Llegan los días de Difuntos y Todos los Santos en una circunstancias muy especiales, rodeados de la pandemia y la muerte, quizás de muchos seres conocidos o allegados. Para algunos con la impresión fuerte de la ausencia de Dios. Vivimos un periodo en que resulta difícil hasta disfrutar del consuelo de una despedida, un funeral normal y una abrazo de nuestros seres queridos. 

Pero esa ausencia es otra forma de presencia, una prueba de nuestra fe, que desde el silencio puede ser un nuevo acicate para abandonarnos en el abrazo en los brazos de Dios. Ofrezco este soneto  a cuantos se leles intensifica la experiencia de la soledad y sobre todo del misterio de la muerte.

Podemos sentir la paz que comenta el apóstol Pablo:

"Soltar amarras y estar con Cristo" Flp 1,23-24

AMOR DE AUSENCIA

Me anocheces, Señor, cuando te miro
desde el silencio oscuro de la muerte
y en el hondo agujero que es tenerte
como la nada habita en un suspiro

Porque en ese vaciarme que respiro
al olvidarme contigo de mi suerte,
soy un velero que navega inerte
hacia el mar del que vengo y al que aspiro.

No dejes que mi alma se ate al puerto
por miedo de las olas y el futuro
o que ancle mi nave en la querencia

del fugaz mundo que se escapa incierto.
¡Arrástreme tu viento al inseguro
abrazo que me ocultas en la ausencia!

Pedro Miguel Lamet

También os ofrezco mi conferencia "DESPERTAR A LA PLENITUD: AUTOLIBERACIÓN INTERIOR", que dicté on line para toda América Latina, invitado por el Centro de Espiritualidad Ignaciana (una hora de duración), por si tenéis la paciencia de escucharla. Creo que puede liberar a muchas personas atribuladas.