"Justicia, Paz, Esperanza… y compromiso" El grito de la humanidad amenazada: a propósito de la Jornada Mundial de la paz 2025
"En 2025, se han juntado la Jornada Mundial de la Paz y el Jubileo Ordinario. El primero tiene como eje el lema 'Perdona nuestras ofensas, concédenos tu paz'. Y el segundo, 'La esperanza no defrauda'"
"Ambos eventos se enfocan en la búsqueda de la justicia liberadora de Dios sobre toda la tierra. Ambos potencian la relación que debe haber entre Justicia, Paz y Esperanza"
"El grito de la humanidad amenazada exige respuestas concretas. Y el Papa nos invita en el mensaje de la Jornada Mundial de la paz a unos compromisos tangibles"
"El grito de la humanidad amenazada exige respuestas concretas. Y el Papa nos invita en el mensaje de la Jornada Mundial de la paz a unos compromisos tangibles"
| Carlos Ayala Ramírez (*)
En 2025, se han juntado la Jornada Mundial de la Paz, que se celebra cada año, y el Jubileo Ordinario que se celebra cada 25 años. El primero tiene como eje el lema “Perdona nuestras ofensas, concédenos tu paz”. Y el segundo, «La esperanza no defrauda». Ambos eventos se enfocan en la búsqueda de la justicia liberadora de Dios sobre toda la tierra.
Ambos potencian la relación que debe haber entre Justicia, Paz y Esperanza. Tres valores que, para el papa Francisco, no son simples abstracciones, sino que aluden a las condiciones históricas que debemos construir para que haya justicia, esperanza y paz en distintos ámbitos de la vida: en el uso de la tierra, en la posesión de los bienes, en la relación con el prójimo, sobre todo respecto a los más pobres (JMP 2025 n. 2).
El mensaje de la Jornada Mundial de la paz tiene tres partes: “Escuchando el grito de la humanidad amenazada”; “Un cambio cultural: todos somos deudores” y “Un camino de esperanza: tres acciones posibles”.
El papa Francisco, comienza enunciando algunos de los principales desafíos que caracterizan al mundo presente y que se constituyen en negación de la paz. Habla de las disparidades de todo tipo: trato deshumano que se da a las personas migrantes, degradación ambiental, confusión generada culpablemente por la desinformación, rechazo de toda forma de diálogo, y grandes inversiones en la industria militar, entre otros. Todos estos factores son considerados una amenaza concreta para la existencia de la humanidad en su conjunto (JMP 2025, n. 4). Al comienzo de este año, declara el Papa, “queremos ponernos a la escucha de este grito de la humanidad para que todos, juntos y personalmente, nos sintamos llamados a romper las cadenas de la injusticia y, así, proclamar la justicia de Dios”. Al grito de un pueblo pobre que sufre, señalado en la Tercera Conferencia del Episcopado Latinoamericano (Puebla, 1979), se acentúa ahora el grito de la creación depredada.
Recordemos que, en la encíclica Laudato si, el Papa ha señalado que no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socioambiental. En consecuencia, se plantea la necesidad de una respuesta integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los pobres y simultáneamente para cuidar la creación.
En la segunda parte del mensaje, el Papa destaca la necesidad de un cambio cultural y estructural (JMP 2025, n.6), donde se posibilite el paso de una realidad de explotación a otra radicalmente distinta: de solidaridad e interdependencia. Es decir, hay que crear condiciones que nos lleven hacia una cultura de justicia, responsabilidad compartida y diversificada (JMP, n.7). El cambio cultural y estructural planteado por el Papa, tiene como presupuesto un hecho global: vivimos en una profunda crisis de civilización, expresada en la crisis económica, ambiental, ética, política, alimentaria, demográfica y energética. Por tanto, un cambio radical de civilización, que vaya a la raíz de los problemas y en dirección contraria al sistema dominante, es una necesidad histórica.
Este enfoque del papa Francisco, trae a la actualidad el legado de Ignacio Ellacuría, relacionado con el compromiso de construir una nueva civilización que tenga como principio y fundamento la satisfacción universal de las necesidades básicas y el acrecentamiento de la solidaridad compartida. Ahora bien, Francisco subraya otro aspecto sustancial: “la superación de la crisis se realizará cuando finalmente nos reconozcamos todos hijos del Padre y, ante él, nos confesemos deudores, pero también todos necesarios, necesitados unos de otros”. [Porque] “cuando una persona ignora el propio vínculo con el Padre, comienza a albergar la idea de que las relaciones con los demás puedan ser gobernadas por una lógica de explotación, donde el más fuerte pretende tener el derecho de abusar del más débil” (JMP, 2025, n.8).
Se requiere, pues, un cambio radical de conciencia y de estructuras acordes con un ideal de convivencia que humanice. Estructuras incluyentes que generen justicia y conciencia de que somos parte de una misma familia: la humana.
Finalmente, la tercera parte del mensaje está asociada al año jubilar. Un año para reavivar la esperanza en medio de un mundo en crisis. Por tanto, es esperanza a contracorriente que exige signos tangibles. En esta parte, el Papa sugiere tres acciones que pueden restaurar la dignidad en la vida de personas y pueblos (JMP 2025, n.11). Veamos.
Primero, siguiendo el magisterio de sus antecesores, como lo hizo san Juan Pablo II en el jubileo del 2000, pide que se condone o se reduzca notablemente la deuda externa en los países del sur del mundo. Francisco ha pedido en repetidas ocasiones que las naciones más desarrolladas perdonen las deudas a las que se enfrentan los países de bajos ingresos, que hipotecan el destino de muchas naciones.
Segundo, pide un compromiso firme para promover el respeto de la dignidad de la vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural, para que toda persona pueda amar la propia vida y mirar al futuro con esperanza, deseando el desarrollo y la felicidad para sí misma y para sus propios hijos.
Tercero, en este tiempo marcado por las guerras, Francisco sugiere utilizar al menos un porcentaje fijo del dinero empleado en los armamentos para la constitución de un Fondo mundial que elimine definitivamente el hambre y facilite en los países más pobres actividades educativas dirigidas a promover el desarrollo sostenible.
El grito de la humanidad amenazada exige respuestas concretas. Y el mensaje del Papa nos ofrece unos compromisos tangibles: condonación de la deuda externa, respeto a la dignidad de la vida humana y de la creación, eliminación definitiva del hambre, entre otros.
(*) Licenciado en filosofía y maestro en teología. Exdirector de radio YSUCA. Docente jubilado de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas (UCA). Actualmente, profesor de cristología y eclesiología en California, EE. UU. Difusor del legado de san Óscar Romero.
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