Asignatura pendiente: amar la patria.

Utilizando el símil escolar, el año que acaba nos deja las mismas asignaturas pendientes que el curso anterior, el 2015. Hemos perdido un año entero viendo si eran galgos o podencos. Y ha pasado lo que tenía que pasar, que seguimos en las mismas. Ninguno de los problemas acuciantes que tenemos se han resuelto e incluso se han agravado, ayudados por el calmante inyectado en vena por parte del Banco Central Europeo. Es necesario recordar que, allá por el año 2012, la economía española estaba en la UCI (utilizo a propósito la metáfora que tanto gusta a los economistas neoclásicos), a punto de perder las constantes vitales. Era cuestión de meses que España entrara en suspensión de pagos, con una deuda pública de más de 800 mil millones de euros y prima de riesgo por encima de 500 puntos básicos. Esa era una situación extenuante para las arcas públicas, pues por mucho que creciera la economía no habría manera de pagar tales tipos de interés. Pues bien, cuando Merkel se cercioró de que el nuevo gobierno seguiría la senda que le marcaba, cuando pidió el rescate de la banca española, solo entonces dio orden al Banco Central Europeo para que metiera en vena las transfusiones necesarias para sostener la economía española. Dicho de otro modo: solo cuando el gobierno aseguró que pagaría su deuda con el Deutsche bank, Alemania permitió que se aliviara la situación española, pues el rescate a la banca española es un rescate indirecto a la banca alemana, como sucedió con Grecia.

Y aquí tenemos los males de la economía española, pero ahora multiplicados por diez. El nuevo gobierno de 2012 accedió con la promesa de recortar la deuda, porque argumentaban que no puede haber crecimiento económico con una enorme deuda, y tenía razón. Es necesario sanear las cuentas públicas. Pues bien, en cuanto vieron venir el río de millones transfundidos a las entidades financieras españolas y la compra de activos de deuda soberana del BCE, se acabó toda la preocupación por la deduda. En cinco años la deuda pública española se ha disparado. Todo el crecimiento económico que vemos en este tiempo es a deuda, por tanto falso. Ahora tenemos más deuda, el mismo déficit y menos capacidad propia para la generación de riqueza, pues se ha destruido capacidad industrial y los empleos que se crean son de escasa productividad. En resumen, estamos mucho peor de lo que estábamos antes de 2012. Pero lo peor es que creemos estar mejor. Los medios de comunicación no paran de lanzar las campanas al vuelo con la superación de la crisis. El discurso del Rey en Nochebuena fue la constatación de que el discurso oficial da por superada la crisis. Por tanto, volveremos a las andadas: fomento del gasto innecesario, inversión improductiva y, cómo no, otra vez la especulación. Los bancos ya están en ello. Apenas hemos pagado la ronda anterior entre todos y ya se está preparando la ronda siguiente. Por supuesto, que todos pagaremos a escote.

En fin, que los males siguen ahí, como constantemente le recuerda Roberto Centeno en su blog al que fuera su alumno, el ministro Montoro. Y no se ven visos de solución, antes bien se insiste en las causas de los males de nuestra economía. Los acuerdos a los que está llegando el tripartito de facto en el gobierno no dejan lugar a la esperanza. De seguir así España tendrá que conformarse con ser en el medio plazo una economía subsidiaria de Alemania en todos los nivles. Una economía de servicios de bajo valor añadido y de escasa productividad. Una economía de sueldos bajos y nula innovación. Así nos necesita Alemania, porque España sería una gran amenaza para su posición de dominio de Europa. Un verdadero gobierno patriota no permitiría que su país quedara relegado a una comparsa cuando tenemos la capacidad humana y la potencia estructural suficiente para convertirnos en una potencia económica de primer orden europeo, a la par que Alemania. El problema está en que hemos aceptado las políticas coloniales diseñadas en Alemania para nuestra patria y hay que desacoplarse de esas políticas para poder ser un país autónomo.

Un gobierno que ame su país haría un plan a cinco años con una inversión del 7% anual del PIB en investigación y desarrollo en los sectores del futuro: nuevas energías, ahorro y reciclaje y telecomunicaciones y movilidad. Con esa inversión de 350 mil millones en 5 años nos pondríamos a la cabeza munidal en esos sectores, creando empleos de alta calidad y gran productividad. Se podrían crear en los próximos diez años hasta dos millones de empleos con esas inversiones. Pero necesitamos más. Hay que reconvertir la movilidad en España para hacer más eficiente el transporte y la organización de las ciudades. El transporte colectivo debe sustituir al individual, con el ahorro energético subsiguiente y la reducción de la contaminación. Hay que aumentar el gasto en educación y sanidad hasta el nivel medio europeo para hacer de nuestros sistemas educativos y sanitarios los mejores del mundo. Hay que arbitrar medidas de reparto del empleo y de verdadera conciliación de la vida familiar y laboral. En España se trabajan varios millones de horas extras mientras hay cuatro millones de parados, lo cual no tiene ningún sentido. Pero, es que es posible repartir la jornada laboral, por eso hay que separar el sostenimiento económico de las personas del trabajo remunerado. En primer lugar, valorando el trabajo no remunerado que, en general, realizan las mujeres en casa, como reproducción de la sociedad española. Hay que establecer una renta básica universal independiente del empleo, porque hay mucha gente que trabaja para la sociedad pero no tiene empleo y eso es necesario remunerarlo.

Lo más importante es que un gobierno que ame su país pondrá a las personas por encima de todo lo demás, por eso, su patria serán las personas que componen este país y hará todo lo necesario para que esas personas, llegadas de muchos sitios y con muchas concepciones de la vida diferente, puedan vivir dignamente. Ya sé lo que muchos están pensando, que todo esto es muy bonito, pero que la situación es la que es y que hace falta dinero para hacer todo eso. Efectivamente, porque la situación es la que hay que cambiarla. Necesitamos, según mis cálculos, una cantidad que ronda los 150 mil millones de euros anuales. 70 mil millones para investigación y desarrollo,30 mil millones para la renta básica, 50 mil millones para sanidad, educación y cambio de modelo de movilidad. De dónde sale todo este dinero. Una parte sale de la mejor administración pública y de la eliminación de duplicidades, hasta 20 mil millones según Roberto Centeno. Otra parte es la repercusión en las arcas públicas de esa inversión. Cuando se inyecta un euro en la economía, 35 cétimos, al menos, regresan en forma de impuestos al Estado. Nos faltarían unos 80 mil millones de euros. Estos tienen que salir de impuestos aplicando el artículo 128 de la Constitución española: "toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual sea su titularidad, está subordinada al interés general". En España hay 6 billones de euros de patrimonio. Un billón lo tenemos el común de los mortales en casas, coches y cuentas bancarias. Los otros cinco lo tiene el 10% de la población, aunque se concentra principalmente en el 1%, 450 mil españoles. Ahora no tiene casi imposición tributaria. Pues bien, de forma transitoria, durante los años necesarios para levantar el país, se debería poner un impuesto al patrimonio que supere el millón de euros. El primer millón estarí exento, el segundo millón se gravaría al 1%, el tercer millón al 2%, del cuarto al sexto millón al 3% y de ahí en adelante al 5%. Este impuesto lo pagarían escasamente un millón de españoles y supondría una recaudación anual de 150 mil millones de euros, más que de sobra para lo que España necesita.

Claro, pero, dirán algunos, Europa no va a permitirlo y el BCE dejará de comprar deuda, Alemania nos asfixiará antes que permitir que le chistemos. Por eso hace falta esos 70 mil millones de sobra, para financiar nuestra deuda durante los próximos diez años y comprar nuestra libertad económica, no deber nada a nadie que nos pueda chantajear. Sí, ya sé que estando en el euro no nos lo permitirán, por eso hay que tener holgura financiera para poder hacer frente a la salidad del euro. Dicen que nuestra moneda no podría resistir por sí sola frente a un mundo como el actual. Sí, si no necesitamos endeudarnos en los mercados financieros. Una moneda no es más que un referente de la capacidad económica de un país. Nosotros no tenemos oro o petróleo que respalden nuestra moneda, pero tenemos el petróleo del futuro, el sol, y un capital humano enorme que puede respaldar nuestra moneda. Un país con seis billones de patrimonio no necesita financiarse con la mafia mercantil internacional. Somos capaces de autofinanciarnos y de producir riqueza y de exportar bienes con alto valor añadido.

En fin, ya veo que casi me sale una carta a los Reyes Magos, pero no son solo deseos, es una posibilidad. Si alguien tiene otra opción estoy dispuesto a debatirla, pero si no hay otras opciones, seguir como vamos nos lleva a la irrelevancia como país, al sometimiento a otros y al final a la semiesclavitud. Nuestros hijos y nietos mirarán estos tiempos y nos reprocharán no haber hecho nada para evitarlo. Por mi parte, creo, quizás tenga que hacer algo más que escribir. El tiempo lo dirá, pero es una cuestión de amar a tu país, de amar a tu gente, de respetar a las personas.

Deseo a todos los lectores de este blog un año 2017 donde empecemos el cambio que necesitamos. Depende de nosotros y casi de nadie más.

*Dedicado a Desiderio Parrilla, que ama a su patria casi tanto como a Dios.
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