Meditaciones 39

Quien, en estos tiempos de incertidumbre,
sufrimiento, exclusión y xenofobia,
logra mantener la esperanza e intenta
que se convierta en dignidad y vida abundante,
posee una fe a toda prueba:
ya sea en el ser humano,
en otro mundo más sororal y fraterno,
o en la Divinidad, el Misterio de bondad
que todo lo permea y habita.
Y esto es lo que nos salva
de la más absurda inhumanidad.

*

El “sexto continente”, internet,
ya es una realidad: la realidad virtual.
No nos podemos desentender de ella.
Pero sin que nos consiga alejar
de la realidad más real:
la que llama al encuentro,
la que podemos tocar y sentir,
la que nos convoca y provoca,
la que nos puede transformar.

*

Muchas veces en nuestra vida,
más que comprender las palabras,
deberíamos entender en profundidad
los silencios.

*

En nuestro interior luchan dos fuerzas:
una parte que destruye, desune, rechaza,
y otra parte que construye, acerca, acoge.
Nuestro reto consiste en intentar
ser puentes que ayudan a encontrarse
y no muros que separan y distancian.

*

La palabra acertada se ha alimentado antes
en el límpido lago del silencio.
Que tu palabra sirva solo para acompañar,
tanto en la alegría como en la tristeza.
O para curar con ternura la herida.
Y deja que ceda siempre el paso a la escucha.

*

Para buscar y marchar
“tras los caminos que llevan al mar del Misterio,

al Manantial del sentido de la vida y del amor” (A. Potente),
a veces tendremos que caminar solos.
En otras ocasiones tendremos que acompañar a alguien.
E incluso, con humildad, deberemos dejarnos
acompañar cuando perdamos la orientación.
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