Hay lágrimas que rocían los recuerdos.
Lágrimas amargas de tristeza.
Lágrimas desbordadas por la ausencia
o que acompañan el dolor y el sufrimiento.
Pero también hay lágrimas de alegría,
lágrimas que cicatrizan heridas,
lágrimas de arrobo ante la belleza,
lágrimas agradecidas por el don de la amistad…
Lágrimas que brotan sin un motivo,
o quizá por puro amor a la vida.