interpretación de sus dichos y apotegmas al pie de la letra y como otros tantos artículos de fe, merecedores de derramamientos de sangre propia y ajena, con sus letanías de endevotadas indulgencias y firmes y esperanzadoras promesas de felicidades eternas.
. Si en política, ciencias sociales y económicas, cánones, ética, estética, moral, teología e historia, la defensa de verdades que se consideraron intangibles, y aún dogmáticas, ni se recomienda, ni se expresa y manifiesta con las marcas y emblemas de "las uñas y los dientes", por lo que la reiterada aparición cardenalicia a la que hago referencia, con sus correspondientes ecos "pastorales", no contribuirá a que la Iglesia salga cuanto antes de la crisis grave de fiabilidad en la que se encuentra.
. Si a tal planteamiento elementalmente catequístico se le añaden las deficiencias y los malos, repudiables y repugnantes, ejemplos que algunos miembros de la jerarquía suministran con asiduidad, convertidos en noticias de primeras páginas, la desaparición de "las uñas y dientes" en cualquier ideario y pedagogía religiosa, y más en la cristiana, es de obligado y lógico cumplimiento.
. Por encima de todo el ejemplo de vida de templanza, el respeto, los sistemas democráticos, la transparencia, el amor, la fiabilidad a la palabra de Dios encarnada en Cristo Jesús, y en última o penúltima instancia, la misericordia, son argumentos supremos con el que el evangelio bastimenta y aprovisiona a los cristianos - ciudadanos y seres humanos- para desistir y desmantelar las uñas y los dientes del ámbito de la convivencia, y más si se intenta que esta, de alguna manera, sea religiosa.
. Y, con, o sin "uñas y dientes", ¿qué clase, tipo, modelo, contenidos y esencias de religión y de cristianismo habrían de ser predicados y evangelizados en los distintos niveles de sus clases, objeto y objetivo de multitud de reclamaciones cardenalicias y episcopales en los últimos tiempos? ¿Puede asegurare, con decencia intelectual, que la religión impartida en tales tiempos y espacios escolares, fue la afincada y expuesta en los santos evangelios? ¿Quién, o quienes, se aventurarían a conformar que el estilo de comportamientos de los educandos en tal fe, fue más ejemplar que la de quienes "pasaron" de ella? ¿Fue, y es, realmente cristiana la fe impartida en la asignatura de la religión, con todos sus atuendos "oficiales" y aún "concordatarios?
. ¿Cómo son elegidos los profesores? ¿Están, o no, en nómina, y esta es de carácter eclesiástico o civil y administrativo? ¿Precisan del "Visto Bueno", revisable en cada momento, de los respectivos obispos o comisiones diocesanas? ¿Han de ajustarse con exactitud, y bajo pena de expulsión - o no renovación del contrato docente-, aquellos profesores/as que, por poner un ejemplo, viven sacramentos como el del matrimonio canónico, como indisoluble por naturaleza, y no el civil, expuesto a las benevolencia de la ley del divorcio?.
. Las "uñas y los dientes", por bienintencionado y comprensivo que se sea y se quiera actuar en cristiano y civilizada y religiosamente, son expresión y testimonio de vida, poco -nada- convivencial y absolutamente selvática... ¡Que Dios nos perdone y, en este Año Santo, y siempre, tenga misericordia de todos, Amén!