La Semana Santa turolense, marcada por el tañido constante La Semana Santa del Tambor: hacer ruido en mitad del silencio y la muerte
La Semana Santa, con lo que es y lo que significa, está y estará presente en cualquier calendario y programación laboral, socia y, política, dando por supuesta, la religiosa, aunque esta se diluya, y a veces se confunda , en determinados espacios y tiempos, pero conservando siempre su originalidad
Llega a mis manos el frustrado programa de la Semana Santa del pueblo de Andorra y pese a sus recortes legales, el tambor aparece como su protagonista. Y es que hasta el mismo demonio “coronavírico” le tiene miedo al tambor…
Sobran razones convincentes para que la Semana Santa, en la rica pluralidad de sus días y versiones, se convierta en aspiración , meta y destino para viajeros y peregrinos de cualquiera de las Comunidades Autónomas de España y de sus respectivas comarcas, pueblos y ciudades. La religiosidad y la devoción, se revisten y se cantan con lo mejor de su folclore y se echan a procesionar por sus calles y plazas, recorriéndolas con admiración y respeto. También la naturaleza con su oferta de casas rurales , las playas y aún restos de la blancura de las nieves que todavía perduren, son argumentos culturales y turísticos específicamente semanasanteros, brindando óptimas posibilidades de contemplación e información ecológica, pletóricas también de religiosidad.
La Semana Santa, con lo que es y lo que significa , está y estará presente en cualquier calendario y programación laboral, socia y, política, dando por supuesta, la religiosa, aunque esta se diluya , y a veces se confunda , en determinados espacios y tiempos , pero conservando siempre su originalidad.
Y en el calendario de estas originalidades sorprende a propios y a extraños la Semana Santa que se celebra en la comarca de Teruel, que se corresponde y abraza los pueblos inscritos en la “Ruta del Tambor”, con sus localidades de La Puebla, Híjar, Urrea, Albalate del Arzobispo, Andorra, Calanda, Samper y la capitala comarcal, que es Alcañiz..
Bombos y tambores procesionan con intensidad sobrecogedora desde el Domingo de Ramos al Domingo de Resurrección , con merecidísima Denominación de Origen que garantiza sus valores soberanos, así como con su declaración de Fiesta de Interés Turístico Internacional, coronado todo ello con el reconocimiento de” Patrimonio Cultural de la Humanidad” por unánime decisión de la UNESCO .
Y es que el tambor, tal y como es tañido en los pueblos de la Ruta turolense , entraña y expresa diversidad de sones, para cuya manifestación no están capacitados otros instrumentos, por musicales que sean y se empleen. El tambor es, de por sí, oración. Oración personal y colectiva. Es voz personal, familiar, gremial, de las cofradías y de las hermandades. Es la voz del pueblo- pueblo por antonomasia. Voz de súplica y voz de acción de gracias. Es la voz de Dios, y más si se tiene conciencia cabal de que somos pobres …Es decir, evangélicamente ricos y privilegiados.
El tambor -la tambora- ni conoce ni sabe de marginaciones. Es algarabía, en la misma proporción e intensidad en la que es -o será- silencio. Es jaculatoria repetida millones de veces, coincidentes todas ellas con los repiqueteos de devotos y devotas. El tambor es vida. Es resurrección. Aun cuando en ocasiones den la impresión de que tocan a muerto, es cuando con clarividencia mayor evocan señales de vida. El tambor abre y despeja los caminos de la felicidad verdadera, al ritmo fiel de esperanzas substantivas. El tambor es patrimonio de todos. Niños, niñas, adolescentes, jóvenes y mayores, creyentes o no tanto, todos, y al unísono tocan el tambor…
Llega a mis manos el frustrado programa de la Semana Santa del pueblo de Andorra y pese a sus recortes legales, el tambor aparece como su protagonista. Y es que hasta el mismo demonio “coronavírico” le tiene miedo al tambor…
En momentos cumbres semanasanteros, vigila y vigilará el tambor, en devoto y eficaz intento y precaución por salvaguardar los valores principales que representa…De entre ellos se citan momentos y lugares tan sagrados como los de Romper la Hora, desfile de los estandartes, procesión a la ermita de san Macario, bendición del agua y del fuego común, -con obsequio de rosquillas a los asistentes- concentración de tambores y bombos, procesión del Encuentro, cambios de guardia de los soldados romanos, oración de Huerto Angélico, bendición de las tortas de Pascua…
La Andorra de Teruel y su Semana Santa, merecen placenteramente ser tenidas en consideración turístico-religiosa. Su Museo así lo delata y justifica. También su monumento, al igual que los dedicados a Labrador, al Jotero y al Minero. También reclama y justifica la visita el recuerdo legendario del abad san Macario, monje procedente de los valles pirinaicos de la vieja, o bella , Andorra, hoy Principado, de donde tomara su nombre , que suplantara al anterior de “Masadicas Rojas”.
Por cierto que san Macario es invocado como patrono de los herniados, oficio que ejerce con devoción, maestría y desinteresadamente. La villa de Andorra fue reconquistada por Ramón Berenguer IV , príncipe de Aragón, y Jaime I “El Conquistador” añadió a su escudo la leyenda de “Muy Noble Villa”, en agradecimiento a los servicios prestados por sus vecinos en la conquista de Valencia.
Y que conste que ,en el “iter” semanansantero de la Ruta del tambor, sus decibelios no contaminan la ecología. La purifican. Otro “milagro” del bendito abad san Macario.