Felices quienes se sienten atrapados y satisfechos disfrutando de la lectura de un buen libro.
Felices quienes descubren que tras las palabras y las metáforas, vibran, se apasionan y se enternecen con tantas aventuras, ilusiones, dolores y alegrías de la humanidad.
Felices quienes leen atentamente, se paran y dejan que ahonden en su corazón las mejores experiencias aprendidas.
Felices quienes abren sus ojos al nuevo día con las palabras de un libro y los cierran con las imágenes que les ha sugerido.
Felices quienes se embarcan en múltiples aventuras, quienes reflexionan con la filosofía, quienes evolucionan con los descubrimientos para mejorar la vida de los seres humanos.
Felices quienes reconocen su propia historia en la Historia, quienes descubren en otras relaciones la novela de amor de su vida.
Felices quienes encuentran que hay un lenguaje que no se puede escribir en prosa, pues hay experiencias inefables cuya única forma de comunicarlas es la poesía.
Felices quienes se sienten urgidos, después de leer miles de páginas, a comunicar todo lo que les brota desde dentro, escribiendo el libro la vida con sus propios sentimientos.