En la muerte de nuestro amigo Juan Pedro

No queremos decirte adiós, Juan Pedro.
Sentimos tu presencia viva,
lo mucho que hemos recibido de ti
Y que queremos proclamar
a los cuatro vientos
que somos hermanas y hermanos
hijos e hijas del mismo Dios, Padre-Madre.

No es tu recuerdo,
ni tus palabras,
ni tus obras
ni tus gestos
ni tus proyectos...
¡Eres tú mismo quien está a nuestro lado!



Tu gran corazón,
tu viva mirada,
tu contagiosa actividad,
tu espíritu solidario,
tu amistad firme,
tu fe sostenida,
tu esperanza renovada cada día,
tu amor tan humano,
tan tierno y vital,
tus olvidos y despistes...
¡Todo lo sentimos dentro!

La vida continuará,
entre curvas y monótonas rectas,
desiertos interminables y gozosos oasis,
encrucijadas y decisiones arriesgadas,
en busca de ese Mundo Mejor,
en ese camino que hemos emprendido
y que tú decías adelante,
es por ahí donde se abre camino
a la esperanza y se hace posible
el Reino que proclamó Jesús
y que ya está entre nosotros.

Y tú, Juan Pedro, estarás siempre a nuestro lado,
con nuevos itinerarios bajo el brazo,
el Evangelio en el regazo
y la presencia del Espíritu.

¡Lo creemos firmemente!
Y se lo agradecemos a Dios,
que te quiere,
y nos quiere, siempre,
con esa tan suya y loca pasión
por el Reino.

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