¿Qué mandáis hacer de mí?

Solo llegaré a ser en plenitud,
cuando algo se mueva en mí
por cuanto te suceda a ti.
¿Qué mandáis hacer de mí?

Altos muros conforman nuestra insensibilidad,
vallas de sangre que fluye hasta enrojecer el mar.
No sé si algún gramo de compasión llegará a quedar
por las oscuras sendas de la humanidad,
que transitamos con indiferencia, sin piedad.
Porque no es justo cuidarse más que de sí...
¿Qué mandáis hacer de mí?

Una puerta se derriba y acrecienta el llanto,
hasta que salen heridos, vencidos, desahuciados.
A veces la ternura no es algo descabellado
y paraliza la irracionalidad y su espanto,
porque mañana me puede vestir el mismo manto
y cubrirme la noche si no estuve también allí…
¿Qué mandáis hacer de mí?

Cuando se abandona la atención de nuestros ancianos,
cuando la educación y la sanidad se convierten en negocio,
cuando la ambición y el beneficio son los más brutales socios,
cuando las arcas públicas se reparten entre pocas manos
y no me implico como un consciente, comprometido ciudadano,
seré cómplice en este perverso desorden de mi país…
¿Qué mandáis hacer de mí?

Si los abusos no me estremecen, ni los insultos,
ni las amenazas contra cualquier mujer,
si callo y vuelvo la espalda ante las víctimas para no ver,
daré alas a mi conflicto latente, insepulto,
sin dar a luz el abrazo que llevo en el corazón oculto
y un temible vacío me sepultará tal como viví…
¿Qué mandáis hacer de mí?

Pero en las calles algo nuevo está surgiendo,
aparecen en el asfalto tiernos brotes de esperanza,
lo ajado ya no nos sirve, pues ya comenzó la danza.
Si no me conmueve tanta alegría floreciendo,
si me reviven tantas locuras, o la gente sonriendo,
lograré vencer los miedos que me impiden ser feliz…
¿Qué mandáis hacer de mí?
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