"No son o católicos, no son cristianos, solo son sodálites" La venganza de los zombis

Alejandro Bermúdez
Alejandro Bermúdez

"Bermúdez es incapaz todavía de darse cuenta de que es un sectario al que le cerraron la secta. Y aunque no debería decirlo por caridad cristiana, he leído su último e insufrible texto, tragándome el tedio, me dan pena sus extremos de delirio, y empero, aun así, me río a solas"

"El Sodalitium Christianae Vitae (SCV), murió en su ley. Sin reconocer lo que las otras aceptaron, que se había entronizado en su seno una cultura de abuso de poder, con perfil sectario. Las fraternas, las siervas y hasta el MVC, mostraron por lo menos un poquito de dignidad en la última exhalación"

De las cuatro organizaciones suprimidas por el padre Jorge, o papa Francisco, la principal, el Sodalitium Christianae Vitae (SCV), murió en su ley. Sin reconocer lo que las otras aceptaron, que se había entronizado en su seno una cultura de abuso de poder, con perfil sectario. Las fraternas, las siervas y hasta el MVC, mostraron por lo menos un poquito de dignidad en la última exhalación.

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El Sodalicio de Figari, no. Ni un ápice. Como lo ha expresado Alejandro Bermúdez, quien mejor encarna el denominado “espíritu sodálite”, los suprimidos van a esperar a que este pontífice fallezca, y al siguiente le pedirán la “restitución o refundación”, porque consideran injusta la supresión, porque Francisco fue mal informado, porque los monseñores Scicluna y Bertomeu fueron un par de investigadores chapuceros, porque sor Simona Brambilla es mujer y qué saben las mujeres sobre movimientos de hombres como el SCV, y sabe dios. 

Harán lo que siempre les ha funcionado en el Perú. Iniciar una campaña de lodo contra un chivo expiatorio, a quien le trasladarán todos los males que puede albergar un ser humano y lo responsabilizarán de “abuso de poder” (ya lo están diciendo). Y ese chivo expiatorio, adivinarán, es Jordi Bertomeu

¿Y mientras tanto? ¿Qué van a hacer hasta que ello ocurra? Que se muera el padre Jorge, digo. Pues lo obvio. Harán lo que siempre les ha funcionado en el Perú. Iniciar una campaña de lodo contra un chivo expiatorio, a quien le trasladarán todos los males que puede albergar un ser humano y lo responsabilizarán de “abuso de poder” (ya lo están diciendo). Y ese chivo expiatorio, adivinarán, es Jordi Bertomeu. Que es más corrupto que Capone. Que es tan siniestro como Drácula. Que es más malo que Darth Vader. Que es vil como el Joker. Y que blibliblí y blablablá. Y que patatín y patatán. Y así.

Miembros de una de las ramas del Sodalicio en Argentina
Miembros de una de las ramas del Sodalicio en Argentina Sodalicio

Hace rato que empezaron con esto, dicho sea de paso. Al estilo peruano, no faltaba más, con una demanda penal en un juzgado en un municipio de Lima, y con otra denuncia calumniosa ante la Rota Romana. Porque encharcar y judicializar con demandas irrisorias, es su manera de resolver las cosas, matoneando, amenazando, ensuciando, y ojo al dato: a pesar de la muerte oficial de Hidra y todas sus cabezas.

Porque a ver. Por si no quedó claro. Alejandro Bermúdez, como Erwin Scheuch, entre los principales, ya no son sodálites, sino muertos vivientes, aunque en sus cabecitas enajenadas continúen creyendo que “siguen siendo sodálites y morirán siendo sodálites”. O sea, no católicos, no cristianos, sino sodálites. Porque son sectarios de tomo y lomo, absolutamente alienados de la realidad, si acaso no quedó claro.

El problema es que ahora ya no pueden estar en modo “el medio Equis dice que Fulano es un tal por cual, y por lo tanto no tiene credibilidad, y encima tiene procesos judiciales por resolver”. Eso ya no es así. O no tanto. Es verdad que, aun en plan zombis, hay algunos portales acólitos que le sirven de caja de resonancia para sus campañitas de acoso y derribo. “El Español” e “Infovaticana”, en Europa, o “La Abeja” en el Perú, pero ya son contaditos con los dedos de una sola mano. Y claro. Siempre habrá en el universo paralelo que crearon, algunos tontos del haba que se crean sus tonterías. Eso es inevitable. Porque entre los sodálites zombis y sus áulicos, la línea más corta entre dos puntos es la estupidez.  

Siempre habrá en el universo paralelo que crearon, algunos tontos del haba que se crean sus tonterías. Eso es inevitable. Porque entre los sodálites zombis y sus áulicos, la línea más corta entre dos puntos es la estupidez

Pero quien pasará a los anales del negacionismo más idiota en esta historia sin precedentes en la Iglesia católica, sin duda, será Alejandro Bermúdez, “el periodista católico”. Lo que pasa es que, en esta carrera de despropósitos contra el flamante comisario del Sodalicio, donde los ignorantes aplauden y las waripoleras chillan y saltan, quien destaca es él, el discípulo más aplicado de Luis Fernando Figari, el fundador de la secta.

En el último y definitivo libro que he escrito sobre los suprimidos, “La verdad nos hizo libres” (Debate, 2025), está todo inventariado con minuciosidad notarial, para que quede registro y memoria de la historia del culto que inventó Figari para perpetrar todo tipo de fechorías y crímenes, y no solo “maltratos”, como estampó el pronunciamiento final del Sodalicio, que, todo hay que decirlo, con talante arrogante dejó esclarecido que a estos no los arreglaba nadie. Ni Dios.

Alejandro Bermúdez, a la izquierda, en un encuentro
Alejandro Bermúdez, a la izquierda, en un encuentro

“Anda al psiquiatra, Alejandro”

Miren, si no. En doce folios, en su portal “hoyenlaiglesia.org” (16/4/25), donde solo aparecen un par de comentarios y uno de ellos le pide que vaya al psiquiatra, Bermúdez se desgañita, derramando lisura, contra Jordi Bertomeu. En su vademécum de falsedades, que, como otros zombis que le precedieron, cita incansablemente una nota disparatada de “El Español”, la que he desgranado como una mazorca en “Después De Todo (DDT)”, una videocolumna que tengo en el portal “La Mula en Vivo”, solo se puede colegir una cosa: que Jordi Bertomeu es malo, malo, malísimo.

Y más, evidentemente. Que monseñor Germán Schmidt, palabra de Dios, te alabamos Señor, dijo una vez que el Sodalicio era una “concreción del Concilio Vaticano II”. Si no les suena de nada el nombre de monseñor Schmidt, les puedo citar de memoria a Juan Pablo II, el santo, afirmando que “Marcial Maciel era un ejemplo para la juventud”. Ergo, la infalibilidad no era una virtud notoria en el papa polaco y, tampoco, en el caso del exobispo auxiliar de Lima.

El Papa, Salinas, Ugaz y Allen
El Papa, Salinas, Ugaz y Allen

Y luego, en plan “por fin se desveló el misterio”, resulta que la narrativa de Jordi Bertomeu “es calco y copia de lo que han dicho (Pedro) Salinas y (Paola) Ugaz”. Es decir, Bertomeu, si alguien no entendió, es nuestro títere, nuestra marioneta, nuestro busto parlante, y mi amiga y colega somos como ventrílocuos que, a miles de kilómetros de distancia, lo mangoneamos a nuestro antojo, como un muñeco vudú. No solo a él, todo sea dicho, sino a sor Simona Brambilla, a monseñor Charles Scicluna, y al mismísimo padre Jorge. Tal cual. Y no estoy exagerando.

Afirma más este Sherlock Holmes peruano, explicándolo todo desde su etnocentrismo limeño y sectario. Como, por ejemplo, que Paola Ugaz “viajó a Panamá varias veces durante los años aciagos de los sobornos de la empresa Odebrecht a la Municipalidad de Lima, donde ella trabajaba para la alcaldesa Susana Villarán, que terminó en prisión”, cuando la realidad nos enrostra que Pao hizo escalas en Panamá, pero jamás pisó la ciudad ni la conoce, y nada tiene que ver con la corrupción que llevó a la cárcel a Villarán. Aunque eso no lo aclara. 

Y fíjense. Ahora resulta que José Luis Hauyón, un abogado que tenía como principales clientes a varios capitostes del Sodalicio y se comprobó a través de un operativo fiscal denominado “Valkiria”, que, era un operador en los pasadizos fiscales y judiciales para frenar los casos contra los sodálites de la cúpula y acelerar aquellos que habían fabricado contra los periodistas que los investigamos, “es un mito”.

Y claro. No estuvieron ausentes los adjetivos calificativos sobre el proceder de Bertomeu como heraldo investigador de la Misión Especial y Personal del papa en Perú: “despreciable”, “ignorante”, “cobarde”, y etecé.

Así es que ya lo saben. Por ahí vienen los tiros de Alejandro Bermúdez y los suyos. Con chifladura de por medio. Dándoselas de listillos, sin enterarse de que, hoy por hoy, son zombis, muertos vivientes. Por lo pronto, Bermúdez es incapaz todavía de darse cuenta de que es un sectario al que le cerraron la secta. Y aunque no debería decirlo por caridad cristiana, he leído su último e insufrible texto, tragándome el tedio, me dan pena sus extremos de delirio, y empero, aun así, me río a solas.  

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