Felices quienes disfrutan de la compañía con quienes van de camino, con quienes les escuchan, con quienes gozan con el paisaje que les rodea.
Felices a quienes no les importa desplazarse de su camino para ayudar a alguien con su problema, su inquietud, su sufrimiento, su búsqueda.
Felices quienes no tienen reparos en dejarse acompañar, para compartir experiencias, para dejarse sorprender, para aprender de la vida de los demás.
Felices quienes saben valorar la sabiduría del corazón, quienes se esfuerzan por conseguirla, para ofrecer humildemente su servicio.
Felices quienes celebran con gozo las esperanzas y las alegrías de quienes acompañan en el camino de la vida.
Felices quienes han sentido la llamada a vivir con intensidad su vocación y lo han compartido con humildad a los que inician un camino similar y personal.
Felices quienes se esfuerzan por conocer, por comprender, por experimentar la profundidad de su llamada, para así ayudar a otros en la senda de su existencia.
Felices quienes acompañan con dedicación, plenitud y alegría a quien se lo solicita y le deja que emprenda libre el vuelo cuando estén preparados.