Ser destructores de oscuridades,
tinieblas, miedos, dolor…
Ser inquebrantables como la roca,
cimientos de un nuevo amanecer.
Ser como la montaña,
el río, el viento, la lluvia, la flor.
Ser luchadores incansables
por la verdad, la justicia,
la libertad, el amor.
Ser portadores de vida,
con las manos abiertas
a toda la humanidad
y los puños apretados,
hasta que llegue el día.
Ser la noche en vela, en silencio,
aprendiendo, contemplando,
acariciando, entregándonos.
Ser calor, luz, ternura, camino.
Ser tercos hasta la victoria,
a pesar de las mil y una derrotas,
en lucha permanente
contra los servidores de la muerte.
Ser mujeres y hombres nuevos,
noche a noche, con ilusión renovada,
hasta la aurora del nuevo día,
esa Tierra nueva que esperamos.