Respuesta al artículo de "mi amigo, profesor y buen teólogo, Rafa Aguirre" Lo justo de la crítica
Me ha parecido oportuno realizar algunos comentarios al hilo del artículo de mi amigo, profesor y buen teólogo, Rafa Aguirre. Vaya por delante, que formo parte del colectivo de cristianas y cristianos de Berpiztu - Kristau taldea que, con el Foro de Curas de Bizkaia, hemos firmado la Carta abierta al Obispo de Bilbao, Joseba Segura
Creo que la necesidad de superar el riesgo de lo que Rafael Aguirre llama “sectarismo” no puede llevar a igualar a todos los grupos, movimientos y comunidades. Hay algunos que, porque representan la acción preferente de la Iglesia en diferentes ámbitos del mundo y de la sociedad, el obispo ha de primar, apostando con toda claridad por ellos
| Javier Madrazo Lavín
Me ha parecido oportuno realizar algunos comentarios al hilo del artículo de mi amigo, profesor y buen teólogo, Rafa Aguirre. Vaya por delante, que formo parte del colectivo de cristianas y cristianos de Berpiztu - Kristau taldea que, con el Foro de Curas de Bizkaia, hemos firmado la Carta abierta al Obispo de Bilbao, Joseba Segura. Mi pretensión con estas líneas es exponer lo justo de la crítica formulada en dicha carta.
Estoy con él en que no se puede decir -como lo ha hecho un titular de periódico- que a Joseba Segura “le falta cercanía a las personas más sencillas”. Yo no tengo argumentos para sostener eso, sino todo lo contrario. Lo atestigua toda su trayectoria personal y pastoral. Lo conozco desde hace muchos años, y he podido comprobar su entrega generosa a la causa de la justicia y de los pobres. Pero sí los tengo para estar de acuerdo -como se dice en la carta en cuestión- con que el desgraciado asunto de “La Bilbaína” es consecuencia de haberse rodeado de personas con una sensibilidad muy jurídica y canónica, y nada crítica y pastoral.
Así lo evidencia su modo de responder a la petición de la Sociedad Bilbaína, con el Código de Derecho Canónico en la mano, y el escándalo provocado en muchas personas, sencillas y de buena voluntad, dejando aparte el “pitorreo” que ha producido en otras. Es inexplicable que el Obispo de Bilbao asuma en su literalidad, para otorgar dispensa cuaresmal, unas recomendaciones, “viejunas” y herederas del Concilio de Trento, de la Conferencia Episcopal de 1986, que incluyen las mortificaciones corporales. Todas las personas nos equivocamos en muchos momentos de nuestra vida. Sería muy de agradecer una rectificación pública de un hecho que ha tenido tanta repercusión. También estoy de acuerdo con Rafael Aguirre en que asistimos a una minorización y progresiva irrelevancia de la Iglesia en Europa occidental, pero entiendo que la manera de afrontar esta situación no es apostando por un pluralismo indiscriminado, obsesionado por el número, sino por un pluralismo con opciones claramente evangélicas. Creo que lo propio de un obispo, como de todo católico, es la comunión, pero con misión. Y también creo que la apuesta por el número sin opciones nos llevará a ser un residuo todavía más irrelevante, no un resto perfectamente compatible con pertenencias más sociológicas, culturales o tradicionales.
Por eso, entiendo que la mejor manera de ampliar, como bien dice, “la conciencia de comunión eclesial” pasa por no olvidar ni descuidar que la vida de Jesús de Nazaret estuvo presidida por un pluralismo con opciones, sin, por ello, dejar de estar abierta a todo el mundo. Esta es otra razón por la que también he apoyado la carta abierta al Obispo de Bilbao.
Igualmente estoy con él en la importancia de desalojar el “sectarismo eclesial en el País Vasco”, sea del signo que sea. Y, de manera particular, el que nos despiste de seguir, con un mínimo de coherencia, a Jesús de Nazaret.
Por eso, entiendo que el Obispo de Bilbao es libre para hacerse presente allí donde le inviten y desee, a través suyo o de su vicario general, en este caso, dando cobertura institucional al cardenal anti-Francisco Müller. O como hizo el año pasado, presentando en una Conferencia, de una forma sorprendentemente elogiosa, a monseñor Reig Pla, otro obispo anti-Francisco, en el mismo foro y organizado por la misma asociación, de carácter tradicionalista y conservadora, que este año trae a Müller.
Pero creo que la necesidad de superar el riesgo de lo que Rafael Aguirre llama “sectarismo” no puede llevar a igualar a todos los grupos, movimientos y comunidades. Hay algunos que, porque representan la acción preferente de la Iglesia en diferentes ámbitos del mundo y de la sociedad, el obispo ha de primar, apostando con toda claridad por ellos. El Plan Diocesano de Evangelización es uno de los instrumentos con los que cuenta para decirlo alto y claro. De nuevo, pluralismo con opciones, en este caso, eclesiales. Un plan diocesano, aprobado, una vez más, sin acentos ni prioridades. Y por lo tanto no evaluable. Esta es la tercera razón por la que he apoyado la carta abierta.
No se puede hacer borrón y cuenta nueva, con la mejor tradición de nuestra iglesia diocesana, en particular, con la Asamblea Diocesana (1984-1987)
Y finalmente, estoy también de acuerdo en que el futuro “no debe afrontarse con nostalgia y mentalidad de gueto”. Pero también, con que no se puede hacer borrón y cuenta nueva, con la mejor tradición de nuestra iglesia diocesana, en particular, con la Asamblea Diocesana (1984-1987) y con el estimulante modo de hacer Iglesia que, vivido entonces por algunos de nosotros, desconocen otros de las generaciones actuales.
Por esta razón, le venimos pidiendo, a nuestro Obispo, desde el primer día de su nombramiento, que convoque una Asamblea Diocesana en la que podamos hablar de estos y otros asuntos e intercambiarnos y contrastar, por ejemplo, el diagnóstico de Rafael Aguirre, el mío y el de otros muchos y, por supuesto, el que también tiene Joseba Segura, así como las opciones que, de hecho, está impulsando. La respuesta ha sido, según los casos, negativa o el silencio. Por eso, también he apoyado la carta abierta.
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