La (i)racionalidad de los mercados financieros

El mes de octubre es un mes muy señalado en la larga historia de las crisis financieras del capitalismo, especialmente en el capitalismo globalizado. La crisis de 1929 fue en octubre, después tuvimos un largo periodo de calma financiera tras la aplicación de las políticas keynesianas de control de las finanzas y la economía en general, pero los ochenta son otra vez los años de la fiesta, así les llaman los brokers. Para ellos es fiesta el hecho de que no haya controles y que todo el mundo pueda especular a sus anchas, generando grandes riquezas que, por definición, las acumulan unos pocos. Ahora bien, esas riquezas tienen su contrapunto: la pobreza generalizada, sea de los habitantes del planeta o sea de la misma naturaleza. Generar riqueza por especulación es una forma de robar a las generaciones futuras y al propio planeta.

El mes de octubre, decía, es un mes señalado en el calendario del capitalismo neoliberal. Tenemos varias crisis recurrentes que se han producido en octubre: 1987, un año después del big-bang day (el 27 de octubre de 1986 es llamado así porque fue el día en el que empezaron a actuar de forma conjunta los distintos mercados financieros internacionales, bajo el auspicio de la ínclita Margaret Thatcher), ya tuvimos una crisis financiera, también en 1996 y en 2000, así como la última hasta la fecha de 2008. No voy a entrar en las causas de que sea este mes, porque eso nos llevaría a una larga digresión sobre funcionamiento de las financias y cuestiones psicológicas que no nos interesan de momento. Lo que interesa es que de forma recurrente, el neoliberalismo capitalista genera crisis financieras que afectan a la economía. No se trata de un elemento que podamos obviar, pues es algo consustancial a la propia organización. Sin embargo, siempre, absolutamente siempre, cuando llega una recuperación tras la crisis, los expertos, y el público en general, piensan que fue la última. Así lo han estudiado dos grandes economistas, Carmen M. Reinhart y Kenneth S. Rogoff en una obra imprescindible para entender lo que viene: Esta vez es distinto: ocho siglos de necedad financiera. Ahí estudian cómo cada vez que llega una recuperación, todos los gurús económicos afirman que ya no volveremos a la crisis y que se inicia, invariablemente, un proceso que suelen denominar como círculo virtuoso. Así lo podemos leer en el comunicado de prensa del FMI del pasado 14 de octubre.


Es evidente que Reinhart y Rogoff vuelven a tener razón y esta vez tampoco hemos aprendido nada, lo cual indica que estamos repitiendo los errores que nos llevarán al mismo punto en el que siempre está el sistema neoliberal: la crisis. Si echamos una ojeada a las políticas económicas aplicadas para supuestamente solucionar los problemas que llevaron a la quiebra de 2008, vemos que ninguna de ellas ha modificado ni lo más mínimo la estructura que produjo la crisis. Se habló de reformar el capitalismo para que la especulación no fuera su motor, sin embargo, la especulación ha multiplicado por diez al mismo ritmo que el crecimiento de la deuda global y de la creación de dinero que no puede nada más que ser ficticio. Es decir, lo que se ha hecho es dar una patada a seguir, creando más deuda y promoviendo nueva especulación que tape los agujeros de la crisis pasada. Cualquiera que tenga dos dedos de frente puede ver que si aplicamos las mismas políticas que llevaron a la crisis anterior, estamos poniendo sólidas bases para otra crisis, pero ahora multiplicada por diez, que es justo la cantidad de deuda que hemos aumentado.

Creo que estamos muy cerca de una nueva quiebra y recuerdo muy bien que en 2006 también decíamos esto y como suele suceder, nadie lo cree. Es de entender que sea así. Todo el mundo ve que los indicadores macroeconómicos funcionan bien y que la gente, una gran parte, tiene dinero en el bolsillo, luego, ¿qué problema puede existir? Seguro que lo que decimos aquí no es más que palabras de resentido. La gente viaja, compra casas, vehículos y miles de productos, ¿dónde está el problema? Pues bien, el problema está ahí, en no ver que ese es el problema. Por poner el ejemplo de España, en los últimos cinco años, el Banco Central Europeo ha metido más de medio billón (con b de barbaridad) en deuda española. Todo ese dinero es el que sustenta nuestro crecimiento económico, por tanto es deuda que habrá que pagar y que hipoteca el futuro. Sin embargo, todo ese dinero no ha servido para hacer nuestra economía más sólida, creando una red industrial de nueva generación o servicio de alto valor añadido. No, solo ha servido para rellenar las cuentas de la banca española y para engordar las cuentas de la clase super alta, el 1% de la población. El resto ve cómo hay dinero en circulación que le permite una ilusión de riqueza que aliena a la población. Cuando acabe la fiesta y el BCE cierre el grifo del dinero, España se sumirá en una profunda crisis que hará palidecer a la de 2009-2012.

El último premio Nobel de economía, Richard H. Thaler, ha declarado que no puede entender cómo es posible que los mercados financieros sigan como si nada malo pudiera ocurrir. Yo creo que la respuesta es clara: siguen actuando como saben hasta el último segundo, pues hasta ese momento, ellos ganan dinero y los demás siguen perdiendo. La última crisis les enseñó algo importante y aterrador: si ganan dinero es para ellos y si pierden los demás pagamos la fiesta, por tanto, siempre ganan, ¿por qué iban a dejar de actuar como lo hacen? Esto es lo que llaman la exuberancia irracional de los mercados, pero en el fondo es lo más racional que podemos pensar. No hay nada más racional que seguir acumulando cuando sabes que todo puede acabar de un momento a otro.
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