Padrenuestro de Jesús
Padre y Madre nuestra, tú has estado siempre presente en nuestra Tierra, de una manera especial en la persona de Jesús, tu hijo y nuestro querido hermano.
Jesús glorificó tu nombre con el mensaje de la buena noticia de la liberación, ratificado con su compromiso y el testimonio de su vida.
Jesús no anunció la Iglesia, sino la cercanía de tu Reinado, ese otro mundo tan necesario, de justicia, paz, solidaridad y fraternidad.
Si nos comprometemos a hacerlo presente, estaremos cumpliendo tu voluntad y el deseo de Jesús de regalar felicidad, dignidad y plenitud a la Humanidad y a toda la Creación.
Te rogamos, oh Dios de vida, que nos ayudes a trabajar para conseguir el alimento necesario para poder vivir saludablemente cada día. Y que compartamos lo que poseemos, tal como nos lo pidió también Jesús: “Dadles vosotras y vosotros de comer”.
Igual que Jesús tuvo el perdón entre sus prioridades, nosotros también debemos pedir perdón y ofrecer nuestro perdón, de las deudas, de las ofensas, del mal que nos hayan hecho, para crecer en humanidad, esplendidez y paz interior.
Jesús, no nos dejes caer en la comodidad, en la insolidaridad, en la apatía y en la tristeza.
Ayúdanos a entregarnos de corazón como tú, por el bien y la alegría de los demás, en especial de los más oprimidos y excluidos, hasta el último latido de nuestra existencia.
Amén.