Una causa invencible
A última hora del día de las elecciones a la Comunidad de Madrid, tras conocer los resultados, se conectaron de forma digital los integrantes de la comunidad cristiana popular Jesús de Nazaret. Estaban completamente abatidos por los resultados que habían salido en las urnas.
- Yo creía que si se daba, como así ha sido, una importante subida de la participación, la izquierda conseguiría un buen resultado. Pero no ha sido así, otro mito que se nos ha caído, dijo Pedro.
- Sabíamos que las encuestas no auguraban buenos resultados, pero este descalabro no me lo podía ni imaginar, comentó Juan.
- Andrés observó: Parece mentira que un partido que tiene casi 500 imputados en casos de corrupción, que está privatizando servicios públicos, ha reducido servicios y empleados en Sanidad, Educación, ha vendido viviendas populares a fondos buitre, ha llevado una gestión de la pandemia nefasta, con más de 10.000 fallecidos en las residencias de la tercera edad y mil cosas más… hayan más que duplicado los escaños que consiguieron en 2019. No lo puedo entender.
- Yo estoy abatida, dijo María, creo que voy a tirar la toalla, ya estoy harta de darme siempre contra un muro. Esto es imposible, no hay nada que hacer…
De pronto pidió permiso Jesús para entrar en el chat y se lo dieron.
- Perdonad, he estado en la plaza Mayor dando café y mantas a la gente que duerme en los soportales. Y cuando estaba llegando he encontrado a un emigrante negro, que estaba hecho polvo, sin saber a dónde ir y me lo he traído a casa para pasar la noche. Se llama Mamadou, aquí está, os saluda… Saltó la valla, después de un viaje espantoso en la patera y una estancia de meses en el monte Gurugú. Ya veremos mañana dónde le podemos alojar. Hablaré con las amigas de Lavapiés, para ver dónde puede ir. ¿Cómo estáis colegas? Vaya palo, ¿no? Me acabo de enterar de los resultados.
- Pues sí, estamos machacados, desilusionados, fueron diciendo uno tras otro.
- Sí, la verdad que es frustrante, intentarlo una y otra vez sin conseguir buenos resultados, dijo Jesús. Pero no nos podemos dejar abatir. Hay que seguir adelante. Tenemos que seguir, pues hemos sido ungidos por el Espíritu del Dios de la Vida, para llevar una noticia entusiasmante a los empobrecidos y marginados, a anunciar la libertad a los oprimidos, a los presos, a los rechazados y a proclamar que otro mundo más justo y fraterno es posible.
- Todo lo que quieras, Jesús, dijo Juana, pero nos gustaría ganar alguna vez, para poder llevar todo eso a la práctica desde las instituciones políticas.
- Totalmente de acuerdo, puntualizó Jesús. Pero ya sabéis lo que decía Pedro Casaldáliga: “Somos soldados derrotados de una causa invencible. Somos el pueblo de la esperanza”.
- Marta comentó: Sí, pero creíamos que al no haber expuesto ningún tipo de programa la derecha y la ultraderecha, la izquierda conseguiría muchos mejores resultados, pues la gente creería más en las propuestas de trabajo, servicios sociales, justicia y disminución de la desigualdad, con un nuevo futuro para Madrid.
- También estoy plenamente de acuerdo. Pero no podemos estar echando siempre balones fuera, diciendo que la culpa la tienen continuamente los demás. Tendremos que ser mucho más autocríticos, reflexionando por qué no llegan a la población nuestras propuestas, por qué no entusiasmamos, por qué no calan nuestros postulados, por qué no interpelamos a la gente común y corriente, con sus problemas de desahucios, de paro, de contratos por horas, temporales, de desatención en los consultorios, en las oficinas de empleo, o de quienes tienen que agachar la cabeza en las colas del hambre… Lo cierto es que no llegamos, nuestras bellas promesas no se hacen muchas veces realidad.
Quizá es que no estamos en la mayoría de las ocasiones a pie de calle, compartiendo con la gente más excluida y vulnerable, o que nuestra conducta personal, nuestra coherencia vital entre el decir y el hacer brilla muchas veces por su ausencia, o porque no somos lo humildes y sencillos que deberíamos ser, o porque no hablamos un lenguaje atrayente y entendible por las personas normales. Y todo esto nos aleja de ellas.
Yo creo firmemente que tenemos el mensaje del evangelio y la razón cordial de nuestra parte, pero es necesario reflexionar, planificar bien y cambiar personal y colectivamente, para conseguir mejores resultados y así servir a los demás desde las instituciones sociales y políticas.
Pero que tampoco este reto nos desmotive, sino que nos movilice más, queridos amigos y amigas. Cuando nos quedamos parados es cuando perdemos el tren de la esperanza, que nos conduce a vivir con intensidad y a superar cualquiera de las pruebas que se dan y se darán en nuestra vida cotidiana. Estando unidos, con alegría, paz e ilusión, superaremos cualquier crisis y saldremos fortalecidos.