Acotaciones a Dom Hilari Raguer : (1/2) ® .
(Cuatro minutos y medio)
Es probable que el martirio de unos monjes cistercienses del año 1936 impugne el disparatado revisionismo de quienes servidores de la desmemoria nos convencerían, si se les dejara, de que el Frente Popular y la Segunda República fueron los grandes defensores de la Iglesia de España, de su clero, de su liturgia y de su enseñanza.
Este preámbulo anuncia ya una grave afrenta a Dios que se está produciendo a través de supuestos servidores figurantes en el censo eclesial. Porque es gran insensatez deformar la Historia torciendo en ella la verdad de lo sucedido. Y como Dios es la Verdad, forma sinónima de llamarle, las tergiversaciones politizadas en el relato de un pasado, tan cercano todavía, resultan en horror para quienes las promueven, más aún si consagraron sus vidas a Dios; esto es, a la Verdad.
Ante lo común de esta realidad, independientemente de la buena intención o de la interesada convención, de poco valen los doctorados en un College de Oxford (Universidad fértil en políticos corruptos y espías para el KGB), o que fuéramos elegidos por un Presidente del Gobierno para complacerle en sus personales obsesiones.
Demasiado vulgar, e ingenuo, es disfrazar la historia envolviendo en rosa los hechos del bando que nos agrada y, por ende, rebajar el mérito del contrario. Es ciega justificación eliminar lo dudoso sin aclararlo, rebajar lo que fue indiscutible y descalificar lo que se evidencia cierto en sí mismo. ¿Qué verdad puede salir de este vicio? Ninguna. Yo no soy historiador ni filósofo ni teólogo; por eso puedo pensar, deducir e investigar lo que por marca de fábrica, dicho a modo de ejemplo, no puede hacer la nueva Iglesia "enseñada".
Aproximadamente por el año 1957 visité el monasterio Viaceli, de Cóbreces. Por entonces la comunidad había impreso un librito en el que se describía el martirio sufrido por dieciocho de sus monjes, en el citado 1936.
No cometieron más delito, ni crimen de estado que abrazar libremente la regla de San Benito y San Bernardo. No hicieron más daño al pueblo que honrar su historia, custodiar su patrimonio artístico, entregarse a su fe, ser fieles a la Iglesia... Suficiente a todas luces para contarse pronto entre las comunidades que ya sufrían terrible persecución con el objetivo cierto de arrancar de España la fe cristiana.
Por eso, para escarmiento se decidió eliminarles y, para cumplir aquello de "si los curas y frailes supieran la paliza que van a llevar...", se les condenó, seguramente por inciativa de uno de sus matarifes, a ser tirados desde el Faro de Santander. De la altura y caída a plomo podemos hacernos idea por la fotografía incluida al final de este post.
Me dicen que aquel librito se agotó hace unos lustros y que no se ha vuelto a editar. Seguramente "para no remover heridas"; esa razón tan de moda que sólo conviene a quienes esconden delitos o para la insensible colonización de conciencias. ¿No les parece raro que los que escribieron en 1947, tan cerca de los hechos, vengan a ser hoy corregidos...? ¿Es que 75 años después va a ser cuando mejor se sepan las cosas, dejando a los monjes de los años 40 como desinformados? ¿Acaso escribieron su relato con un guardicivil apuntándoles a la cabeza?
"Arrebatados por el huracán de su tiempo."
Esta figura literaria no disculpa a los verdugos, desde luego, pero el símil no es impropio. Aquella guerra fue realmente un huracan destructor... pero singularmente selectivo pues que su vórtice se deshacía como por ensalmo en la España rebelde. Los mismos que opinan con reticencia sobre las misas adulteradas esgrimen como tesoro catorce clérigos - no dieciséis - muertos violentamente, no por el huracán sino por la guerra en cuyo "wrong side" se involucraron arma en ristre y, por tanto, con riesgo de muerte.
Y aunque la muerte nos iguala a todos ante el juicio de Dios, las cifras no se equiparan. Los catorce clérigos no saldan la suma de miles - y miles y más miles - de curas, obispos, sacerdotes y religiosos regulares, seguidos de anónimos católicos, martirizados con saña y divertimiento. Por ejemplo, descuartizar monjas, jugar al fútbol con las calaveras desenterradas... ¡Qué lenitivo huracán con el que igualar pulgas!
Y de entre los herederos de la sangre de esos héroes, entre ello los de Viaceli, algunos sin azoramiento ni el mínimo rigor aprueban la anti-aritmética del empate: “Hubo tantos crímenes en un bando como en el otro.” ¿Se pueden comparar? ¿En serio? En estas comparaciones parece que el criterio de homogeneidad lo dicte el odio a la fe, o una cainita repugnancia a subordinarnos a Dios.
De los catorce mártires de la Iglesia vasco-revolucionaria, progresista y democrática "masacrados" por los requetés de Mola, tuve la primera noticia aproximadamente en 2007.
El padre de un amigo muy querido en nuestra casa fue miembro, aquellos años de la República, del Partido Nacionalista Vasco (PNV). Por su historial separatista, aunque sin sangre ni delitos, fue desplazado a Madrid. Destierro de pacífica actividad profesional que le conservó hasta la senectud más avanzada. Sus familiares, buena suma de hermanos más un ejército de sobrino-nietos, vivieron siempre en las provincias vascongadas, en particular Bilbao. Uno de los sobrinos quiso doctorarse en Historia y como tesis eligió los catorce sacerdotes abertzales muertos en los inicios de la guerra. Pasados dos años y en uno de esos naturales repasos familiares le preguntamos a nuestro amigo: “¿Terminó tu sobrino aquella tesis...?” Respuesta: “¡Uf! Lo dejó... Se desinfló por dificultades en la compulsa de datos.”
Alguien me dice ahora que no está muy claro si los frailes matados lo fueron como se dijo, o de otra manera. ¿Dónde está el dato de la otra manera? No lo hay, pero se hace todo lo posible por encontrarlo. ¿Lo que se dijo en sus dias era mentira? ¿Cómo se prueba? Para un proceso de beatificación Roma no suele pedir lo que en el tiempo de autos no fuera posible obtener... Por ejemplo, un acta o atestado, documento de trámite que no se cumplía, yo lo sé, en el 90% de los casos. Hombre, ya comprendemos que la cosa mejoraría bastante para la imagen de los verdugos si se demostrase que a los monjes se les mató de una indigestión de nécoras. Pero las actas de otros mártires, como los 498 recientemente beatificados, inclinan más la atención hacia la brutalidad.
Lo que me impresionó de lo que conocí, muchacho de 19 años, en mi visita de 1957 fue que aquellos frailes al encaminarse al lugar de su muerte iban cantando, tal vez salmos. Lo cual, por el espectáculo de su ejemplaridad, esto lo supongo yo, enfureció a "los agentes ejecutores" de tal modo que les cosieron los labios con alambres.
"Por culpa de mi nombre seréis odiados de todas las naciones." (Mc 13, 13)
Puede que repasemos más la Aritmética.
= = = =
Notas.-Los artículos de este blog son originales, excepto cuando se indica lo contrario. Están protegidos por copyright del Autor y de www.periodistadigital.com. Como es usual, pueden reproducirse citando la fuente o al autor.
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Este preámbulo anuncia ya una grave afrenta a Dios que se está produciendo a través de supuestos servidores figurantes en el censo eclesial. Porque es gran insensatez deformar la Historia torciendo en ella la verdad de lo sucedido. Y como Dios es la Verdad, forma sinónima de llamarle, las tergiversaciones politizadas en el relato de un pasado, tan cercano todavía, resultan en horror para quienes las promueven, más aún si consagraron sus vidas a Dios; esto es, a la Verdad.
Ante lo común de esta realidad, independientemente de la buena intención o de la interesada convención, de poco valen los doctorados en un College de Oxford (Universidad fértil en políticos corruptos y espías para el KGB), o que fuéramos elegidos por un Presidente del Gobierno para complacerle en sus personales obsesiones.
Demasiado vulgar, e ingenuo, es disfrazar la historia envolviendo en rosa los hechos del bando que nos agrada y, por ende, rebajar el mérito del contrario. Es ciega justificación eliminar lo dudoso sin aclararlo, rebajar lo que fue indiscutible y descalificar lo que se evidencia cierto en sí mismo. ¿Qué verdad puede salir de este vicio? Ninguna. Yo no soy historiador ni filósofo ni teólogo; por eso puedo pensar, deducir e investigar lo que por marca de fábrica, dicho a modo de ejemplo, no puede hacer la nueva Iglesia "enseñada".
Aproximadamente por el año 1957 visité el monasterio Viaceli, de Cóbreces. Por entonces la comunidad había impreso un librito en el que se describía el martirio sufrido por dieciocho de sus monjes, en el citado 1936.
No cometieron más delito, ni crimen de estado que abrazar libremente la regla de San Benito y San Bernardo. No hicieron más daño al pueblo que honrar su historia, custodiar su patrimonio artístico, entregarse a su fe, ser fieles a la Iglesia... Suficiente a todas luces para contarse pronto entre las comunidades que ya sufrían terrible persecución con el objetivo cierto de arrancar de España la fe cristiana.
Por eso, para escarmiento se decidió eliminarles y, para cumplir aquello de "si los curas y frailes supieran la paliza que van a llevar...", se les condenó, seguramente por inciativa de uno de sus matarifes, a ser tirados desde el Faro de Santander. De la altura y caída a plomo podemos hacernos idea por la fotografía incluida al final de este post.
Me dicen que aquel librito se agotó hace unos lustros y que no se ha vuelto a editar. Seguramente "para no remover heridas"; esa razón tan de moda que sólo conviene a quienes esconden delitos o para la insensible colonización de conciencias. ¿No les parece raro que los que escribieron en 1947, tan cerca de los hechos, vengan a ser hoy corregidos...? ¿Es que 75 años después va a ser cuando mejor se sepan las cosas, dejando a los monjes de los años 40 como desinformados? ¿Acaso escribieron su relato con un guardicivil apuntándoles a la cabeza?
"Arrebatados por el huracán de su tiempo."
Esta figura literaria no disculpa a los verdugos, desde luego, pero el símil no es impropio. Aquella guerra fue realmente un huracan destructor... pero singularmente selectivo pues que su vórtice se deshacía como por ensalmo en la España rebelde. Los mismos que opinan con reticencia sobre las misas adulteradas esgrimen como tesoro catorce clérigos - no dieciséis - muertos violentamente, no por el huracán sino por la guerra en cuyo "wrong side" se involucraron arma en ristre y, por tanto, con riesgo de muerte.
Y aunque la muerte nos iguala a todos ante el juicio de Dios, las cifras no se equiparan. Los catorce clérigos no saldan la suma de miles - y miles y más miles - de curas, obispos, sacerdotes y religiosos regulares, seguidos de anónimos católicos, martirizados con saña y divertimiento. Por ejemplo, descuartizar monjas, jugar al fútbol con las calaveras desenterradas... ¡Qué lenitivo huracán con el que igualar pulgas!
Y de entre los herederos de la sangre de esos héroes, entre ello los de Viaceli, algunos sin azoramiento ni el mínimo rigor aprueban la anti-aritmética del empate: “Hubo tantos crímenes en un bando como en el otro.” ¿Se pueden comparar? ¿En serio? En estas comparaciones parece que el criterio de homogeneidad lo dicte el odio a la fe, o una cainita repugnancia a subordinarnos a Dios.
De los catorce mártires de la Iglesia vasco-revolucionaria, progresista y democrática "masacrados" por los requetés de Mola, tuve la primera noticia aproximadamente en 2007.
El padre de un amigo muy querido en nuestra casa fue miembro, aquellos años de la República, del Partido Nacionalista Vasco (PNV). Por su historial separatista, aunque sin sangre ni delitos, fue desplazado a Madrid. Destierro de pacífica actividad profesional que le conservó hasta la senectud más avanzada. Sus familiares, buena suma de hermanos más un ejército de sobrino-nietos, vivieron siempre en las provincias vascongadas, en particular Bilbao. Uno de los sobrinos quiso doctorarse en Historia y como tesis eligió los catorce sacerdotes abertzales muertos en los inicios de la guerra. Pasados dos años y en uno de esos naturales repasos familiares le preguntamos a nuestro amigo: “¿Terminó tu sobrino aquella tesis...?” Respuesta: “¡Uf! Lo dejó... Se desinfló por dificultades en la compulsa de datos.”
Alguien me dice ahora que no está muy claro si los frailes matados lo fueron como se dijo, o de otra manera. ¿Dónde está el dato de la otra manera? No lo hay, pero se hace todo lo posible por encontrarlo. ¿Lo que se dijo en sus dias era mentira? ¿Cómo se prueba? Para un proceso de beatificación Roma no suele pedir lo que en el tiempo de autos no fuera posible obtener... Por ejemplo, un acta o atestado, documento de trámite que no se cumplía, yo lo sé, en el 90% de los casos. Hombre, ya comprendemos que la cosa mejoraría bastante para la imagen de los verdugos si se demostrase que a los monjes se les mató de una indigestión de nécoras. Pero las actas de otros mártires, como los 498 recientemente beatificados, inclinan más la atención hacia la brutalidad.
"Por culpa de mi nombre seréis odiados de todas las naciones." (Mc 13, 13)
Puede que repasemos más la Aritmética.
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Notas.-Los artículos de este blog son originales, excepto cuando se indica lo contrario. Están protegidos por copyright del Autor y de www.periodistadigital.com. Como es usual, pueden reproducirse citando la fuente o al autor.
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