Jaime Escobar Se remueve un obstáculo para las reformas del Papa Francisco

(Jaime Escobar, Reflexión y Liberación).- Desde el verano pasado se venía sosteniendo en voz baja que había un cierto cansancio y molestia por las reiteradas intervenciones públicas y operaciones mediáticas del Cardenal Gerhard Ludwig Müller (69 años) y Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Estos hechos reiterados eran comentados con cierta regularidad en el ámbito más íntimo del Papa Francisco y era tema de conversación entre el personal que le acompaña en la Domus Santa Marta.

En este contexto de los desencuentros doctrinales protagonizados por el Cardenal Müller, hemos de señalar uno que efectivamente produjo malestar y desconcierto en ambientes diversos de la Curia Vaticana. Fue en mayo de 2016, el Cardenal Prefecto visitaba el Seminario de Oviedo y presentaba su libro: "Informe sobre la esperanza" (BAC /editores) y allí ante un público selecto dijo sin más: "Las aguas de la postmodernidad líquida provocan relaciones líquidas en el matrimonio, cuya definición católica es la de un solo hombre con una sola mujer y con Jesús presente en su amor...Para recibir la comunión en la eucaristía, esas personas -divorciadas sin nulidad canónica- deben abandonar la nueva unión o vivir con la otra persona como si fueran hermanos...".

También, el purpurado alemán tuvo cuidado de no aparecer contradiciendo al romano pontífice señalando con habilidad que para sanar las heridas matrimoniales se deben considerar las pistas que entrega Amoris Laetitia: "Acompañar, discernir, integrar. Acompañar la fragilidad porque las personas en pecado mortal", en caso de esas segundas uniones, "no están excluidas de la Iglesia, hecha de hombres que se caen y se levantan, como describía San Agustín". Y, "discernimiento e integración" para que esas personas "modifiquen su vida, porque nadie puede querer el sacramento de la eucaristía sin que quiera que su vida cambie". Al mismo tiempo, Müller aseguró que "Francisco no ha introducido ninguna modificación de la disciplina de los sacramentos", aunque "sí quiere llevar a los náufragos a un barco, como el de Noé, pero sin dejar entrar el mal que desintegraría el arca", es decir, "su arquitectura teológica y dogmática".

En esa visita a Asturias, el Cardenal Müller fue más lejos y, antes de la conferencia, durante una rueda de prensa, ante la pregunta sobre la confusión de muchos católicos por el choque entre la orientación pastoral del Papa Francisco y la suya, como vigilante del dogma católico, Müller señaló que "sabemos que Benedicto XVI y Juan Pablo II u otros papas, han subrayado la sustancia de la fe, también con un tono pastoral, pero nuestro Papa Francisco viene de un mundo de experiencias diversas", que no coincide con la "formación académica a la que estamos acostumbrados desde hace siglos en nuestra Europa"... Agregando que "tengo que hacer mi tarea, que es promover y tutelar la fe, pero mi libro no es una corrección al Papa, aunque yo no soy una copia de Francisco, que tiene algunos serviles aplaudidores...".

Otro capítulo bochornoso en que estuvo involucrado el cardenal alemán fue cuando en una entrevista con la revista italiana Il Timone, en febrero pasado, Müller coincidió en varios aspectos "doctrinales" expuestos por algunos cardenales "rebeldes" que le pedían a Francisco aclarar cinco dudas del capítulo octavo de la "Amoris Laetitia", además, no considerando las interpretaciones que algunas conferencias episcopales europeas le remitían a la Congregación de la Fe, en algunos casos ni siquiera contestó las misivas oficiales. Otro tanto ocurrió cuando Marie Collins, víctima de abusos sexuales en su natal Irlanda, integraba la Comisión Vaticana para la Tutela de Menores y denunció el poco interés en estos temas y una "vergonzosa e inaceptable reticencia" de Müller.

Cuando el Papa Francisco asume sus altas funciones en marzo de 2013, no fueron pocas las voces que anunciaban fuertes roces y desencuentros entre el poderoso Cardenal guardián de la Fe y la apuesta del nuevo pontífice por hacer de la Iglesia un espacio global de diálogo, colegialidad, comprensión y acogida a todas y todos como hijos de Dios. Ya en su viaje a Brasil (Jornada Mundial de la Juventud), Francisco tuvo la convicción de que, efectivamente, el purpurado alemán podría ser removido cuando cumpliera su período de cinco años al mando de tan importante Dicasterio romano. Por esto, están en lo correcto aquellas personas especialistas en temas vaticanos que dijeron una y otra vez que el Papa no autorizaba la remoción del Cardenal Müller por respeto a su predecesor Joseph Ratzinger, quién le nombró en la Congregación en julio de 2012.

Por lo tanto, en ambientes romanos se sabía que varios cardenales venían planteando la necesidad de que se cambiara al Cardenal Müller, tanto por sus reiteradas críticas antes y después de los Sínodos de la Familia convocados por Papa Francisco, como por sus constantes declaraciones y conferencias en que, claramente, contradecía aspectos importantes de la exhortación apostólica "Amoria Laetitia", que expone orientaciones en materia de moral familiar y que todavía no se asumen en plenitud en un sector importante de la jerarquía católica conservadora europea y americana.

Desde Latinoamérica, saludamos esta esperada decisión del Santo Padre Francisco que sigue adelante en sus intentos de reforma a la Iglesia Católica, cambios que, sin duda, se necesitan por el bien de la misión y la evangelización de los pueblos del mundo. Del mismo modo, nos sumamos a aquellas voces de gratitud por la decisión papal de nombrar como nuevo Prefecto para la Congregación para la Doctrina de la Fe al P. Luis Francisco Ladaria Ferrer (73 años), un jesuita y teólogo excelso, estudioso del Concilio Vaticano II y conocedor de la Curia vaticana. Y, como bien dice JM Castillo: "Ladaria es un hombre que sabe, es un hombre equilibrado, es un creyente que sólo quiere el bien de la Iglesia. Tenemos, pues, el camino abierto a un futuro de esperanza...".

Volver arriba