"Francisco sintoniza con lo mejor de esta Teología de la Liberación" En memoria de Gustavo Gutiérrez, teología latinoamericana e iglesia
En este último tiempo, Francisco le escribió una sentida carta de reconocimiento agradecido a Gustavo
El Dios encarnado en Cristo Pobre y Crucificado se encuentra presente (sacramentalmente), de forma solidaria, en los pobres u oprimidos con esa inherente dimensión material, corporal y social de la fe y de la caridad, del pecado y de la salvación liberadora integral
En 1984, La Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) sacaba Libertatis nuntius (LN), “Instrucción sobre algunos aspectos de la 'Teología de la liberación”.Algunos por desconocimiento, otros para tergiversar y manipular dijeron que Roma había condenado la Teología de la liberación (TL). No era cierto, en este documento sólo se señalan los posibles límites o carencias y matices de esta TL, nacida de la mano de Gustavo Gutiérrez en América Latina a finales de los años 60 y principios de los 70 del siglo pasado que, como toda reflexión teológica, no es perfecta ni acabada en el tiempo.
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En la introducción de esta Instrucción, ya se dejaba claro y se valoraba lo que late en el corazón de la TL, de la misma fe: “El Evangelio de Jesucristo es un mensaje de libertad y una fuerza de liberación. En los últimos años esta verdad esencial ha sido objeto de reflexión por parte de los teólogos, con una nueva atención rica de promesas. La liberación es ante todo y principalmente liberación de la esclavitud radical del pecado. Su fin y su término es la libertad de los hijos de Dios, don de la gracia. Lógicamente reclama la liberación de múltiples esclavitudes de orden cultural, económico, social y político, que, en definitiva, derivan del pecado, y constituyen tantos obstáculos que impiden a los hombres vivir según su dignidad. Discernir claramente lo que es fundamental y lo que pertenece a las consecuencias es una condición indispensable para una reflexión teológica sobre la liberación…”.
Frente a dichas manipulaciones y tergiversaciones, como se observa LN acoge lo mejor de esta TL y advierte que este documento “de ninguna manera debe interpretarse como una desautorización de todos aquellos que quieren responder generosamente y con auténtico espíritu evangélico a «la opción preferencial por los pobres». De ninguna manera podrá servir de pretexto para quienes se atrincheran en una actitud de neutralidad y de indiferencia ante los trágicos y urgentes problemas de la miseria y de la injusticia. Al contrario, obedece a la certeza de que las graves desviaciones ideológicas que señala conducen inevitablemente a traicionar la causa de los pobres. Hoy más que nunca, es necesario que la fe de numerosos cristianos sea iluminada y que éstos estén resueltos a vivir la vida cristiana integralmente, comprometiéndose en la lucha por la justicia, la libertad y la dignidad humana, por amor a sus hermanos desheredados, oprimidos o perseguidos. Más que nunca, la Iglesia se propone condenar los abusos, las injusticias y los ataques a la libertad, donde se registren y de donde provengan, y luchar, con sus propios medios, por la defensa y promoción de los derechos del hombre, especialmente en la persona de los pobres”.
En 1986 otra vez la CDF sacaba un segundo documento sobre la TL, Libertatis consciencitia (LC), “Instrucción sobre libertad cristiana y liberación", donde se muestran más los aspectos positivos y valiosos de esta TL e indica que estos dos documentos son inseparables, se han de ver en conjunto (LC 2). De nuevo, en el principio del documento, se señala lo que constituye la esencia de dicha TL, lo más valioso de la misma: “la conciencia de la libertad y de la dignidad del hombre, junto con la afirmación de los derechos inalienables de la persona y de los pueblos, es una de las principales características de nuestro tiempo. Ahora bien, la libertad exige unas condiciones de orden económico, social, político y cultural que posibiliten su pleno ejercicio. La viva percepción de los obstáculos que impiden el desarrollo de la libertad y que ofenden la dignidad humana es el origen de las grandes aspiraciones a la liberación, que atormentan al mundo actual. La Iglesia de Cristo hace suyas estas aspiraciones ejerciendo su discernimiento a la luz del Evangelio que es, por su misma naturaleza, mensaje de libertad y de liberación” (LC 1). La instrucción nos enseña como la vida y Pascua de Jesús, con su Evangelio del Reino de Dios, se realiza constitutivamente desde (con) los pobres en una liberación integral, una salvación liberadora del sufrimiento e injusticia y del pecado, que culmina en la vida plena-eterna (LC 50-51). Y continuando esta misión Cristo, la misión evangelizadora de la iglesia se efectúa con ese esencial amor preferencial por los pobres. “Los oprimidos por la miseria son objeto de un amor de preferencia por parte de la Iglesia que, desde los orígenes, y a pesar de los fallos de muchos de sus miembros, no ha cesado de trabajar para aliviarlos, defenderlos y liberarlos.; mediante su doctrina social (DSI), cuya aplicación urge, la Iglesia ha tratado de promover cambios estructurales en la sociedad con el fin de lograr condiciones de vida dignas de la persona humana” (LC 68).
Efectivamente, DSI converge con la TL en la entraña y claves de la fe, de la espiritualidad y la moral: la Gracia de Dios desde el Don del amor fraterno, la pobreza solidaria y la justicia con los pobres (LC 64-68), la defensa de la vida y dignidad de las personas. la solidaridad que transforma integralmente los corazones y las estructuras sociales injustas, de pecado u opresoras, para liberarnos de los ídolos del ser rico-riqueza y del poder (LC 74-75); el destino universal de los bienes, en unas relaciones internacionales justas (LC 90), que está por encima de la propiedad privada, la prioridad del trabajo, la dignidad del trabajador con sus derechos como es un salario justo, sobre el capital (LC 84-87). Y es que el magisterio de la iglesia hace mucho que acogió y reconoció todo lo bueno de la TL. En la Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi (EN), año 1975, ya San Pablo VI acoge claramente lo mejor de la TL y enseña que el Evangelio es un mensaje de liberación. La fe es inseparable de impulsar esta liberación integral, está unida intrínsicamente a la promoción de la justicia, de los derechos humanos y del desarrollo social e integral (EN 29-31). Y dijo sobre las comunidades eclesiales de base, donde se va forjando asimismo dicha TL, que “serán un lugar de evangelización en beneficio de las comunidades más vastas, especialmente de las Iglesias particulares, y serán esperanza para la Iglesia universal” (EN 58).
El Papa San Pablo VI acogía y refrendaban a los Obispos Latinoamericanos, que ya en las Conferencias Episcopales, primero de Medellín (1.968), posteriormente en Puebla (1.979), hasta llegar a Santo Domingo (1.992) y Aparecida (2.007): han recogido todo este clamor evangélico del amor y justicia liberadora con los pobres, proveniente de las citadas comunidades de base y de sus iglesias locales. Estas Conferencias, que son una aplicación fiel del Vaticano II en el contexto latinoamericano, y sus Obispos fecundaron de forma decisiva la TL, con su mensaje y praxis de paz, de amor fraterno y de justicia social con los pobres. Frente a las desigualdades e injusticias y, como consecuencia, la violencia que sufrían sus pueblos, crucificados en la pobreza y miseria extrema. De esta forma, en 1986 San Juan Pablo II escribió que: "estamos convencidos nosotros y ustedes de que la Teología de la Liberación es no sólo oportuna sino útil y necesaria" (Carta a la Conferencia Episcopal de Brasil). Más tarde, en 1990, el Papa reconocía de nuevo a las "comunidades eclesiales de base como fuerza evangelizadora y que dan una gran esperanza para la vida de la Iglesia" (Encíclica RM 51). Un años más tarde, en lo que sería su última y definitiva Encíclica social, San Juan Pablo II subrayó el “valor positivo de una auténtica teología de la liberación humana integral” (CA 26).
En 1994 los Obispos Españoles, pertenecientes a la Comisión Episcopal de Pastoral Social, sacaron un memorable e imprescindible documento, La iglesia y los pobres (IP), recogiendo y profundizando todas estas claves y enseñanzas que hemos visto hasta aquí. Y en particular, en una muy buena síntesis de lo ya visto, mostraban como "en este sentido, la teología de la liberación ha sido en la Iglesia del post-concilio un grito profético en favor de la liberación de tantos oprimidos por el peso de las estructuras políticas, culturales, sociales y económicas. El Papa ha invitado a realizar un discernimiento de dicha teología para mejorarla, potenciando sus valores y corrigiendo sus posibles defectos, que pueden darse y se dan como en toda obra humana" (IP, 143).
Como ha narrado uno de los maestros de Francisco, el reconocido pensador jesuita J. C. Scannone, el mismo Ratzinger alabó una brillante exposición de Gustavo, explícitamente, su cristocentrismo y su sentido de la gratuidad (Encuentro del episcopado latinoamericano en Alemania, 1996). En este último tiempo, Francisco le escribió una sentida carta de reconocimiento agradecido a Gustavo: “en este momento significativo de tu vida, me uno a tu acción de gracias a Dios, y también te agradezco por cuanto has contribuido a la Iglesia y a la humanidad, por todos tus esfuerzos y por tu forma de interpelar la conciencia de cada uno, para que nadie quede indiferente ante el drama de la pobreza y la exclusión… Te animo a que sigas con tu oración y tu servicio a los demás dando testimonio de la alegría del Evangelio” El propio Cardenal Müller, que fuera prefecto de la CDF, publicó dos obras conjuntas con Gustavo, la primera galardonada con un significativo premio y la segunda con prólogo del Papa Francisco. Allí Müller estudia y analiza todo lo valioso, lo bueno y verdadero de esta TL. En esta línea, Gustavo es Doctor “honoris causa” por diversas universidades e instituciones católicas y premio Príncipe de Asturias en humanidades.
Como se ve por todos estos textos o enseñanzas, la fe con el magisterio de la iglesia hace mucho que acogió y reconoció lo más significativo de la TL y de la obra de Gustavo, que se ha fecundado con lo mejor de la teología y espiritualidad contemporánea. Tales como la de la JOCconJ. Cardijn o la de la HOACcon Rovirosa, Merino o Malagón. Como la de esos relevantes maestros de teología, Chenu y Congar, De Lubac y Rahner o Alfaro, etc. que tuvieron una aportación decisiva en el Concilio Vaticano II. Por ejemplo, el considerado teólogo más importante de la época contemporánea, el jesuita K. Rahner, cuyo magisterio siguió y profundizó de forma admirable el también jesuita I. Ellacuría, valoró y alabó la teología u obra de Gustavo. Ciertamente, el teólogo dominico peruano estuvo muy influido por toda esta teología, por sus maestros dominicos como son Chenuy Congar. Como ya apuntamos, es sabido, ha sido amigo y admirado por el mismo Müller, Y es que como se ha estudiado e investigado, la TL es una teología unida a la Tradición de la iglesia, con sus Santos Padres y Doctores como un San Basilio, San Juan Crisóstomo, San Ambrosio o San Agustín que ponen los pilares de una verdadera TL.
Efectivamente, si uno estudia y conoce esta etapa llamada Patrística, que nos muestra una Patrología Social; o el resto de la Tradición de la iglesia, con los Doctores y Maestros como Santo Tomás de Aquino, F. de Vitoria y D. Soto, J. de Mariana o F. Suárez y el mismo Bartolomé de Las Casas, sobre el que propio Gustavo investigó con una magna obra, verá cómo está en el corazón de la fe y es una contante esencial en dicha Tradición claves como: la salvación que se realiza el amor, en la pobreza solidaria y en la justicia con los pobres. El Dios encarnado en Cristo Pobre y Crucificado se encuentra presente (sacramentalmente), de forma solidaria, en los pobres u oprimidos con esa inherente dimensión material, corporal y social de la fe y de la caridad, del pecado y de la salvación liberadora integral. La inmoralidad e injusticia de la riqueza, del ser rico y del poder, con ese principio del destino universal de los bienes, que está por encima de la propiedad, de la posesión. El respeto a la vida y a la subsistencia, como la de los pobres, permite apropiarse de los bienes sin que pueda ser considerado como robo, ya que a quien se encuentran en necesidad, y como los bienes son comunes, hay que restituirle en justicia lo que le han usurpado los ricos a estos pobres; esto es, todo aquello que estrictamente no necesitan para vivir. Laprincipal violencia, lo que genera el odio o rencor y las guerras u otros conflictos sociales, es la opresión e injusticia social, las desigualdades entre los ricos y pobres, en este sentido, la paz supone siempre la justicia, la solidaridad y el desarrollo integral.
La principal violencia, lo que genera el odio o rencor y las guerras u otros conflictos sociales, es la opresión e injusticia social, las desigualdades entre los ricos y pobres, en este sentido, la paz supone siempre la justicia, la solidaridad y el desarrollo integral
Todas estas claves de la Tradición de la iglesia las actualiza y profundiza la TL fecundada mutuamente con el magisterio y DSI. Así tenemos que la TL y este magisterio con su DSI nos enseñan el proyecto de Jesús, el Reino de Dios que nos regala el amor y la justicia liberadora con los pobres, Nos trasmiten una espiritualidad de encarnación, con una mirada mística y ética desde el lugar del clamor de los pobres, enraizada en el Evangelio del Dios Encarnado en Cristo Pobre y Crucificado. Una oración y contemplación en la acción social por la justicia liberadora con los pobres. El Misterio de Dios, La Trinidad como entraña y paradigma o modelo de la comunidad, de la humanidad y del mundo, en unas relaciones de libertad, solidaridad y justicia. La relación de la liturgia y los sacramentos con la vida, con la existencia entregada por el amor y la justicia con los pobres. La interrelación inseparable entre la caridad y la justicia, la caridad que es constitutivamente política, en la búsqueda del bien común y de la justicia social con los pobres, frente a todo orden injusto. La correlación inseparable entre la escatología, la salvación trascendente y la ética-política con sus liberaciones sociohistóricas (liberación integral), la interacción entre el pecado personal y el estructural, las estructuras sociales de pecado, perversas e injustas. El método espiritual y teológico-pastoral, más encarnado e inductivo, del ver/juzgar/actuar, el encuentro entre la realidad y el Evangelio, partiendo del conocimiento de dicha realidad con la mediación imprescindible de las ciencias sociales o humanas.
La deslegitimación ética de las ideologías y sistemas imperantes, como el inmoral neoliberalismo, el injusto capitalismo y el totalitario comunismo colectivista, el opresor colectivismo. Estas ideologizaciones y tergiversaciones que se han hecho sobre la TL, a las que no referíamos al principio, han dicho que si era marxista, etc. Y, después, de todo lo visto, nos preguntamos irónicamente ¿si es que acaso el marxismo hablaba de Dios, de la Gracia, de la espiritualidad o mística, de la vida eterna…? Es claro que no y lo que sí nos mostraba la TL y la iglesia es a todos estos mártires, testimonios de fe y de santidad como Mons. Romero y H. Cámara, alabados por el propio San Juan Pablo II o Francisco, los jesuitas L. Espinal, Ellacuría y el resto de los mártires de la UCA (actualmente en proceso de canonización), etc.
A pesar de más tergiversaciones, el actual Papa Francisco sintoniza con lo mejor de esta TL, como muestra su admiración y reconocimiento por autores como R. Tello o el ya citado J.C. Scannone, uno de los principales autores de la TL y de la filosofía liberadora. En esta línea, recomendamos la lectura de Ecclesia in america (EA) de San Juan Pablo II, un maravilloso documento que se hace eco de toda esta TL y la DSI. En EA, el Papa propone la globalización de la solidaridad y la justicia con los pobres, frente al neoliberalismo con su injusticia global, pecado que clama al cielo (EA 52-59). Terminamos dando gracias a Dios por toda esta obra y legado de Gustavo que, esperamos, ya goce eternamente con el Dios de la Vida al que él trató de servir en la fe, en la iglesia y en su opción liberadora por los pobres.
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