Antonio Aradillas En vísperas de buenas noticias
(Antonio Aradillas).- A título de ejemplo, y con la sana y edificante intención de abrir caminos de Iglesia en su indefectible compromiso salvador con el mundo, decido aportar unos cuantos posibles titulares de prensa, que de alguna manera hoy ayudarían a redoblar su interés por ella y por su misión en el mundo.
Huelga relatar que son ya muchos, "extra" e "intra" muros de la institución eclesiástica, quienes están anhelantemente a la espera de que los medios de comunicación les informen con "titulares" como estos:
- En la elección del próximo Papa intervendrán como parte del Colegio Cardenalicio mujeres, además de sacerdotes y laicos. No se descarta que estemos en vísperas de que sea elegido el primer Papa negro. Tal y como está establecido canónicamente para el resto del clero, el Papa también se jubilará a los 75 años, o antes.
- Los procedimientos democráticos se abren paso en la Iglesia, que con honorabilidad sacramental, además de "santa" y "católica", se intitulará "democrática"
- La unión de las Iglesias es una consoladora realidad. Por fin, terminaron los cismas que destrozaron el "Cuerpo de Cristo". El Papa -"Primus inter pares"- lo será también de las otras Iglesias, y sus patriarcas, exarcas, archimandritas y popes regirán, de igual modo, la católica.
- Será opcional el celibato sacerdotal en la Iglesia. Célibes y casados, en igualdad de condiciones, ejercerán el ministerio eclesiástico.
- Las mujeres podrán ser y ejercer de sacerdotes en la Iglesia católica. Punto final a una bochornosa y ofensiva discriminación de siglos.
- Último proceso de canonización y beatificación en la Iglesia. En adelante, será el pueblo-pueblo -Pueblo de Dios-, el responsable directo de la valoración, intitulación y registro de los santos, con lo que desaparecen no pocos motivos de escándalos, también de tipo económico.
- Los confesionarios desaparecen del mobiliario litúrgico de iglesias y templos.
- Órdenes y Congregaciones Religiosas deciden intensificar su unión, sobre todo las que comparten fines y tareas idénticas o similares.
- Palacios -pontificales y episcopales-, se integran en el patrimonio común de pueblos y ciudades, y dejan de ser residencias oficiales de Papas y obispos.
- Anatemas, censuras, excomuniones y otras penas canónicas se desactivan en la Iglesia. Por fin el Código de Derecho Canónico inicia una mayor sintonía con el evangelio.
- Punto final para los "Tribunales Eclesiásticos" y sus declaraciones de nulidades matrimoniales y otros dictámenes relacionados con la justicia y su administración en la Iglesia.
- Se dictan normas efectivas para reducir al máximo los ornamentos, las ceremonias y los ritos litúrgicos. Fuera de los templos, los eclesiásticos homologarán sus atuendos con los del resto del pueblo. Tratamientos y títulos personales, con inclusión de "Sumos Pontífices", "Eminentísimos y Reverendísimos", "Sagrada Púrpura Cardenalicia" y otros, dejarán inmediatamente de emplearse dentro y fuera de la Iglesia.
- Desapareció la Curia Romana, y sus correspondientes sucursales diocesanas, tal y como estuvieron vigentes durante siglos tan administrativamente largos y tan poco, o nada, religiosos, sin que el servicio al pueblo fuera su auténtica razón de ser y actuar.
- Prohibición absoluta de llamar, tratar y considerar a la preparación para el sacerdocio como "carrera eclesiástica", con su culminación en el cetro, la mitra y el báculo.
- No a las Nunciaturas. El pueblo y los sacerdotes habrán de participar necesariamente en el nombramiento de sus obispos
- Urgente revisión del Vaticano como Estado Pontificio. "Jefe de Estado" y Papa, a la vez, son conceptos inmatrimoniables.
- Por fin está ya a punto de desvelarse, con razones bíblicas, el "misterio" gastronómico del por qué el Vaticano - el país más pequeño del mundo- , con sus 800 habitantes, es el que más litros de vino consume al año, superando con mucho a países de enorme tradición vinícola como España o Francia.
Habrán de ser muchas más las noticias, con amplias y gozosas posibilidades de convertirse en otros tantos titulares en los medios de comunicación. El mundo, y una buena parte de las Iglesias -también la católica-, no pierden la esperanza de que ellas se hagan pronto realidad.
El tiempo está en manos de Dios. La esperanza, en las de.los humanos. Estos ni están ni estarán jamás irremediablemente resignados a limitar su responsabilidad eclesial a cruzarse de brazos. Quede constancia de que la difusión y puesta en práctica de estas noticias no le despojarán a la Iglesia de ninguno -¡ninguno!- de los cometidos por su Fundador. Más aún, le haría ser más Iglesia de Cristo.