Redes sociales: ni apocalípticos ni integrados

Parece que los medios de comunicación han descubierto de repente que los menores dedican muchas horas a intercambiar mensajes, a poner sus fotos y videos y a mirar los de los demás en las llamadas redes sociales (Tuenti en España, Facebook o MySpace en el resto del mundo). Muchos se llevan las manos a la cabeza. Los adultos (padres y educadores) se sienten analfabetos ante estas nuevas formas de expresión y se exageran sus efectos nocivos o, por el contrario, se rinden sin condiciones al progreso de la sociedad de la información.

En realidad, no hay que hacer ni una cosa ni otra. No hay que ser, como dijo hace años el semiólogo italiano Umberto Eco, ni apocalípticos (creer que estos avances son todos malos y frutos del diablo) ni integrados (aceptar acríticamente la última moda tecnológica).

Pensando en esta dificultad de entendimiento entre adultos y jóvenes recordé estas palabras del filósofo madrileño Ortega y Gasset, escritas… ¡en 1923!: “Una generación es una variedad humana, en el sentido riguroso que dan a este término los naturalistas. Los miembros de ella vienen al mundo dotados de ciertos caracteres típicos, que les prestan fisonomía común, diferenciándolos de la generación anterior. Podemos imaginar a cada generación bajo la especie de un proyectil biológico, lanzado al espacio en un instante preciso, con una violencia y una dirección determinadas. Para cada generación, vivir es, pues, una faena de dos dimensiones, una de las cuales consiste en recibir lo vivido —ideas, valoraciones, instituciones, etc.— por la antecedente; la otra, dejar fluir su propia espontaneidad. Su actitud no puede ser la misma ante lo propio que ante lo recibido”.

Apliquemos estas palabras al tema que hemos enunciado al principio, y obtendremos interesantes pistas de actuación educativa. Y es que la educación debe ser, por esencia, sensata y llena de sentido común, todo lo contario de ser apocalíptico o integrado. También en este campo de las nuevas tecnologías comunicativas.

Así pues, no se debería ni prohibir todo a los menores ni dejar pasar todo. Más bien, valorar, discernir, criticar... Hace siglos, un talPablo de Tarso escribía: "Examinad todo lo que hay de verdadero, de justo, de limpio, de amable, de laudable, todo lo que es virtud". O sea, examinad todo y quedaos con lo bueno. ¿Por qué no aplicar estas palabras también al mundo de las nuevas tecnologías y a sus redes sociales?
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