Ellas, las nadies

A Eduardo Galeano, que tanto me ha enseñado con su vida llena de humor y compromiso con los olvidados y ninguneados de la tierra. Seguirás siempre vivo entre nosotros/as en tus escritos, en tu mirada tierna, siempre fija en el horizonte...

SUEÑAN las nadies, ya no con un príncipe azul, sino con un buen hombre que como mínimo las quiera, que las regale un recuerdo y una rosa por su aniversario, que atienda con cariño a sus hijos, que las traten con la dignidad que merecen, con respeto y dulzura, que las despida cada mañana con un beso, y las sorprendan de vez en cuando con una caricia, con una noche delicada de amor y ternura.
Pero ellos, los importantes, los poderosos, los satisfechos de sí mismos, las tratan como inferiores, se burlan de ellas y las amenazan con golpes y desprecios, olvidaron para siempre el día que las conocieron y les prometieron mentiras, viven para el trabajo y/o para los amigos de juerga, se despreocupan de las necesidades y de la enseñanza de su prole, enseñan el machismo a sus hijos y la resignación a sus hijas, se les olvidan los besos y mucho más las caricias, y montan y descargan cada día sobre ellas sus miedos y miserias, como grandes sementales, para crecerse y presumir…
SON las nadies: hijas de de la luna, de los sueños que nunca se realizan.
Las nadies: las latinas, las indias, las negras, las esclavas, las prostitutas, las inmigrantes, las pobres… Oprimidas, oprividas; olvidadas, olvinadas; desaparecidas vivas en vida…
Que no están, aunque se las vea.
Que no tienen cultura, sino frivolidad.
Que no pueden opinar, pues están en la cocina durante el telediario.
Que no tienen derechos, ¿para qué?, si no saben utilizarlos…
Que tienen que estar sometidas, porque si no, se pierden, las muy perdidas.
Que no tienen capacidad de realizar otro trabajo que el de la casa.
Que no pueden educar ni a sus hijos, a los que sólo los enseñan a soñar
tonterías.
Que no tienen mujeres de referencia, sabias, santas, científicas, deportistas, para mejorar y figurar en la historia, sino únicamente en la crónica de sucesos.
Que no escriben novelas, sino folletines.
Que no pueden pasear sin pararse en los escaparates, para ver y comentar los trapos.
Que no comentan hechos interesantes, sino cotilleos.
Que no pueden guardar ningún secreto, pues les es imposible no sacarlo a la luz.
LAS nadies, las traspasadas por el margen y el dolor, las que no pueden, ni figuran, las invisibles, las que no dejan de buscar, a pesar de todos sus pesares, pero que no cesan de adornar sus deseos, su casa y su cotidianidad con las flores del cariño, la solidaridad y la esperanza y el empeño por un mundo más justo, igualitario, en paz.
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