Felices a quienes la música les acompaña siempre: en el canto de un pájaro, en los ojos de una niña y en las notas sublimes de un corazón enamorado.
Felices quienes regalan cada mañana una sonrisa y una mirada llena de dulzura.
Felices quienes se acercan a quien sufre en silencio, y recogen en sus corazones sus lágrimas, su dolor, su angustia, su esperanza.
Felices quienes llegan, sin esperarlo la persona querida, con una flor, con una entrada para el cine, con un beso, con un paseo en una noche estrellada.
Felices quienes, en medio de su vida atareada, se dedican un tiempo de asueto para la lectura, unos minutos para escuchar su CD favorito, un rato de silencio para pensar u orar.
Felices quienes en la mesa del trabajo colocan una planta, quienes escuchan al compañero alicaído, quienes ofrecen su apoyo solidario al que sufre una injusticia.
Felices quienes no esperan al día del cumpleaños o del aniversario para regalar una caricia, un abrazo, una palabra de consuelo, un instante para la confidencia.
Felices quienes se abren y te hacen sentir como un miembro de su familia, quienes te ofrecen cama, alimento, un café, un momento de silencio, una ráfaga de cariño.