Uno nunca sabe
por qué resquicio se desliza la penumbra de la tristeza,
si el silencio es un hueco donde se refugian las pisadas,
a qué hora amanece el vuelo y sus certezas brumosas,
hacia dónde se dirige el sol y su noche anticipada.
Uno nunca sabe
si habrá respuesta a la pasión y las caricias,
hacia qué estancia se dirigirán las estelas y los sueños,
qué curso seguirá la tarde y sus sombras,
en qué momento vibrarán los resortes del anhelo.
Uno nunca sabe
si el azul es la calma del espejo y sus olas de espuma
o la transparencia del cielo, su resplandor,
en qué momento llegará a cansarse la mirada,
si tu espalda es un adiós o una velada invitación.
Uno nunca sabe
si el frío de la noche hará que busque otro abrigo,
quién me ayudará a regresar de los páramos baldíos,
si volverán a brotar los resecos manantiales.
Cuánto resistiré a la ausencia de la emoción y su latido.