"En el internet de temática religiosa no todo lo que reluce es oro" No utilizar el nombre de católico en vano
Deberíamos evitar este tipo de publicaciones. Nos quitan la paz, rompen la comunión entre los cristianos y no nos ayudan a cumplir la misión de «fomentar y elevar todo cuanto de verdadero, de bueno y de bello hay en la comunidad humana» (GS 76)
Ni el Santo Padre se salva de ataques furibundos. Y aunque en la Iglesia la crítica a la jerarquía es lícita y necesaria en algunas ocasiones, la mentira y el insulto no son un camino evangélico y, por tanto, tampoco puede ser católico
Gracias a Dios, muchos perciben la incoherencia entre el apellido de tales páginas y su contenido; pero hay lectores que, al ver la palabra “católico”, tienden a fiarse de cuanto leen en ellas
Gracias a Dios, muchos perciben la incoherencia entre el apellido de tales páginas y su contenido; pero hay lectores que, al ver la palabra “católico”, tienden a fiarse de cuanto leen en ellas
| José Antonio Satué, obispo de Teruel y Albarracín
Con frecuencia me preguntan por páginas webs, aplicaciones o redes sociales que se presentan como “católicas”. Algunas son verdaderamente católicas, tanto por sus postulados, fieles al Evangelio y a la doctrina de la Iglesia, como por su tono, en el que se percibe el estilo de Jesús, manso y humilde de corazón (cf. Mt 11,29). Pero en otras, ni el mensaje ni el talante tienen que ver con el Evangelio. En tales casos me atrevo a decir que “utilizan el nombre de católico en vano”. Gracias a Dios, muchos perciben la incoherencia entre el apellido de tales páginas y su contenido; pero hay lectores que, al ver la palabra “católico”, tienden a fiarse de cuanto leen en ellas. Por esto, me ha parecido oportuno advertir a los diocesanos de nuestra Iglesia de Teruel y Albarracín que en el internet de temática religiosa no todo lo que reluce es oro.
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En algunos casos, las páginas a las que me refiero dividen el mundo en buenos sin pecado y malos sin redención posible, utilizando incluso la mentira y el insulto contra quienes no comparten sus puntos de vista. Ni el Santo Padre se salva de ataques furibundos. Y aunque en la Iglesia la crítica a la jerarquía es lícita y necesaria en algunas ocasiones, la mentira y el insulto no son un camino evangélico y, por tanto, tampoco puede ser católico (cf. Mt 5, 21-26).
También hay publicaciones que se dicen católicas y no presentan la doctrina católica en su integridad, pues dan más relevancia a supuestas revelaciones de la Santísima Virgen que a la Palabra de Dios; o insisten con razón en la importancia de la sana doctrina y de la oración asidua, pero pasan de puntillas por el capítulo 25 del evangelio de san Mateo, donde Jesús dice con toda claridad «tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis». Olvidan que, como dijo el papa san Juan Pablo II, «sobre esta página, la Iglesia comprueba su fidelidad como Esposa de Cristo, no menos que sobre el ámbito de la ortodoxia» (NMI, 29).
Finalmente, me refiero a los sitios web que presentan la oración como una suerte de conjuro con el que conseguir que Dios complazca nuestros deseos y no como lo que es: una relación amorosa entre Dios y nosotros. ¡Cuántas frustraciones puede provocar ese modo de entender la oración! Incluso puede empujar al ateísmo.
Deberíamos evitar este tipo de publicaciones. Nos quitan la paz, rompen la comunión entre los cristianos y no nos ayudan a cumplir la misión de «fomentar y elevar todo cuanto de verdadero, de bueno y de bello hay en la comunidad humana» (GS 76).
Recibid un saludo muy cordial en el Señor.