¡Cuántas veces decimos
que no hay nada que hacer,
que ya nadie piensa en los demás,
que se han olvidado los valores,
que la juventud está perdida y anda sin rumbo!
Y nos olvidamos de las palabras de Jesús:
¡Alegraos, no tengáis miedo,
no penséis en el mañana,
ni menos en el ayer,
pues cada día tiene sus propios afanes!
Solo escuchamos las malas noticias,
y nos parece que sólo existen
los políticos corruptos,
la crisis económica, que parece
hacer naufragar todo lo conseguido
durante tantos años de luchas y esperanzas.
¡No hay nadie que obre el bien, ni uno solo!
¡Todos los partidos son iguales!
Pero hay mucha gente, muchas personas
que se esfuerzan por construir otro mundo mejor,
anónima, oculta, es verdad,
pero que se unen en redes para transformar,
que siguen comprometidos, cuidando
a los más débiles, a la madre tierra.
Buscadlos, están por todas partes,
sólo hay que abrir los ojos,
y seguir sus huellas,
los rastros de la humanidad más pura.
¡Y dejemos el pesimismo
para tiempos mejores!
(Salmos para otro mundo posible, Editorial Paulinas)