Una luz clara como el día
nos anunció un recién nacido, una esperanza.
Mientras, hambriento de presagios,
sereno en la espera,
me comprometí a buscar tu Rostro.
Benditos por el anhelo y la angustia de los pobres,
urgidos por su día a día,
despojados de sandalias, ofertas, báculos,
riquezas y poder
y confiando solo en ti…
Aconsejados por los desheredados,
entrañados por la misericordia,
silenciados únicamente por la no-vida,
crucificados por el odio,
pacificados por la verdad,
no por la connivencia.
Celebrar, festejar, gozar,
cuando otros beban el vino
de nuestra alegría
y el amor sea el alimento imprescindible,
partido y compartido,
común-unión de nuestras vidas.