Felices quienes se dejan embelesar por las canciones que les agradan. Serenarán su ánimo y su corazón.
Felices quienes cantan cuando van de camino, cuando están felices, o si necesitan alabar con música la belleza de un rostro o un paisaje.
Felices quienes elevan un cántico de dolor y lágrimas ante el dolor, la injusticia y la muerte.
Felices quienes deciden cantar juntos, unen sus voces y crean un coro de amistad y gozo conjunto.
Felices quienes cantan canciones de cuna para espantar los miedos, para proteger los sueños, para prolongar y serenar la placidez del descanso.
Felices quienes cantan al oído de la persona amada, quienes la arrullan con su canción preferida, quienes bailan al son de la balada más romántica.
Felices quienes alumbran con su canto una mirada, quienes acarician con sus cánticos al necesitado de cariño, quienes componen nuevas melodías para ahuyentar la rutina.
Felices quienes escuchan atentos el canto de un jilguero, quienes leen embelesados la música callada de la poesía, quienes oran con himnos, salmos y cánticos llenos de vida.