Felicitar compartiendo
Decimos de corazón en estos días de comienzo del año a quienes se cruzan por nuestro camino: Feliz y próspero año nuevo.
Y está muy bien, porque es bueno y necesario comunicar buenos deseos a los demás en estos tiempos difíciles. Pero también creo que debemos tener en cuenta que:
Algo se siente como nuevo cuando tú le aportas calor y color de primicia y transformación.
Algo, alguien, palpa la felicidad cuando tú le acoges y atiendes y le regalas unos gramos de paz, escucha, amistad y alegría.
Algo será posible, cuando tú te esfuerces porque nazca y crezca esa posibilidad y se transforme en creíble y realizable.
Algo se vuelve próspero, cuando lo favorable y propicio tú lo conviertes en fértil, floreciente y compartes su abundancia.
Será un año de verdad próspero y feliz si todo lo que ocurra a nuestro alrededor, en nuestro mundo, no nos resulte extraño, sino que lo entrañemos; que no nos pase de largo sino que nos traspase y conmueva; que no nos desaliente, sino que lo transformemos en renovado aliento; que no nos haga retroceder, sino parar y contemplar, para retomar fuerzas y seguir caminando, cantando, celebrando y soñando.
Y siempre juntos, para confortarnos y alentarnos, para no dejar de anhelar y hacer viable la utopía desde el sereno hacer del día a día.