Antonio Aradillas La misa está en el atrio

(Antonio Aradillas).- De un pueblo, y de una parte importante de su jerarquía, que no manifieste tener ideas claras acerca de la misa y de cuanto esta es y significa hasta semánticamente, con dificultades muy serias se podrá aseverar que pretende vivir su fe basada sobre todo en tan sacrosanto, ejemplarizante y luminoso misterio. Es posible que en tarea tan necesaria y urgente, y ya en vísperas de la renovación- reforma litúrgica que se demanda, estas sugerencias e ideas ayuden en su planteamiento y resolución.

"Misa" significa nada más y nada menos que "misión", es decir, "la acción de enviar", en este caso "a dar testimonio de lo visto, oído y realizado", por, y en, la comunidad, habiendo participado en la "cena-comida", como expresión suprema, real y sacramental del amor de Dios y de quienes quieran seguirle por su condición de cristianos. Aseverar, por tanto, que la misa comienza a ser misa de verdad cuando litúrgicamente termina -"ite, missa est-, y se proyecta en la vida, no es pura coincidencia. Es una -la única- realidad, de la que las reuniones -"post missam"- en el atrio ,son, o pueden ser, su anticipo..

Nombres que le fueron aplicados a la misa, con remembranzas al Nuevo Testamento y complementarios, fueron "La Cena del Seseñor", "Eucaristía- acción de gracias", "Sacrificio y ofrenda", "Anáfora-elevar hacia arriba". "Synaxis- asamblea", "Liturgia-culto público", "Kyriale-dominical", "Colecta-reunión", "Oblatio-celebración"...

¿"Encargar una misa"?. No. Las misas ni pueden ni deben "encargarse". No hay dinero en el mundo ni "para" ni "por" su celebración, pese a que lo especifiquen las "tasas" que reflejen, o aconsejen, su "precio- estipendio" año tras años, y en los Boletines Diocesanos correspondientes. Enmascarar tales "precios" en el término "limosna", no es catequísticamente correcto. Es una falsedad, una tergiversación y, poniéndome serio, hasta una falacia, por buena que haya sido, o sea, la intención.

Con los conceptos de "misa de difuntos", "vigilias", "cabos de semana, mes y año", "días de ánimas", "baños de misas", "fundaciones y misas gregorianas","misas solemnes o concelebradas"... se corre el riesgo de que se establezca un tráfico comercial en relación con el "Purgatorio", del que se beneficien en exclusiva, o fundamentalmente, los celebrantes, o concelebrantes. Y conste que en este capítulo, hoy "no tiene arte ni parte" Lutero. Son -siguen siendo- normas, costumbres y prácticas aceptadas, con las bendiciones y las indulgencias debidas.

La falta de sacerdotes insta a muchos, y a muchas, a organizar en sus respectivas parroquias o centros, sobre todo, rurales, las llamadas "asambleas dominicales"
dirigidas por religiosas o monjas...Son frecuentes las preguntas similares a estas :¿Por qué no consagran también las mujeres, sean monjas y aún seglares? ¿Se cumple con el llamado "precepto dominical", asistiendo a estas "asambleas"? ¿Es posible y recomendable litúrgicamente comulgar en las mismas? ¿Son aplicables en sufragio de los fieles difuntos? ¿Podrían "pagarse" por ellas?.

En relación con las homilías en las misas "normales", me conformo hoy con destacar que este término procede del griego "homilein", que quiere decir "conversación familiar". Añado además por propia experiencia que suelen ser aburridas, que en ellas se dice siempre o casi siempre, lo mismo, que sus lecturas debieran ser seleccionadas en consonancia con los problemas del mundo o de la comunidad reunida en asamblea, que se cuente con la participación activa, y aún la predicación de los seglares -ellos y ellas- en aquellas materias en las que son más expertos que los curas y los mismos obispos...

No está de más añadir que, pronunciadas estas, con mitras, y el estilo propio del "orador sagrado", en las homilías no es posible evangelizar, ni ser "palabra de Dios". La mitra no se usa en familia. Es propia y se corresponde con el "espectáculo", es decir, con la "función", por muy "religiosa" que sea.

Parte principal de las misas es la "celebrada" en el atrio de las iglesias, después de haber sido despedidos los fieles con el "ite, missa est", cuando y donde se saludan unos y otros, con veracidad, comentando y conversando sobre sus gozos, tristezas y esperanzas, con la presencia y participación del celebrante. De parte tan importante de la "celebración" han de privarse hoy la mayoría de los sacerdotes, por no disponer de tiempo y verse obligados a tener ya puesto en marcha su coche para desplazarse a celebrar otra misa en otro pueblo...

"Oir misa", "asistir a misa", "ir a misa", "estar en misa"... no son expresiones adecuadas ni para "cumplir con el precepto", ni para satisfacer una devoción de tanta importancia y provecho espiritual. Si de alguna manera se diera a entender, y se practicara, que el concepto "participar" y "con-celebrar" se hiciera presente en la eucaristía, no cabe duda de que la misa sería mucho más misa, es decir, misa de verdad.

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