Para que la utopía fermente Un cristianismo liberador como respuesta a los desafíos de nuestro tiempo

"El libro 'Cristianismo radical' de Juan José Tamayo es el número 90 publicado por el autor y el vigésimo en la editorial Trotta. El título puede parecer un tanto extraño, para algunos podría evocar un cristianismo extremista o fundamentalista. Pero no es así"
"Es un cristianismo que va a la 'profundidad, a las fuentes antropológicas del ser y del bienestar, del vivir y del convivir en palabras del autor y, por lo tanto, bebe de la espiritualidad profética de Jesús y de las primeras comunidades cristianas"
"Propone más de veinte aspectos necesarios para que el cristianismo signifique una fuerza transformadora de la persona y de la sociedad, entre las cuales sobresale la creación de comunidades igualitarias fraternales-sororales"
"Y termina no con una conclusión sino como un punto y seguido, porque sigue abierto. Recomiendo su lectura que, sin duda nos ayudará a regresar a las fuentes originarias de la fe cristiana"
"Propone más de veinte aspectos necesarios para que el cristianismo signifique una fuerza transformadora de la persona y de la sociedad, entre las cuales sobresale la creación de comunidades igualitarias fraternales-sororales"
"Y termina no con una conclusión sino como un punto y seguido, porque sigue abierto. Recomiendo su lectura que, sin duda nos ayudará a regresar a las fuentes originarias de la fe cristiana"
Hay personas cuyo pensamiento es tan amplio y profundo que no es fácil describirlas. Este es el caso de Juan José Tamayo Acosta, filósofo, teólogo y activista social, un humanista profundamente creyente inserto en la realidad histórica. Abierto al diálogo con el mundo y a las diversas corrientes de pensamiento filosófico, teológico y espiritual. Juan José es un hombre libre y sensible a la dialéctica justicia-injusticia con una definida opción por la liberación de los pobres y oprimidos. Está considerado por Leonardo Boff como el promotor más activo de la teología latinoamericana de la liberación en la realidad europea.
Conocí a Juan José Tamayo en la década de los 70s. Desde entonces, sus escritos han sido para mí una fuente de sabiduría y hemos mantenido una relación de amistad y sintonía teológica. En apenas mes y medio de la aparición de su libro “Cristianismo radical” se agotó la primera edición y ya ha salido la 2ª. Este libro que presentamos es el número 90 publicado por el autor y el vigésimo en la editorial Trotta.

El título del libro, “Cristianismo radical”, puede parecer un tanto extraño porque para algunos podría evocar un cristianismo extremista o fundamentalista. Pero no es así. El término radical hace referencia a la vuelta a las raíces del cristianismo, a la vida y mensaje de Jesús de Nazaret. Es un cristianismo que va a la “profundidad, a las fuentes antropológicas del ser y del bienestar, del vivir y del convivir” en palabras del autor y, por lo tanto, bebe de la espiritualidad profética de Jesús y de las primeras comunidades cristianas. Es por eso que, con entera libertad, Tamayo aborda temas que con frecuencia han sido silenciados en la Iglesia. Esta obra se fundamenta en la esencia del Evangelio, el anuncio del reino de Dios y el seguimiento radical de Jesús.
El libro, prologado por Leonardo Boff, comienza con los desafíos que el mundo de hoy presenta al cristianismo. Realiza un análisis de estos desafíos en sus más amplias dimensiones: económico, social, político, cultural, de género, ecológico y religioso. Aborda temas como el cristianismo liberador en la lucha contra la pobreza, destacando la opción por los pobres como una verdad teológica, cristológica y ética. Hace una autocrítica, señalando que a lo largo de la historia, con frecuencia la Iglesia ha sido cómplice en la existencia de la injusticia y la pobreza.
En otro capítulo presenta al cristianismo como alternativa a la globalización capitalista. En el capítulo cuarto plantea la perspectiva feminista del cristianismo, profundizando en el movimiento igualitario de Jesús de Nazaret. Del mismo modo, en los siguientes capítulos profundiza en el cristianismo ecológico, intercultural e interreligioso. Asimismo, analiza el cristianismo antiimperialista, haciendo memoria de la actitud profética de monseñor Óscar Romero frente al imperio. Asimismo, en otros capítulos aborda el carácter pacifista del cristianismo y la teología de la paz.
Todos los capítulos son muy sugerentes y desafiantes. Destaca el carácter hospitalario que encierra el cristianismo como una respuesta apremiante a la xenofobia, tan común hoy en la extrema derecha europea.

Otro capítulo muy elocuente es la perspectiva utópica del cristianismo, presentando la utopía como motor de la historia. En esta línea Jesús de Nazaret aparece como el personaje utópico por excelencia al proclamar el reino de Dios, que es el reino del amor fraterno universal. No puedo dejar de lado el capítulo donde plantea la resistencia política frente a todo sistema injusto e inhumano y generador de sufrimiento. Presenta la dimensión política de la compasión con las víctimas. Finalmente, hace énfasis en el laico Jesús de Nazaret, de donde se deduce que el cristianismo no es clerical sino laical.
A través de una hermenéutica crítico-liberadora, el cristianismo radical da respuesta a los grandes desafíos actuales: el neoliberalismo, la pobreza estructural, el patriarcado, el colonialismo, la depredación de la naturaleza, los fundamentalismos, los discursos de odio y el choque de civilizaciones.
Concluye la obra retomando aquellas palabras de Marx: “Los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”. Siguiendo este pensamiento, Tamayo propone más de veinte aspectos necesarios para que el cristianismo signifique una fuerza transformadora de la persona y de la sociedad, entre las cuales sobresale la creación de comunidades igualitarias fraternales-sororales.
El libro termina no con una conclusión sino como un punto y seguido, porque sigue abierto.
Recomiendo la lectura de este libo que, sin duda nos ayudará a regresar a las fuentes originarias de la fe cristiana, despojarla de cuanto la ha tergiversado u oscurecido, para desde ahí, interpretar la realidad histórica que vivimos y comprometernos, con la fuerza del Espíritu de Dios, en la liberación integral de nuestras vidas en solidaridad con los pobres y oprimidos de este mundo. De este modo, la utopía del proyecto de Jesús fermentará en este mundo.

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