"Un grito en plural, “nuestro”, pues es Padre de cada uno y de todos" La oración del padrenuestro nos enseña a orar con perseverancia

Jesús y los Apóstoles
Jesús y los Apóstoles Agencias

"Con esta expresión Jesús quiere enseñarles a los discípulos a dirigirse a Dios con confianza"

"Los seres humanos solo podemos vivir pidiendo perdón y perdonando"

"Dios conoce mejor que nosotros mismos nuestras necesidades pero quiere que se las presentemos, quiere escucharnos"

El domingo pasado leíamos en el evangelio el episodio en que Jesús acude a casa de sus amigos Lázaro, María y Marta en la aldea de Betania, cerca de Jerusalén, donde solía acudir a descansar. La conversación con Marta daba pie a Jesús para hablar de la necesidad de no agobiarnos con actividades numerosas que no nos dan tiempo a lo más importante, escuchar al Señor. Veíamos también la necesidad del descanso, de las vacaciones y de buscar el equilibrio entre la acción y la contemplación, la escucha de la palabra de Dios y el compromiso por llevarla a la vida. En el episodio de este domingo Jesús aparece rezando solo en un lugar apartado y con su ejemplo va a suscitar el deseo de aprender a orar de sus discípulos. Entonces Jesús les enseña la oración del Padre Nuestro.

Jesús ora con frecuencia pasando algunas veces la noche entera en oración. Antes de tomar las grandes decisiones de su vida, se retira en oración: antes de escoger a sus discípulos, cuando toma la decisión de dirigirse a Jerusalén o momentos antes de enviar a sus discípulos a la misión. Una de las características que destacan en la vida de Jesús es que, pese a llevar una vida de intensa actividad, busca espacios de silencio para estar en intimidad con el Padre. La madrugada o la noche son los momentos privilegiados para ello. El evangelio que hemos leído hoy tiene cuatro partes. La primera parte donde Lucas presenta a Jesús rezando y los discípulos le piden que los enseñe a orar. La segunda parte es la respuesta de Jesús a la petición de los discípulos enseñándoles la oración del padre nuestro. La tercera parte es la parábola del amigo inoportuno en la noche cuyo objetivo es hacerles ver a los discípulos la necesidad de la perseverancia en la oración. En la última parte Jesús se sirve de tres peticiones que un padre no puede negar a su hijo para inculcarles a sus discípulos la necesidad y eficacia de la oración.

Necesitamos orar para vivir en actitud lúcida y vigilante en medio de una sociedad superficial y deshumanizadora

La oración del padrenuestro es la única oración que nos enseñó personalmente Jesús y hay que verla como una escuela de oración cristiana que debemos rezarla sin caer en la rutina. Tiene dos partes bien diferenciadas con un total de siete peticiones entre las dos. Jesús comienza la oración llamando a Dios Abba, que significa “papaíto”, expresión con la que los niños hebreos se dirigían con confianza a su padre. Con esta expresión Jesús quiere enseñarles a los discípulos a dirigirse a Dios con confianza porque no es un ser extraño ni dominante sino un padre que nos ama. Padre es el grito que brota del corazón humano cuando vive habitado no por el temor de Dios, sino por una confianza plena en su amor. Un grito en plural, “nuestro” pues es Padre de cada uno y de todos. Esta es la gran gracia que nos ha dado en el bautismo: hacernos verdaderos hijos de Dios; de modo que no sólo nos llamamos sino que somos hijos de Dios. Es una invocación que nos arraiga en la fraternidad universal y nos hace responsables de todos los demás.

La primera parte del padre nuestro es una oración de alabanza a Dios mismo con tres peticiones: la santificación de su nombre, la venida del reino y el cumplimiento de su voluntad. Estas tres peticiones iniciales suponen la búsqueda de la gloria de Dios. Pues la verdadera oración se centra en él y no en nosotros.  Se pide que el nombre de Dios sea conocido, venerado y amado anteponiendo esta realidad a cualquier otro deseo humano. “Venga tu Reino” es la súplica de que en el mundo se acoja su Reino. El deseo de que no reinen en el mundo la violencia y el odio sino Dios y su justicia. Que no reinen los poderosos sobre los débiles, el hombre sobre la mujer, ni el rico sobre el pobre sino que se instaure el Reino de verdad y la vida, de la santidad y la gracia, de la justicia, el amor y la paz. La última petición, “hágase tu voluntad”, es una petición de que su voluntad no encuentre obstáculo y resistencia en nosotros y suplica para que la humanidad entera obedezca a la llamada de Dios. La oración auténtica no se orienta primordialmente a la verificación de nuestros deseos, sino que es ante todo encuentro y diálogo con Dios, apertura a Él y total disponibilidad a su voluntad.

Cristo con Marta y María
Cristo con Marta y María

La segunda parte del padre nuestro tiene en cuenta las necesidades fundamentales del hombre que no son solo materiales: el pan, el perdón y la ayuda ante las tentaciones. No se puede vivir sin pan, no se puede vivir sin perdón y no se pude vivir sin la ayuda de Dios ante las tentaciones. Pedir el pan de cada día, lo necesario para vivir de manera digna, no solo nosotros sino todos los hombres. Pedir perdón y comprometerse a perdonar es parte del estilo de vida cristiana que ha de vivir esforzándose por no conservar rencor, resentimiento, sed de venganza, actitudes que contrastan con el espíritu cristiano. El mundo necesita el perdón de Dios, los seres humanos solo podemos vivir pidiendo perdón y perdonando. La  última petición incide en la batalla contra el mal que amenaza la vida pues el verdadero modo de glorificar a Dios es no caer en la tentación, venciendo el mal. Además de las pequeñas tentaciones de cada día está la gran tentación de abandonar a Dios. La oración termina con el grito de confianza en que Dios está con nosotros frente a todo mal.

En la tercera parte del relato evangélico de hoy Jesús les cuenta a sus discípulos una parábola para hacerles ver la necesidad de ser perseverantes en la oración. Se trata de la parábola del amigo inoportuno que a media noche va a pedir prestado pan. Jesús dice que si no se lo dan por ser amigo se lo darán por su insistencia para que no siga molestando. Dios es ese amigo en el que podemos confiar que acabará escuchándonos si somos constantes porque es bueno. Dios conoce mejor que nosotros mismos nuestras necesidades pero quiere que se las presentemos con audacia y con insistencia. Insistir a Dios no sirve para convencerle sino para reforzar nuestra fe y nuestra paciencia, nuestra capacidad de luchar junto a Dios por cosas importantes.

'Danos el pan de cada día'
'Danos el pan de cada día'

La última parte del evangelio trata sobre la eficacia y la necesidad de la oración. Para eso Jesús utiliza la imagen del Padre que no puede negar las cosas importantes que su hijo necesita para vivir. Jesús concluye su mensaje diciendo que si un padre aun siendo malo, da cosas buenas a su hijo, cuanto más nos las dará nuestro Padre Dios si se las pedimos. Por eso insiste en hay que pedir y confiar en que nos dará, buscar confiando en que hallaremos y llamar esperando que nos abrirá.

Hoy día la secularización y la increencia despiertan sospecha de que la oración cristiana carece de significado y lleva a la alienación. Para muchos la oración está de más porque se ve como actividad inútil, improductiva y  propia de holgazanes, y porque no cambia las cosas, el mundo ni las personas. Otros han abandonado o descuidado la oración por falta de tiempo o por no saber cómo hacerla. La oración ha entrado en crisis y bastantes creyentes han vivido la triste experiencia del abandonarla. Hemos llenado nuestra vida de cosas, actividades y preocupaciones que nos han ido alejando poco a poco de Dios. Siempre tenemos algo más importante que hacer, algo más urgente y más útil.

Oración
Oración

Pero los seguidores de Jesús necesitamos orar. No es posible vivir con vigor la fe cristiana sin alimentarnos interiormente pues tarde o temprano experimentaremos la insatisfacción que produce en el corazón humano el vacío interior, la trivialidad de lo cotidiano, el aburrimiento de la vida o la incomunicación con el Misterio. Necesitamos orar para encontrar silencio, serenidad y descanso que nos permitan sostener el ritmo de nuestro quehacer diario. Necesitamos orar para vivir en actitud lúcida y vigilante en medio de una sociedad superficial y deshumanizadora. Necesitamos orar para enfrentarnos a nuestra propia verdad y ser capaces de una autocrítica personal sincera. Necesitamos orar para irnos liberando de lo que nos impide ser más humanos. Necesitamos orar para vivir ante Dios en actitud más festiva, agradecida y creadora.

Gracias a Dios nunca la he dejado la oración del todo, pero sí me estoy dando cuenta en este año sabático que no estoy tan agobiado por las actividades pastorales, y por tanto no tengo excusa para dejar la oración por falta de tiempo, pero sin embargo veo que a veces no le dedico el tiempo que debería. Veo la necesidad de salir de esa mediocridad en que me he ido instalando a lo largo de los años para experimentar las palabras de Jesús: pedid y se os dará, buscad y hallareis, llamad y se os abrirá. La oración del Padre nuestro rezada despacio, meditada, sin caer en la rutina es la mejor escuela de oración que me puede ayudar en los momentos de crisis o mediocridad en la oración a no perder la confianza en el Padre que espera que le pida con actitud propia del pobre, que me enseñe a orar como el enseño a sus discípulos pues, además de que yo lo necesito, hay otras personas que están necesitando aprender a orar pero no me van a pedir que los enseñe si no me ven orar de la manera en que los discípulos veían a Jesús.

Jesús comparte el pan con sus discípulos
Jesús comparte el pan con sus discípulos Agencias

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