La encíclica surgida de Creta no toca cuestiones de relevancia para la ley canónica Termina el Concilio pan-ortodoxo, que no se ha convertido en un "Vaticano II"
(Cameron Doody).- Los líderes de las iglesias ortodoxas asistentes al Concilio pan-ortodoxo terminaron sus labores ayer domingo, y en una encíclica y una declaración conjunta afirmaron esperar repetir el sínodo "cada siete o diez años" a pesar de las sentidas ausencias de algunos jerarcas que marcaron este encuentro. La falta de las Iglesias de Rusia, Bulgaria, Georgia y Antioquía ahora amenazan, asimismo, con complicar las posibilidades de aceptación de las conclusiones del Concilio en el mundo de la ortodoxia.
Aunque la encíclica emitida por el Concilio trata de algunos puntos tan fundamentales para la vida cristiana como el carácter divino y católico de la Iglesia, la centralidad del testimonio a la misma y la importancia de la educación de jóvenes en la fe -y pese a que hace ciertas observaciones incisivas sobre cuál debe ser la respuesta ortodoxa frente a ciertos retos del mundo de hoy, como son la globalización, la crisis humanitaria y la oleada de extremismos violentos- la clave de este documento consiste en lo que los delegados al sínodo no han podido incluir en él, por no haber podido contar con los aportes de las iglesias ausentes. Ni la encíclica ni el mensaje acompañante tocan cuestiones de verdadera relevancia para la ley canónica, la liturgia, la teología moral o la eclesiología, por ejemplo.
Lo que sí contiene la declaración sobre las relaciones con otras iglesias -aprobada por el Concilio el viernes pasado- son observaciones sobre la unidad de la Iglesia que observadores del sínodo están interpretando como un aviso encubierto al patriarca de Moscú. El párrafo 22 de este documento, por ejemplo, afirma que "la Iglesia ortodoxa considera digno de rechazo cualquier esfuerzo de romper la unidad de la Iglesia emprendido por individuos o grupos bajo el pretexto de mantener o defender, supuestamente, la verdadera ortodoxia". Esta declaración también reitera que "la preservación de la verdadera fe ortodoxa se asegura solo a través del sistema conciliar, que siempre ha representado la máxima autoridad en la Iglesia en cuestiones de fe y decretos canónicos".
Otro probable punto de controversia en los documentos adoptados por los padres del Concilio -de nuevo desde la perspectiva de las relaciones entre las iglesias- será el rechazo expresado por el sínodo a actos provocativos "de competición inter-confesional". El documento sobre las relaciones ecuménicas condena rotundamente las prácticas de proselitismo concocidas como "uniatismo" con las cuales la Iglesia rusa ha intentado, durante muchos años, atraer a católicos del rito griego: condenas que la Iglesia rumana también, en esta ocasión, ha decidido subscribir, en una decisión que señala un replantamiento de sus posiciones históricas al respecto.
Por su parte, fuentes con las que ha hablado la agencia rusa RIA Novosti han afirmado que el patriarcado de Moscú "está estudiando el mensaje del Concilio", pero que "el formato de su respuesta será decidida tras un estudio completo del documento". Y he aquí la gran incógnita que queda tras el Concilio de Creta: el grado hasta el cual sus observaciones sobre la vida ortodoxa se implementen en las diferentes iglesias de esta comunión.